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Oscar
Agradezco que la música esté a un volumen soportable, así puedo pensar. Quiero disfrutar de esta noche porque es un día importante en la vida de Mateo, él me ha apoyado durante cada etapa de mi vida y lo mínimo que puedo hacer es lo mismo. Pero tener a Hugo justo frente a mí en la mesa póker no es de ayuda. Es que no entiendo por qué a Isabela le interesaría esta escoria.
Noto lo lastimado que se encuentra su rostro, pero el arrepentimiento ni se asoma por mi cabeza. Alguien que habla de alguna mujer como él lo hizo, se merece la paliza que le proporcioné.
Una parte de mí le gustaría decirle todo a Isabela, explicarle con exactitud todo lo sucedido, pero no puedo. Sé que, aunque deteste la idea, a ella le importa Hugo y sus palabras la afectarían, no quiero que resulte lastimada y menos por lo que dijo ese inútil.
—No se imaginan que acabo de ver al regresar del baño—expresa con dificultad Emil. Es evidente que está borracho.
Soy el único que no se encuentra de aquella forma, he decidido mantener mi sistema libre de alcohol incluso esta noche. Apenas me he tomado una copa de vino, estoy seguro me tocará asegurarme que todos sobrevivan esta noche.
—¿Qué? —investiga mi hermano. El cuál se encuentra a mi derecha.
—Vi unos policías entrar a la suite de las chicas.
—¿Policías? —pregunta con preocupación Mateo —¿Estarán bien? —Se coloca de pie con rapidez.
Es evidente que el alcohol no le ha permitido procesar la información, obviamente no son policías, sino desnudistas.
—No seas tonto, obvio que están bien —responde Emil —Son strippers —susurra para todos.
No puedo evitar negar con mi cabeza ante su acción.
«¿Por qué susurra? ¿Tiene miedo de que alguien lo escuche?»
—¿Qué? No —dice de inmediato Alex —Carol dijo nada de strippers.
—Bueno al parecer solo se refería a Mateo —comenta uno de los primos de Carol —Eso es una injusticia.
—No es cierto —Mateo vuelve a tomar asiento —Ella no haría...—se queda en silencio, porque él conoce a su futura esposa.
Aunque ambos sabemos que ella no es que lo planearía lo de los strippers, sino una de las chicas que la acompañan esta noche. Pero es obvio que Carol tampoco se opondría.
—Debemos ir, acabar con su diversión—propone Emil.
—¿Por qué? —pregunto.
No debíamos interponernos en eso. Es su fiesta y no deberíamos interrumpirla, menos arruinarla con nuestra presencia.
—Porque sería lo justo— comenta Hugo. Es imposible no posar mi mirada en él —¿Ahora no quieres entrometerte?
