Óscar
Mi padre me habla de que deberíamos pasar las vacaciones de navidad en un lugar con nieve. Él sugiere Alemania, lo que me hace pensar que es más sugerencia de mi madre que de él. Quiero seguir prestando atención a su lista de razones por lo cual ese país es la mejor opción.
Pero la pelinegra, que acaba de salir a tomar sol, me atrapa por completo. Ha despojado de su cuerpo aquel vestido blanco que le hacía ver como un ángel y ahora su bikini de color azul, tan intenso como el mar, hace que cada parte de su cuerpo resalte. Tal vez debería disimular, aunque sea un poco, sin embargo, me siento incapaz de retirar mi mirada sobre ella.
Se encuentra hablando con su madre mientras ambas se encuentran sentadas tratando conseguir un bronceado. La sonrisa que decora su rostro ilumina todo mi mundo.
Suponía que volver a sentirla junto a mí, haría que mi alrededor se torne totalmente insignificante. Pero ahora me doy cuenta de que no tiene que estar a mi lado para traer paz a mi vida, con el hecho de tenerla cerca, con tal de verla. Mi corazón se siente pleno.
No puedo negar el hecho de que poder haberle contado algo de lo sucedido en estos años separados, trajo alivio a mi cuerpo. Porque sentía que le estaba ocultando partes de mi vida y no quiero eso, quiero que ella conozca todas mis capas, incluso la que detesto. No exijo ni por un momento que ella se abra conmigo, solo porque lo hice. Necesito que lo haga cuando se sienta libre de hacerlo.
No olvido que para ambos fue más fácil abrirse cuando solo fuimos amigos, porque no hubo presiones. Solo era una chica y un chico que amaban la compañía del otro, que se sentían en confianza de ser ellos mismos.
—Y me divorciaré de tu madre.
Las palabras de mi padre me hacen girar mi cabeza de golpe para posar mis ojos en él.
—¿Qué? —Debí escuchar mal.
—Oh, ¿si estás escuchando? —Una sonrisa burlona aparece en su rostro—Pensé que estaba hablando solo.
—Lo siento, me distraje.
—Lo noté, créeme—Termina de tomarse su jugo —Estoy feliz por ti—Su mirada se posa sobre Isabela unos segundos para luego volver a mirarme—Espero que esta vez no haya comas en su historia.
—A mí no me pareció una coma, temí que fuera un punto final y aún no estoy seguro de que no lo sea. —confieso.
Sé que ambos estamos tratando de avanzar en este camino, pero la vida suele ser un caos. Conocemos el día de hoy, pero el mañana es un completo desconocido.
—No le temas a eso, tú esfuérzate, da lo mejor y disfruta de cada momento junto a ella—Su voz es profunda y segura —Si en algún momento se acaba, no tendrás el remordimiento de que no diste lo mejor de ti.
Mi mayor temor es que dé todo de mí y eso no sea suficiente. Ni siquiera me atrevo a decirlo en voz alta, pero es la verdad.
—Si la vuelvo a perder— aclaro mi garganta — perdería la razón por la cual no me rindo cada día.