Óscar
Golpeo con suavidad su espalda para evitar que se ahogue con ese helado de chocolate, el cual tanto defiende. No sé si soy el único, pero puedo disfrutar del chocolate y no gustarme el helado de este sabor. Suelen ser muy amargos para mi gusto.
—¿Estás bien? —pregunto cuando deja de toser y me fulmina con la mirada.
—¿Cómo puedo estarlo? Cuando dices esas cosas.
—Solo hice un comentario—Paso la servilleta que sostenía en una de mis manos por la comisura de su labio, quitando todo resto de helado existente.
—Un comentario dice —Isabela blanquea sus ojos mientras echa lo que queda de su helado en la basura.
Ella me había dicho al momento de comprar el helado que nada podría hacer que no disfrutara de este postre. Pero creo que yo he encontrado una razón.
—No me culpes a mí, tú eras la que se comía ese helado de esa forma tan provocadora.
Solo es la verdad.
—¿Provocadora? —Enarca una ceja—Yo no soy provocadora.
Sé que está a punto de echarme la culpa de todo por mal pensado, pero no lo voy a permitir.
—¿No lo eres? Se te olvidó que hace unas noches casi te aprovechas de mi inocencia—digo mirándola directamente a sus ojos.
Finjo estar ofendido colocándome de pie. Pero la verdad, no lo estoy. Ni siquiera un poco. Me hubiera fascinado haberla complacido aquella noche, pero para mi mala suerte, ella no estaba en sus cinco sentidos.
Aunque estoy seguro de que jamás seré capaz de olvidar la imagen de Isabela sobre mí, pidiéndome que sacie sus ganas. Una parte de mí creía que ella no recordaría nada de la despedida, porque su sistema tenía demasiado alcohol, pero su rostro enrojecido, la forma de como aprieta sus labios y su mirada llena de sorpresa, me dice lo contrario. Lo recuerda todo.
Ella mira a nuestro alrededor como si alguien más nos observara. Sin embargo, sé que nadie lo hace, todos están sumergidos en sus propios asuntos.
—¿Recuerdas eso?, ¿cierto? —Me aseguro.
Ella niega con su cabeza con rapidez.
—No recuerdo nada y tú tampoco —Se levanta de golpe de su asiento—Sácalo de tu cabeza, eso nunca pasó.
Sus palabras torpes y rápidas, hace que una sonrisa se pose sobre mis labios. Aunque no crea que voy a dejarlo pasar así de fácil, tengo que aprovechar esta oportunidad y créanme que la disfrutaré.
Echo el resto de mi cono de helado a un basurero justo a mi izquierda.
—Por supuesto que pasó, —Mis ojos detallan los suyos, mi voz se vuelve más áspera—jamás olvidaré lo caliente y húmedo que se sentía tu exquisito...—No puedo seguir hablando porque ella cubre mi boca con sus manos.