Capitulo 22: God Hear My Plea

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-Entonces... ¿No a mostrado algún comportamiento fuera de lugar?

Ahí estaba Charlie, sentado enfrente de aquel agente del FBI, quien cada dos días le llamaba para que pudiera darle un informé sobre la oficial Sinclair, era algo intimidante estar frente aquel mayor, pero eso no era suficiente para que esté diera acusaciones a la rubia.

-No, nada que destacar- no pensaba decir nada que dejara mal parada a su oficial.

-¿Se sigue viendo afectada por lo de aquella noche?

-Ha mostrado mucho estrés, quedándose todo el día dentro de su oficina- no iba a mentir en eso, después de todo, para él no era algo que se considerará sospechoso, cualquiera en su lugar haría lo mismo.

-Ya veo...- el hombre mayor relajó su cuerpo, tomando una postura menos profesional.

-¿Sigue sospechando de ella?

El agente del FBI tomo uno de los cigarrillos que solía ocultar en su chaqueta, lo puso sobre su boca, y con ayuda de un encendedor le prendió fuego, comenzando a llenarse el sitio de humo y olor a tabaco.

-Ya sabes cómo son las cosas muchacho, es una excluida- hablo de forma segura, si que creía firmemente en sus palabras -No se puede confiar mucho en ellos.

-Usted se equivoca.

-¿Mmm? ¿Piensas en poner en duda las palabras de tu superior?- su voz grave había tomado un tono más burlesco, le daba risa que un don nadie le cuestionaba -Eso es muy valiente de tu parte, y más si eres un novato- puso el cigarro encima del cenicero, golpeó con su dedo índice aquel objeto, quitándole así un poco de ceniza.

-Yo no soy ningún novato señor.

-Yo no lo creo muchacho- inhaló de aquel cigarro, miró al castaño para así expulsar aquel humo en el rostro de este -Si fueras un profesional, esa tipa ya estaría trás las rejas.

Vaya que ese sujeto era necio, solo lo estaba tratando de inútil por no seguir con sus ideas, como si de una familia conservadora se tratará. Daba igual que tanta barbaridad dijera sobre su compañera, esté nunca llegaría a tener una mala imagen de ella sin pruebas, aunque... Ha decir verdad, unas pequeñas pistas estaban presentándose frente él, pero prefería ignorarlas, no quería hacerse ideas negativas con la rubia, no se lo perdonaría para nada.

Sacudió su mano, apartando así el humo que estaba en su rostro, no le gustaba el carácter de su superior, pero ¿Que podía hacer? No quería arriesgarse a perder su trabajo por una estupidez, aunque todo lo que decía su mayor era una idiotez. El castaño se levantó de la silla donde estaba, dispuesto a irse para no seguir con esa estúpida plática.

-¿Ya te vas niño?- se notaba algo burlón el señor -¿No te agrada el olor a tabaco? O ¿Será que dañe tu corazón tan débil?- extinguió aquel dañino objeto con el cenicero.

-No me agrada usted...- murmuró, no quería que le escuchará, se dirigió a la puerta para poder irse de una vez, sin antes decir -Si tanto insiste, seguiré vigilando y ya veremos si la quita como sospechosa.

Una risa ronca salió de la boca del mayor -Ya se verá eso chico.

***

Dios, ese agente no podía ser más insoportable, para estar casi en la tercera edad, no era más que un niño terco y infantil, que no es capaz de aceptar que se ha equivocado en algo, aunque estaba en la razón en este caso, solo que Charlie ni él otro lo sabían aún.

Dance With The Devil - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora