Capítulo 47

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El nuevo peso sobre el dedo anular de Taehyung reclamaba su atención con cada paso que daba. Ahora, con el brazo de Jungkook guiándolo por su cintura, sentía una nueva sensación de seguridad y poder. Lo que tanto había esperado ya estaba en sus manos, era completamente real. Caminó firmemente de vuelta al kiosco donde la recepción seguía imperturbada por los eventos en aquella esquina de la playa. Su pecho latía con fuerza, como si su mismo corazón bombeara con alegría y emoción. Retomaron su posición en el grupo que sostenía una conversación más bien tranquila. Sin embargo, cada par de ojos eventualmente fue atraído por el esplendor de las piedras preciosas posándose en la mano del doncel.

El primero en reaccionar fue Jimin. —¡Príncipe! ¿Se va a casar? —Sus brazos se estiraron para tomar la mano del castaño y darle un vistazo más detallado al espectáculo de joya.

—¿Finalmente el pequeño Jungkook ha tomado valentía para pedir tu mano? Me vi a mí mismo cediendo mi trono a mi bebé antes de presenciar este día. —Añadió Seokjin burlándose del monarca sin poder recibir reprimenda alguna.

Los donceles hablaban vigorosamente compartiendo risas y burlas por la tardía propuesta del pelinegro sin dejar de demostrar la alegría que aquel compromiso les brindada. En tanto, Hyungsik posó su vista sobre Jungkook, sus párpados algo entrecerrados y sus ojos brillando con algo que el monarca conocía muy bien.

—Felicidades, rey Jungkook. Le deseo muchos éxitos con su compromiso y futuro matrimonio. —Alentó el general Jung palmeando su espalda sin recibir mirada alguna del de ojos azabaches. Notando cierta tensión, decidió volver a su posición junto al señor Min y vigilar la situación a la distancia mientras los dos hombres se alejaban un par de pasos.

Pasando desapercibidos por los tres amigos entusiasmados, la distancia entre ambos se acortó peligrosamente, revelando la verdadera hostilidad entre el rey y el noble.

—Sus miradas inapropiadas no son bien recibidas de mi parte. Le recomiendo se abstenga de ofrecer tales vistazos a un futuro rey comprometido. —Esputó Jungkook expresando con su tono lo que sus palabras diplomáticas escondían.

—Rey Jeon, deberá saber que las amenazas expresadas a un noble no son más que un incentivo para cumplir con cualquier sea su cometido. —La sonrisa ladina y petulante tocaban cada cuerda en la irritación del pelinegro.

—¿Le enorgullece pretender cortejar a un hombre cuya mano ya está tomada? —Sus puños se cerraban con la misma fuerza que apetecía ejercer sobre el cuello contrario.

—Una mano no está completamente tomada a menos que se jure frente a un altar. De lo contrario la persona es libre de elegir de acuerdo a su predisposición. —Argumentó sosteniendo los ojos oscuros del molesto monarca.

—Noble Hyungsik es mi obligación como rey advertirle que su proximidad indecorosa hacia su futuro rey será tomada como un ataque directo y deberá ser respondido con un castigo correspondiente. Espero no lo tome por sorpresa. —Pronunció entre dientes ofreciendo una sonrisa casi mezquina.

—Lo indecoroso será determinado por el príncipe mismo. Un caballero actúa dentro de los límites que se le establecen. —Condicionó para después ofrecer una reverencia profunda—. Con su permiso, rey Jeon. Ha sido un placer hablar con usted.

El noble por fin se alejó, dejando que el pelinegro controle su respiración agitada antes de volver junto a su ahora prometido. Su sed de sangre había hecho acto de presencia con la descarada confesión de Hyungsik, deseando estar en la situación apropiada para terminar con él con sus propias manos sin que fuese considerado un tirano.

La velada continuó sin más enfrentamientos y noticias emocionantes. No quedaba más que dejar el tiempo pasar y observar la pareja recién casada disfrutar de sus nuevas promesas en un matrimonio que daba sus primeros pasos a la felicidad eterna. Fue de gran entretenimiento para los invitados el protocolo para cortar el pastel, la novia sonriente sosteniendo el largo cuchillo para cortar la primera porción que compartirían y el novio preparado con la espátula para recibirla y ponerla sobre el fino plato de porcelana. El rey de Jeonjun, aunque muy propio para liderar y una inteligencia que le permitía mantener la paz entre su gente, no contaba con la destreza motora para desempeñarse como es esperado en tal tarea. Su pulso tambaleante y su naturaleza inhábil terminó por tumbar aquel trozo delicadamente cortado para dar fin con su corto viaje en el piso de mármol. Habituado a las instancias a las que su torpeza lo llevaba a vivir, se preocupó por asegurarse de que su ahora esposa no esté pasando por un momento bochornoso. Sus subieron algo entrecerrados por la culpa y sus labios apretados revelando los hoyuelos que en tantas ocasiones lo habían salvado de sermones sinfín. Tal fue su sorpresa ver a Myeongsuk sonriéndole de par en par subiendo sus brazos para tomar sus mejillas entre sus delicadas manos. La unión del par quedó evidenciada como creación de los mismos dioses cuando al posar sus dedos sobre la piel bronceada la manchó del blanco de la crema que se había untado en sus dígitos. Parecían encerrados en su propia burbuja compartiendo dos sonrisas cómplices a las que solo bastaba dar un vistazo sin cuidado para reconocer el querer que en sus almas habitaba.

El Rey Doncel | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora