Mi corazón late con fuerza sobre mi pecho. Toda la saliva de mi boca ha desaparecido y mis manos han comenzado a sudar, intento disimular secando estas con mi vestido. No puedo creer que sea él. La persona que más he amado en esta vida está justo frente a mí. Estaba informada que lo vería, me había convencido de que verlo no me causaría absolutamente nada. Pero creo que solo me había mentido a mí misma.
Luce igual como la última vez que lo vi, es como si los años no tienen efecto sobre él. Su cabello está estrictamente peinado, no hay rastro de barba por ninguna parte de su rostro. Sus ojos están sobre los míos y me obligo a mantener la calma. No puedo permitir que se percate de su efecto en mí.
Recuerdo cómo sucedieron las cosas. Como él decidió irse y sacarme de su vida. No olvido como le rogué que se quedara, cosa que no me siento orgullosa de haber hecho. Porque entendí, aunque algo tarde, que no deberíamos suplicarle a nadie que se quede en nuestra vida, quien no quiera estar, es libre de irse.
Mi corazón anhelaba que él siguiera siendo parte de mi vida, aunque fuera solo como un amigo. Pero él no quiso. Ahora solo somos unos conocidos con una historia que inició de una forma tan inesperada, pero que tuvo su fin como todo en esta vida. Nada es para siempre, eso lo tengo claro.
Trago seco y me obligo a sonreír.
—No sabía que habías llegado —Mi voz es suave.
Me giro para mirar hacia el frente mientras vuelvo a colocar mis lentes de sol.
—Lo hice esta madrugada. No quería que Carol me gritara por arruinar todos los planes para esta semana.
—Cualquiera que le arruine algo de lo que ha planeado para esta semana. Créeme no lo pondrá contar, porque estará muerto —Acomodo un poco mi cabello.
Busco en mi cabeza una excusa para bajarme ahora mismo de este vehículo. Ahora lamento no haber desayunado. Hubiera preferido mil veces enfrentar a Alex y continuar con aquella conversación. Que estar en esta situación.
—Fresita —Esa voz hace que vuelva a la realidad.
Mis ojos se encuentran con Ángel, está justo frente al vehículo, una sonrisa ilumina todo su rostro. Su cabello está más largo que la última vez que hicimos videollamada. Eso fue solo hace un mes.
—¿No vas a saludar al amor de tu vida?
Su pregunta me hace también sonreír. No lo dudo ni un segundo y me bajo del vehículo, él se mueve hacia mí. Sus brazos rodean mi cintura mientras los míos rodean su cuello. No pudo haber llegado en mejor momento. Creo que nunca había estado tan feliz de verlo. No se imagina de la que me ha salvado o tal vez lo sabe a la perfección.
Después de todo, creo que es la persona que más me conoce en este mundo. Ni siquiera Alex, Carol o Emil. Me conocen a la magnitud que él lo hace.
—Sí, lo sé. Me extrañaste como una loca.