Capítulo 55

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El poderoso monarca Jeon Jungkook, quien lideraba con gran virtud y frente fuerte, parecía estar al borde del llanto como un niño, aferrándose a las faldas de su madre que debe partir. En ese instante, en lugar de ser a su madre, miraba con ojos cubiertos por una fina capa de lágrimas a su prometido —más sus fieles guardias jurarían no haber presenciado tal escena—. El rey Kim Taehyung, junto a su fiel acompañante Park Jimin, debía partir a su lugar de nacimiento, Daegu, para dar inicio a sus labores como gobernante. Su ausencia en el castillo de Busan no era definitiva; más como un retiro de alrededor de un mes para establecer uniones importantes y dar una nueva dirección al reino. Sin embargo, la visión de cuatro semanas de soledad le traía un amargo sabor a la boca del rey de Busan, quien no aceptaba consuelo que no incluyera la permanencia del castaño en el mismo territorio que él.

—Jungkook, amor. Prometo escribirte por lo menos una vez por semana. —Su mejilla estaba presionada contra el pecho del mayor y sus brazos en un firme agarre sobre la cintura de este. De acuerdo al testimonio de los guardias, era el doncel quien más parecía abatido por su partida. Aseguraban también que su rey consoló con rostro firme a su prometido—. No notarás mi ausencia. Estaré de vuelta cuando menos lo pienses.

—¿Cómo te atreves a afirmar que no notaré tu ausencia? —Los sorbidos de su nariz delataban su estado—. Cada noche sufriré el frío que dejará tu partida.

El castaño se forzó a no blanquear sus ojos frente a la reacción del rey. Aunque prefería no admitirlo, también sentía la seguridad en su pecho de que extrañaría al pelinegro, más la demostración del monarca iba más allá de lo que él mismo estaba dispuesto a demostrar. Se limitó a dar suaves palmadas en la espalda contraria, optando por no comentar en el subir y bajar errático de este.

—Escribe dos veces por semana y prometo no distraerte con visitas de mi parte. —Su voz adoptó cierto color nasal.

—Quedará apuntado con gran importancia dentro de mis oficios diarios. —Subió por la espalda contraria hasta llegar a la cabeza y así enredar los dedos en la oscura cabellera. Aquello pareció calmar al desconsolado rey.

—Te extrañaré, amado mío. Le preguntaré a la luna por ti sin falta.

El orgullo del castaño logró ser quebrantado. —Le diré a la luna cada detalle de mi día para que sepas que estoy bien. —Giró la cabeza para mirarlo los ojos—. Serás mi pensamiento favorito.

En un instante casi fugaz, un mohín tembloroso se dibujó en los labios de Jungkook, desapareciendo tan pronto hizo presencia. El pelinegro sostuvo las mejillas de su amado con ambas manos y pintó una imagen mental de cada detalle de su rostro para asegurarse de no olvidar ni uno solo de sus lunares. Una vez satisfecho con su labor, besó los labios carmín, dueños de sus más lindas poesías. Fue lento y cuidadoso, incapaz de desperdiciar el último tacto con impaciencia. El castaño sintió por primera vez el vacío en su pecho de la lejanía de su prometido, empatizando con las demostraciones del mayor. Cerró los ojos, saboreando cada segundo de aquel beso, y deseó alejar el momento de su partida. Para su sorpresa, Jungkook fue el primero en alejarse; quería protestar. 

Para la otra pareja, el escenario no era muy diferente, con el único detalle a destacar que en ese caso particular, el doncel rubio era quien se permitía demostrar más de lo que en su pecho sucedía. El de ojos felinos parecía más bien molesto, sin llegar a aprobar la partida de su pareja por un tema de acompañamiento. Aunque respeta al rey Taehyung, sus sentimientos se sobreponen a su profesionalismo cuando del rubio se trata. Más sus pensamientos permanecieron lejos de ser pronunciados; no estaba entre sus deseos molestar al ya inestable monarca y condenarse a cuatro semanas de enojo y miradas amargas.

—Ya debemos partir para aprovechar la luz del sol. Te escribiré en cuanto llegue, ¿sí? —Prometió con labios abultados, más Yoongi se concentró más en la forma en la que los cabellos dorados brillaban sin pena alguna.

El Rey Doncel | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora