¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Isabela
Al levantarme lo primero que hice fue salir de la habitación con mucho cuidado queriendo evitar hacer ruido. No quiero ser la causa de que Óscar se levante. Me acerco al teléfono que posee la habitación para así mandar a preparar el desayuno, he visto en el menú que hay una bandeja que se puede colocar sobre el agua y como tenemos una piscina solo para nosotros, creo que debemos aprovecharla.
Sé que ayer no terminamos la noche de la mejor manera. Deseo con todo mi corazón que podamos retomar nuestra historia de la forma más sincera posible, pero el pasado no es algo que pueda hacer que desaparezca con magia. Lo que viví en el pasado es algo que estará en mi memoria por siempre y sé que debemos hablar de cosas específicas para poder dejarlas atrás, pero también sé que no tenemos la obligación de hablarlas todas en esta semana, la oportunidad de platicar sobre esos temas surgirá con el tiempo. Porque después de todo lo sucedido el día de ayer, mi corazón anhela que lo que más tengamos sea eso, tiempo.
Vuelvo a mi habitación para poder tomar una ducha y luego colocarme un bikini de color rojo, el cual sobresalta mis atributos. No puedo mentir, mi cuerpo ha mejorado con el pasar de los años, me he convertido en una fiel seguidora del gimnasio. Suelo ir cuatro días a la semana, todo gracias a Emil y Alex, después de tanta insistencia, me les uní. Hacemos llamada desde el gym cada lunes, es como una forma de confirmar que todos fuimos ese primer día de la semana, que es el más difícil.
Me coloco un vestido color blanco que llega a la mitad de mis muslos para poder recibir la bandeja. Permito que la acomoden en la piscina mientras me hago una cola alta para evitar que mi cabello me estorbe al nadar. Cuando los empleados del hotel se marchan, la puerta de Óscar se abre, captando toda mi atención.
Lo primero en que me enfoco, es en su torso desnudo. Me obligo a tragar toda la saliva de mi boca. Sus ojos no están abiertos en su totalidad, es evidente que le molesta el exceso de luz que contiene este lugar porque se acaba de levantar. Su cabello despeinado lo hace ver aún más atractivo de lo que es.
—Isabela, me puedes decir...—hace una pausa mientras se recuesta sobre el marco de la puerta —¿Por qué te ves tan deseable esta mañana?
Mis mejillas se calientan ante su pregunta y me obligo a mirarlo a esos ojos que me miran con ese brillo que hacen mi piel se erice.
—Siempre me veo deseable, Óscar—pronuncio su nombre de la forma más seductora que conozco.
Sus ojos recorren todo mi cuerpo con un detenimiento que hace que mis piernas quieran fallarme.
—Tienes toda la razón, —Sus palabras hacen que una sonrisa se pose sobre mis labios—no puedo objetar nada.
—He pensado que podemos pasar la mañana en la piscina, —comento mirando los ventanales que nos separan de la terraza. Trato de disimular el calor excesivo que he comenzado a sentir —He pedido el desayuno.