🌟 XXIII 🌟

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Más que nunca.

Al llegar, lo primero que hicieron fue separar sus caminos y dirigirse cada una por su lado, pues debido a las reglas de mierda, no podían estar juntas.

Cosa que anhelaban más que nunca.

Akko se dirigió directo a la oficina de la directora Holbrook, quería entregarle el fruto de su "aventura", y aunque no pudiera mostrarle todos los sentimientos y sensaciones malas que había tenido, las frustraciones, los llantos, los retortijones de corazón y las llamas de su interior, le dejaría en claro que las cosas habían sido injustas.

O al menos eso planeaba hacer.

Al estar frente a la puerta de roble, tocó la madera en un compás rápido, esperó afuera hasta que se escucho un calmo "pase" que solo hizo ponerle los pelos de punta.

Y más que nunca, quiso ser una niña y refugiarse en los brazos de alguna de sus muñecas.

Cuando la puerta fue abierta quiso correr hacia algún otro lugar y esconderse hasta que caiga la noche, en un lugar oscuro y lejano, donde nadie pueda fastidiarle la vida nunca más, y no tuviera que refugiarse en la desolación de su mente.

—Hola Akko, ¿Cómo estas? Hace tiempo que no te veía por aquí, me dejaste preocupada.

De nuevo su sonrisa falsa.

—Buenos Días, aquí le entrego las cosas recolectadas.

No es muy maduro, pero prefirió eso a saludar a una bruja sin corazón como Irisis.

—Señorita Kagari ¿no le parece de mala educación no saludar a su maestra? Salude a Irisis.

Su mano cosquilleo con asco y con un movimiento rápido saludó a Irisis con un apretón de manos, los planes habían cambiado, los más importante en este momento era huir de allí.

—Si me disculpan, ya me retiro.

Holbrook levantó una ceja, miro a Akko y luego a Irisis.

—Puede retirarse Señorita Kagari, espero no verla nunca más por mí oficina y menos por acusaciones falsas.

Akko apretó los dientes y con pasos rápidos caminó hasta salir de esa oficina, al salir sus pasos se escuchaban con eco por el pasillo, no había absolutamente nadie y el miedo crecía muy rápido en su corazón.

El terror que aquella maniática infringia en su cuerpo era indescriptible, y al ponerse a pensar no podía ni responder cuando había sido que ese miedo había aumentado, ni siquiera lo recordaba, hasta que observó esos ojos puros de maldad.

Aquella mirada la había perturbado tantas veces que había perdido la cuenta, cada vez que tocaba su cuerpo y la repulsión llegaba a su garganta ella la intimidaba, y simplemente tenía que cerrar los ojos y tratar de no llorar, y si lo hacia solo le esperaba lo peor.

Con pasos rápidos se dirigió hasta la biblioteca, fue al pasillo más oscuro y lejano posible, pues sus ojos comenzaron a cristalizarse por el miedo.

Más que nunca quiso estar en los brazos de Amanda.

Al llegar al ultimo pasillo tomó un libro cualquiera y comenzó a leer sin leer, su mente no se concentraba por los recuerdos, un sabor a desgracia comenzó a bajar por su garganta y en su mente pudo escuchar Dies Irae.

Al ir por la página diez comenzó a creer que su mente alucinaba, unos ruidos raros se escuchaban atrás de la estantería, podrían ser ratas o cualquier otro insecto, pero a pesar de eso, la curiosidad le ganó.

Procuró que sus pasos no fueran oídos, caminó lento y sin apuro y pensó que sería una decepción encontrar ratas, asomó su cabeza un poco y al ver la escena que rompería y haría trizas su corazón, recordó su niñez.

Su madre había sido una mujer tierna y entregada a su familia, Akko había sido la niña de sus ojos, eran tan iguales que parecían dos gotas de agua y siempre apoyó su sueño de ser bruja.

Su padre era un hombre frío y solitario, de carácter fuerte, voz rasposa y puño flojo hacia su hija y esposa, la mayoría del tiempo trabajaba, había estado en uno o dos de sus cumpleaños y juraría que habían sido los peores de su vida. Le había dejado en claro demasiadas veces de las que querría que ella solo había sido un error, despedazando parte de ella.

Era hija única, su niñez había estado plagada de flores, colores, galletas y desprecios, con el paso de los años había aprendido a lidiar con la última.

Tenía el recuerdo de su madre haciendo galletas con su delantal de cocina puesto, se acordaba de todas y cada una de sus muñecas y cada juego del parque, se acordaba de cada peluche y cada película de niños.

También se acordaba de los nombres de las mujeres que traía su padre a casa, todas escasas de ropa, recordaba las noches que su madre había tenido que dormir con ella por eso, algunas solo se quedaban una noche y otras días enteros, todas se habían dedicado a sacarle dinero a su padre, un bruto que a decir verdad se merecía aquella trampa, la que no lo merecía era su madre, que cada día sufría más que el otro por aquellas mujerzuelas que hacen feliz a su padre.

Un día a Akko se le ocurrió levantarse de su cama, pues unos gimoteos le habían despertado de sus sueños, y pudo ver la misma escena que hora tenía delante de sus ojos.

Y pudo comprender el dolor de su madre.

Frente a sus ojos estaba el amor de su vida, apuñalándola por la espalda y de la forma más dolorosa que había encontrado.

—¿Amanda?.

La misma miró rápidamente y se soltó de los brazos de Diana, que anteriormente estaban acariciando el cuerpo de Amanda, se estaban besando, acariciando y amándose, como nunca lo habían echo.

—Akko, yo puedo explicarlo.

Sus ojos se notaban desesperados, buscaban en los suyos tratando de hallar algo, algo que pudiera compensar lo visto.

—No quiero que me expliques nada, quiero que me lo explique Diana.

Señaló a Diana y esta se sorprendió por haberla nombrado, Akko lloraba a mares, todo su cuerpo temblaba y se encontraba frágil, parecía una figura de porcelana.

—Que quieres que te diga, estábamos festejando su regreso y nuestro primer día como pareja.

Amanda se sonrojó y de los nervios comenzó a rascar su nuca.

—Amanda ¿esto es verdad?.

—Te juro que puedo explicarlo solo necesito que me escuches.

—No necesito que me expliques nada, sean felices.

Akko les dió una sonrisa amarga y después solo corrió hasta otro lugar, tratando de escapar de sus sentimientos rotos.

—¿Diana por qué le dijiste eso?.

Diana la miró con burla y simplemente hizo un gesto de ademán para luego irse del lugar con el rostro en alto, orgullosa de lo conseguido.

Y Amanda solo pudo observar como ambas chicas huían de ella.

Mientras tanto, Akko corría por los pasillos despavorida, tratando de huir de sus pensamientos y de Amanda, que le había clavado un puñal en la espalada.

Cuando sus piernas ya se habían cansado de correr y cuando su corazón comenzó a doler más que nunca, paró.

Y cuando paró, una figura lo hizo a su costado, ambas en el patio, donde nadie las veía.

—De nuevo en mis brazos princesa.

Quiso gritar, pero la figura ya la había atrapado.

Y más que nunca quiso morir para no tener que sufrir de nuevo.

🍄🍄🍄🍄

Hola!!

Tardé en subir capitulo por que estuve corrigiendo todos los capítulos anteriores, si van a verlos pueden ver que corregí un montonaso de cosas, espero que les guste jaja

Por fin pude traerles capitulo nuevo, la historia dio un giro de 180 grados jaja.

I'm a evil person muajajaja

🐖

No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora