♠♥XXV♣♦

238 21 9
                                    


Hoy era un nuevo día, era un día frío aunque el sol brillase de sobremanera arriba de sus cabezas, a lo lejos se escuchaba el cantar de los cucos y el viento chocar contra las ventanas y paredes de Luna Nova. En días como estos le gustaba salir por allí, a encontrar alguna laguna desconocida para el resto de estudiantes, contarles a sus amigas y salir a divertirse un rato. O solo a respirar aire fresco.

La mayoría de alumnas utilizaban estos sábados y domingos para encontrarse con sus parejas, para salir con amigas o simplemente para disfrutar del día, y es que el sol en verdad brillaba como nunca.

A diferencia de Akko que se encontraba en su cama, tapada hasta la cabeza con una frazada abrigada, con penas en mente y recuerdos que ahora le parecían dolorosos, pero que en su momento habían sido los mejores.

Desde que descubrió lo de Amanda y Diana, su mundo se había venido abajo y en picada, es como si la morfina que era Amanda en su vida hubiese sido extraída de un tirón, y es que ella ni siquiera se había molestado en disculparse o darle una explicación. Amanda siempre estuvo para ella y actuó de salvavidas, había entrado en su corazón de la manera más bella y había logrado enamorarla en un santiamén, la verdad era que seguía enamorada de esa tonta, de su primer amor.

Los días habían pasado muy lento y cuando por fín había llegado el esperado sábado, las ganas de salir y salir de ese hueco donde había sido arrojada por voluntad propia se habían esfumado. A de admitir que toda esa situación hizo que su mente pudiera pensar con claridad y sin ninguna morfina aplicada, y cuando eso pasaba las manos de aquella mujer volvían a tocarla y maniatarla de forma repulsiva, haciendo de su cuerpo lo que quisiera. Había llegado al punto en el que no sabía que era peor, si estar drogada con el recuerdo de Amanda o sentirse una basura por el recuerdo de la pesadilla que había vivido, y es que las lágrimas eran acompañante de ambas realidades.

Nunca saldría de allí, al menos no si seguía ocultándose de todo y de todos.

Ambas compañeras suyas habían salido a estudiar para un examen a la biblioteca del instituto, apenas ambas le habían preguntado si iría con ellas había negado rotundamente, desde el día de hoy ese pasillo le traería malos recuerdos, cosas que eran mejor olvidar, cosas que poco hacían su corazón llorar en los más profundos de los mares, así de grave estaba su corazón, en el punto en el que todo le parecía absurdo y sus ojos parecían estrellas de fuego, rojos y brillantes gracias al brillo de la tristeza innegable. Estuvo todo el día así, entre recuerdos tristes y llantos silenciosos.

Una vez había leído en algún libro de amor que el llanto más doloroso era el silencioso, el que se hace de manera callada y nostálgica, por que teníamos que conformarnos con la soledad en el llanto y con las lágrimas silenciosas. Y es que nunca había leído algo tan cierto.

Cuando escuchó el sonido de la puerta, ya era de noche y sus ojos se cerraban por el cansancio, su pecho dolía y sus labios estaban agrietados, ni siquiera había salido a tomar agua y el hambre comenzaba a pasarle factura, puesto que aparte de que el frío se calara por sus huesos, el mareo incesante en su cabeza hacia que poco a poco tuviera más sueño.

—¿Akko?, pensé que no estarías aquí...— observó a Lote y luego volvió a tapar su cabeza con aquella manta gruesa qué tanto le gustaba.

—En realidad, no me he movido de aquí en todo el día.

Lote parecía preocupada, últimamente se había estado alejando poco a poco de sus amigas y gracias a eso sentía vergüenza de estar frente a una Lote interesada por su bienestar.

No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora