Intento comer mi pasta sin levantar la mirada de esta. Ni siquiera por un segundo me puedo permitir cometer ese error. Hugo se encontraba justo frente a mí y yo solo quiero esconderme bajo la mesa. Pero lamentablemente no puedo, odio ser adulta. Solo esta vez hubiera preferido ser una adolescente inmadura y simplemente huir de esta situación.
Tuvimos tres citas hace unos meses, luego de eso decidí no volver a verlo. No tenía tiempo para una relación, estaba en una etapa muy importante de mi pasantía y no podía darme el lujo de tener distracciones. Le dije que no quería nada más con él por un mensaje de texto, fui cobarde lo sé, pero no tenía el valor de decírselo mirando a esos ojos azules tan cautivadores que posee. Lo acepto siempre me he sentido atraído por personas de ojos azules, de hecho todos mis ex lo han tenido así, excepto Oscar. Creo que él fue la excepción.
—Jugar con la comida no cuenta como "comer" —Levanto la mirada para encontrarme con mi mejor amiga, la cual está sentada junto a mí. Espero que sus palabras la hayan dicho lo suficiente bajo para que solo yo pudiera escuchar.
—Lo sé —Sujeto la copa de vino que había frente a mí y tomo un poco de su contenido para poder relajarme un poco y tratar de incorporarme, aunque sea un poco a la conversación.
—Disculpa la pregunta Hugo, pero ¿qué haces aquí?
—¿Quieres que me vaya Emil? —cuestiona Hugo levantando su tono de voz.
—Sabes que no me refiero a eso —se trata de explicar Emil. Pero Hugo lo interrumpe.
—Tranquilo, lo sé.
Una sonrisa se posa en sus labios. En el poco tiempo que compartimos me di cuenta de que le encantaba decir algo serio, cuando en realidad estaba bromeando.
—Se casa la bruja que tengo de prima y mis padres me asesinaban si me la perdía —expone Hugo.
—Podrías venir el viernes ¿Lo sabes? —ruge Carol.
—Lo sé, pero me puse a pensar que viajaría por casi diez horas ¿solo por un día?
—Buen punto, mejor aprovechar toda una semana —comenta Alex, el cual había terminado su comida.
En realidad, todos estaban a punto de terminar, así que agilizo mi mano para así comer lo más rápido que puedo sin parecer un animal que no ha comido en semanas.
Por mi bienestar mental no soy la última en terminar. Los chicos hablaban entre ellos sobre el mundial, el cual ha terminado solo hace unas semanas. Aprovecho mi desconocimiento sobre algún tipo de deporte para colocarme de pie y arrastrar a mi mejor amiga a un lado.
Ella trae una botella de vino y dos copas.
—¿Quieres? —Me brinda un poco.
—No—gruño.
—Oye no te enojes.
—Hugo está aquí.
—Si —dice como si eso no significara una posible crisis existencial para mí.