Isabela
Necesito parpadear varias veces para asimilar lo que estoy viendo, no puedo creer que Hugo y Oscar se pelearan como si fueran dos niños de secundaria. Me da miedo pensar las razones por la cual se golpearían, pero vamos. Creo que todos sospechamos que tiene que ver conmigo, aunque haría lo que sea para que no sea así.
Mis ojos se posan sobre los grises de Oscar, quisiera poder ser capaz de leer su mente para saber lo que pasa por ella. Él no me mira, está concentrado en ver al hombre que se encuentra aún tirado sobre el césped. A diferencia de este, Oscar apena, está golpeado.
Veo como dos jóvenes ayudan a Hugo a levantarse, si no me equivoco son también primos de Carol. Mi corazón torpe quiere ir hacia donde Oscar y asegurarse que está bien, pero escucho que dicen que llevarán a Hugo al hospital y eso hace que mi cerebro tome el control.
Mis pies caminan hacia Hugo. Lo sigo con pasos veloces. Logro alcanzarlos cuando entran a la casa.
—¿Estás bien? —pregunto lo más estúpido de este mundo cuando claramente puedo ver que no lo está.
—Sí, no te preocupes —responde Hugo cuando sube su mirada para verme.
Trago en seco cuando veo todas las facciones de su rostro lastimadas.
—¿Qué ha pasado? —Logro preguntarle cuando salimos de la casa.
Uno de sus primos se va corriendo a buscar un auto para así poder llevarlo al hospital.
—Oscar es un salvaje, eso pasó —contesta el chico que aún sostenía a Hugo —Pero no me sorprende, fui con él a la escuela. Pensé que había cambiado, pero al parecer no.
—Los animales no cambian —agrega Hugo con ira.
Me quedo paralizada en mi lugar.
Eso no es cierto, ¿verdad? Oscar no es agresivo y jamás golpearía a alguien porque sí.
No me muevo cuando el auto se estaciona frente a nosotros. Los escucho invitarme a ir con ellos, pero niego con mi cabeza. Ellos se marchan y yo decido entrar a la casa.
Necesito hablar con Oscar. Lo que dijeron de él no puede ser cierto.
«Por supuesto que no. Hugo solo miente para salvar su pellejo, pero conocemos a nuestro bombón. Él no es así.»
Eso espero.
Camino con rapidez tratando de ubicar donde han traído a Oscar para sanarlo. Me detengo cuando veo salir a sus padres de la pequeña biblioteca que posee este lugar. Sin dudar me acerco.
La puerta está semiabierta y logro identificar a Oscar sentado en uno de los pequeños sillones. Al parecer ya lo habían curado, no existe rostro de sangre sobre su cara, pero sí distingo que del lado izquierdo de su rostro está levemente inflamado. Sobre sus nudillos tiene bolsas de hielo.