Capítulo 4

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Después de haber huido de los brazos del rey de Busan, Taehyung terminó pasando una noche sin más eventos remarcables, notando la ausencia de más pretendientes y cómo ningún noble mencionó lo sucedido. El castaño agradecía la discreción, pues con su corazón un tanto descontrolado, no estaba en condición de formular respuestas genéricas que no delataran lo que realmente estaba sintiendo.

No comprendía el sentimiento que crecía en su abdomen y mantenía su cabeza caliente, su primera sospecha fue enojo e irritación por el comportamiento irreconocible del pelinegro, pero parecía que era mucho más que eso.

La mañana siguiente despertó dispuesto a seguir con su vida y con la determinación de olvidar el baile de la noche anterior, más se vio enfrentando la dificultad de aquello al sentir el fantasma de manos firmes apretando su cintura.

Con el objetivo de despejar su mente y deshacerse del calor que aún sentía envolver su cabeza, continuó su mañana con normalidad. Una vez estuvo vestido y listo para realizar sus tareas del día, su atención se desvió hacia la montaña de regalos que sus damas de compañía habían acomodado en una de las esquinas de la habitación. Sus ojos se fijaron en la pequeña caja decorada con un escudo que reconocía a la perfección, tres pilares sosteniendo una corona de 4 puntas; el escudo del reino de Busan. Recordando lo que Seokjin le dijo sobre el contenido de la caja, sus dedos cosquillearon con curiosidad por abrirla y ver la joya que el pelinegro había preparado para él.

Olvidó su enojo inexplicable por un momento y casi corrió para tomar la caja aterciopelada ente sus manos. Al abrirla y enfocar su mirada en el collar perfectamente puesto sobre el pequeño cojín, por sus ojos pasó un fugaz brillo imperceptible para la descuidada visión humana. El mencionado collar era toda una obra digna de admirar, con su estructura principal de platino e incrustaciones de diamantes de aproximadamente un centímetro cada una. De cada incrustación se desprendía una tanzanita con corte de pera rodeada de pequeños diamantes, resaltando los tres colores irradiados por la piedra preciosa: el azul, el violeta y el burdeos.

El calor en su cabeza bajó a su pecho al ver la piedra de su nacimiento. Aquella piedra no solo es extremadamente escasa y dada únicamente en las laderas de Merelani en Tanzania, sino que también el encontrarla implica una excavación exhaustiva y costosa. Cuenta la leyenda que un par de siglos atrás el pueblo de Merelani presenció la tormenta eléctrica más grande en la historia del país, y uno de los rayos cayó sobre unas piedras cristalinas amarillas de poco valor y causó el cambio del color a una combinación fría de azules y morados. Pronto, encontrar la piedra se había convertido en una expedición de alta demanda, puesto que además de tener aquel color precioso, se considera que posee propiedades mágicas de protección de energía y abundancia.

La tanzanita se había convertido en su piedra favorita que solo podía ver en libros de historia ilustrándola y describiendo su brillo inigualable, y ahora por fin la tenía en sus propias manos. Aún mesmerizado por la belleza de la joya, su cuerpo se movió en automático poniendo el collar sobre sus clavículas, convirtiéndose en el centro de atención opacando el traje gris que había elegido para ese día. Observaba maravillado su reflejo en el espejo, ignorando el toque en su puerta, más retomó su consciencia al ver a su acompañante parado atrás de él con una expresión de sorpresa y una mano subiendo a cubrir sus labios entreabiertos.

—Príncipe TaeTae, es esa...—no pudo terminar aun tratando de divisar bien la joya colgando del cuello de su amigo.

—Sí, es exactamente lo que piensas. —Contestó sin quitar su mirada del espejo.

—Oh por todos los cielos, ¿ese es el collar que el rey Jungkook le regaló? —Preguntó y vio como el castaño asentía— ¡¿Y aun así lo rechazó?! —Su voz subió un par de decibelios— Príncipe, sé que no es de mi incumbencia, pero con este regalo el rey merece otra oportunidad de cortejo. Solo usted sabe lo imposible que es conseguir esa piedra. Sus padres han pasado años tratando de regalarle una joya así.

El Rey Doncel | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora