Parpadeo varias veces para confirmar que mis ojos no me están engañando. Ángel se encuentra apoyado contra la pared mientras se besa con intensidad con la pelirroja de la cual aún desconozco su nombre. Sus manos aprietan la pequeña cintura de la chica.
Sé que debo moverme y marcharme de aquí antes de que se percaten de mi presencia, pero por alguna razón que desconozco no lo hago. Creo que es el hecho de que lo último que esperaba al salir del baño era encontrarme con esto. Noto que terminan el beso.
Seis segundos es lo que le toma a Ángel posar su mirada en mí, lo sé porque los he contado. Pero no me doy el tiempo de ver su expresión, por fin mis piernas se mueven y no dudo en salir de aquel pasillo con intención de volver con todos, pero algo no me lo permite. Es la mano de Ángel que sujeta mi muñeca.
—Deberíamos ir a caminar a la playa.
—¿Por qué deberíamos hacer eso? —pregunto enarcando una ceja.
—Porque tenemos que hablar.
—¿De cómo te estabas comiend...?—Él no me deja terminar la pregunta. Su mano sobre mi boca me lo impide.
—Shhh, baja la voz — dice con rapidez y mira alrededor al ver si alguien ha escuchado mis palabras —Estoy a tu lado.
Quito su mano de mi boca mientras no puedo evitar reír un poco por su reacción.
—No lo dije alto, exagerado.
Siento que coloca su brazo sobre mi hombro y me guía hacia las escaleras. No me opongo, porque mentiría si dijera que no me da curiosidad saber lo que sucede entre la pelirroja y él. Justo al comenzar a bajar las escaleras noto que Óscar y Amelia vienen subiendo estas, quiero devolverme, pero sé que esa no es una opción. Mantengo mi mirada en mis pies no vaya a hacer que mi torpeza se ponga contra mí.
No entiendo la razón por la cual sentimos cuando alguien nos mira, pero eso estaba sucediendo justo en ese momento. Bajo ninguna circunstancia voy a subir la mirada a averiguar si se trata de la mirada de Amelia o de la suya. Prefiero quedarme con la duda.
Un escalofrío recorre toda mi espalda al sentir como mi mano roza con la de Óscar. Tiene que ser la suya, él es quien sube de mi lado, además la calidez que siempre ha emanado su mano es algo que no cambia ni siquiera con el pasar de los años.
Acelero mis pasos para bajar esas escaleras con rapidez. Ángel me sigue el paso. Quito su brazo de mi hombro al sentir la arena en mis pies, me acerco a una palmera para conseguir protección del sol en la sombra de esta.
Paso mi mano por mi pecho unos segundos, no entiendo la razón de que lata con tanta fuerza.
«Si conoces la razón, solo no quieres aceptarla.»
No la entiendo, me niego a pensar que ese simple roce me ponga así. Sentirme así es patético de mi parte, no puedo permitirle que tenga ese poder sobre mí, no después de todo lo que ha sucedido. Lo único que debe quedar de él en mí son los recuerdos, nada más.