Oscar
Tengo que dejar de mirarla. En serio lo estoy intentando, pero no lo logro. Tenía tanto sin poder estar lo suficiente cerca para apreciarla. Existe solo tres metros de distancia entre nosotros y mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Sabía que la había extrañado, que la he echado de menos. Pero hasta ahora sé lo mucho que mi corazón anhelaba volver a tenerla cerca.
Tres años desde que le puse fin a nuestra relación. Dos años desde que decidí que estaría mejor sin mí. Un año desde la última vez que la vi. Ella no lo sabe, pero volví por ella. Fui hasta su universidad, ella estaba sentada debajo de un árbol, varios libros la rodeaban al igual que varias personas. Parecían estudiar para alguna prueba importante.
Estuve a punto de acercarme, pero no pude al ver como una sonrisa iluminaba su rostro. Sabía que esa sonrisa desaparecía al verme. No puedo decidir alejarme de su vida y volver cuando quisiera, sería injusto para ella. Ella merece alguien que nunca se haya ido, alguien que siempre la elija. Me destroza saber que yo no lo hice.
Por eso no volví a tener ningún contacto con ella. Me había convencido de no volver a su vida. Pero cuando Mateo me informó de su boda. Lo único que vino a mi cabeza es que la volvería a ver. Pensé en no venir a la boda, pero no podía hacerle eso a Mateo después de todo su apoyo durante toda mi vida.
Así que la única opción era asistir. En mi cabeza entró una loca idea, una idea que no me dejaría dormir por semanas ¿Ella me daría una segunda oportunidad?
Ni siquiera estoy seguro de merecerla. Pero de ser así, lo arriesgaría todo por hacerla volver a mi vida. Mis sentimientos por ella no han disminuido ni un centímetro, al contrario, solo han aumentado. No tengo ninguna duda, ella es el amor de mi vida. Es la única persona con la cual me veo compartiendo el resto de mi vida.
Esta mañana me ganó la emoción y no pude evitar correr a hablarle cuando la vi subir a aquella camioneta. No sabía que iba a decirle, no sabía cómo reaccionaría. Pero necesitaba tenerla cerca nuevamente.
—Debes dejar de mirarla así.
La voz de Amelia me trae la realidad y aunque no quiero dejar de hacerlo, lo hago. Fijo mi mirada en la copa de vino que hay sobre la mesa.
—Debes darle tiempo. Esto debe ser difícil para ella.
—Lo sé.
Siento la mano de Amelia acariciar mi brazo y solo me limito a asentir. Agradezco tanto que haya aceptado venir conmigo. Ella no tiene idea, pero no hubiera soportado estos años si no hubiera tenido su apoyo. Dejó de ser solo mi asistente hace tanto tiempo, se ha convertido en una hermana para mí. Tener a alguien que te extienda su mano cada vez que estés en el suelo, eso hace la diferencia.
—Gracias por venir.
—No podía permitir que vinieras solo. Eso sería como mandarte a la guerra a morir —Una leve sonrisa está sobre sus labios —Ese debe ser Hugo —Ella deja de mirarme.