Isabela
No puedo creer que he tenido el valor de hablar con Oscar. Pero desde el momento que Ángel insinuó que no merecía a su hermano, no tuve paz. A pesar de que nuestra historia no tuvo el mejor final, lo que llegamos a vivir juntos es algo que siempre recordaré con cariño. Oscar fue la primera persona que en serio me hizo sentir segura y sí, había tenido novios antes, pero ninguno se compara con él. Estoy segura de que a ninguno lo amé como a él.
Sé que suelo ser un desastre, lo poco que pude dormir anoche, lo confirma. Al levantarme el día de hoy lo primero que hice fue buscar a Carol, requería hablar con alguien, despejar mi mente y aclarar mis dudas. Después de esa conversación todo estaba claro para mí, necesitaba hablar con Oscar. Darle la oportunidad de explicarse y aunque mi confianza hacia él se ha visto afectada, eso es algo que se podría cambiar.
Carol me obligó a prometerle que me cuidaría, pero que me apoyaba si decidía arriesgarme. Así que hizo todo lo que estaba en sus manos para que tuviéramos tiempo de hablar antes de que iniciara la ceremonia. Le dije que podría esperar a que se terminara la boda, pero ella estaba segura de que me arrepentiría de ser así. No pude contradecirle, este pequeño momento de valor debía aprovecharlo.
Si ambos estamos dispuestos a intentarlo, nada será fácil, nos costaría trabajar bastante en nosotros, pero algo me dice que todo ese esfuerzo valdría la pena, si él está a mi lado. Porque no pudiera estar en paz si no me saco esta duda de mi corazón. Él me ha dejado claro que me quiere de vuelta en su vida y para ser totalmente sincera conmigo, yo lo quiero en la mía. Quiero ver si de verdad podríamos tener una segunda oportunidad.
Aunque existe la posibilidad de que no funcione, si sucede eso me romperé en pedazos, no tengo dudas. Pero al menos estaré en paz conmigo.
El amor no es suficiente, se necesita esforzarse cada día, dar lo mejor de uno mismo. Si Oscar está dispuesto, yo también lo estoy.
—Sí, solo tú y yo—respondo con firmeza.
Una sonrisa radiante aparece sobre su rostro y no sé cómo ese simple gesto aún puede provocar tanto en mí. Él rodea mi cintura con su brazo libre y lo agradezco, porque si no mis piernas hubieran podido fallarme. Siento como esconde su rostro en mi cuello fundiéndonos en un abrazo. Uno que ambos necesitamos.
—Me prometes que esto no es un sueño—dice sobre mi oído.
Mi piel se eriza de inmediato y tengo que aclarar mi garganta para poder hablar.
—Lo prometo.
—Me acabas de alegrar la existencia—Se aleja de mi cuello para colocar su rostro justo frente al mío—Eres y siempre serás lo mejor que me ha pasado en esta vida. Nadie ha podido ocupar el lugar que tienes en mi corazón, porque la verdad es que no hay nadie que se compare a ti, ni siquiera existe alguien que te llegue a los tobillos, Isabela.
—Oscar —Siento mis mejillas arder, necesito que se detenga.
—¿Qué? No puedes evitar que mi corazón grite todo lo que había anhelado decirte por tanto tiempo.