Con el corazón aún herido por una traición afilada, el príncipe Taehyung salió de los calabozos acompañado por la reconfortante presencia del rey quien robaba vistazos fugaces al castaño de vez en cuando. El monarca hubiese deseado dar un castigo más fuerte a aquella anciana; ver a su príncipe afectado de esa forma le hacía hervir la sangre como nada más podía, pero no tuvo más opción que morder su lengua y asegurarse de que la traidora no pudiese poner ni un solo pie dentro del reino nunca más.
Terminaron de subir las escaleras, dejando detrás de ellos la pesadez que habitaba en esa parte baja del castillo que contenía el sufrimiento de todos aquellos que alguna vez se atrevieron a cometer un acto en contra del gran rey de Busan. Ahora, con un ambiente más liviano, Taehyung podía respirar más fácilmente, sin el peso abrumador en su espalda. En cuanto salieron del pasillo, un centinela se acercó.
—Príncipe Taehyung, tiene una visita esperando por usted en la sala principal. —-Anunció.
El castaño se alegró un poco, pensando en sus padres que llevaba tanto tiempo sin ver. Pasados esos meses alejado de su reino y sin recibir respuesta a las pocas cartas que había enviado, comenzó a preguntarse por el paradero de sus progenitores. En algún punto creyó que tal vez las cartas se perdieron en el camino, o quizás los reyes estaban demasiado ocupados; no quiso darle muchas vueltas al asunto. Pero con el secuestro efectivo y la gran intervención de Jungkook, probablemente se habrían enterado y estarían ahí para comprobar el bienestar de su único hijo. Se convenció a sí mismo de que sería así.
Volteó a ver al pelinegro, con una pregunta no dicha en su mirada.
—Estaré en mi despacho. Disfruta la visita. —Besó su frente, dejando un suave apretón en su brazo. —Acompaña al príncipe y aumenta la seguridad. —Le ordenó al centinela con firmeza en sus ojos para retirarse en dirección opuesta.
En el recorrido hacia la sala le pareció algo largo. Se imaginó a sus padres esperándolos y el gran abrazo que les daría con la satisfacción de que no corría más pelinegro. De que tal vez podría volver. Sintió emoción cuando las grandes puertas fueron abiertas, más la imagen de una sola silueta lo dejó un poco desconcertado.
—¡Taehyungie! Cuanto me alegra ver que estás bien. —Se acercó a paso rápido para estrecharlo entre sus brazos.
—Seokjinie, qué sorpresa verte aquí. —Reciprocó el abrazo. A pesar de no ser la visita que había anticipado, se alegró de igual forma por ver a su querido primo.
—¿Sorpresa? ¿Cómo no esperaste mi visita después de lo que pasó? Debía venir y ver con mis propios ojos que estuvieras bien. Completamente sano. ¿Estás bien? ¿No te duele nada? —Puso sus manos en su frente, revisando su temperatura, y paseó sus ojos por todo su cuerpo en búsqueda de alguna herida.
—Estoy bien. —Sonrió un poco— He sido muy bien cuidado en estos días y me he recuperado.
El mayor los llevó hacia el sillón para tomar asiento, haciendo una señal con sus manos entendida por una sirvienta para que les sirviera un poco de té.
—Cuando me enteré quise venir a liderar yo mismo los hombres de Jungkook y dejarlo encerrado aquí por su incapacidad de protegerte. Juró cuidarte y falló terriblemente. —Se quejó con gran vehemencia, demostrando bastante indignación en sus palabras— Cuando terminemos nuestro encuentro, iré personalmente a su despacho para darle el sermón que necesita.
Taehyung rio por los dramatismos. —Pero ya está todo bien. No estoy en peligro y el culpable de todo esto pagará. Todo está perdonado.
—Yo no he perdonado nada. —Se cruzó de brazos— No hasta me asegure de que no deje volver a pasar algo así.
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El Rey Doncel | Kookv
Romance"Me parece que no he escuchado tu voz en toda la noche." Su mirada bajó posando su atención en los labios en forma de corazón del castaño durante un milisegundo. "Mis palabras están reservadas para aquellos que sean merecedores de recibirlas." Dijo...