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Oscar
La tarde transcurre con agrado, hace años no veía la familia de mi madre reunida en un mismo lugar. Creo que desde su muerte todo cambió no solo para mí, sino también para cada persona que tuvo la dicha de conocerla. Todos procesaron su partida a su manera y nunca seré capaz de juzgar a alguien por la forma que decide manejar su dolor.
No sé mi manera fue la correcta, lo único que sé que gracias a eso sigo aquí. Me concentré en mi trabajo de una manera que muchos especialistas de la salud podrían considerar poco sana. Mi única preocupación era multiplicar de manera extraordinaria el imperio que había construido mi abuelo y en solo tres años puedo decir que estoy a punto de lograrlo. He sido de capaz de expandir nuestras cadenas de hoteles y de restaurante por México, Argentina, Brasil, Italia y Francia.
Eso sí, esto solo es el principio para lo que tengo pensando. Aunque no negaré que ahora necesito unas vacaciones. Han sido unos años productivos, pero emocionalmente he sido un caos y mi único refugio, aunque me cueste aceptarlo fue el alcohol. Pero gracias a mi madre pude evitar caer en un pozo sin fondo.
Ella nunca le había interesado trabajar en su vida, todo lo había dejado en manos de mis tíos y mi padre. Pero luego de todo lo sucedido creo que buscaba darle un sentido a su vida y no dudó en unirse al negocio del cual había sido parte por años. Es una persona capacitada, tiene un título en marketing y otro en economía. Ella es capaz de hablar cinco idiomas: español, inglés, italiano, alemán y portugués.
Al estar trabajando a mi lado pudo darse cuenta del desastre que me estaba convirtiendo y pudo ser esa luz en medio de tanta oscuridad. Gracias a Dios pude alejarme del alcohol antes de que fuera tarde. Hoy en día solo me limito a tomar vino y solo en eventos sociales. Aunque no mentiré a veces mi mente me tienta, pero trato de mantenerme firme porque sé lo que es capaz de hacer el alcohol en tu vida cuando eres adicto a este.
—Cariño, necesito que me hagas un favor.
La voz de mi madre me saca de mis pensamientos. Levanto mi mirada para encontrarme con su sonrisa radiante. Es inevitable no pensar en Celeste. Tenían la misma sonrisa, esa que es capaz de convencerme de hacer lo que sea.
—¿Me acompañas por un postre? —agrega y me extiende su mano para que la tome.
Sin dudarlo me coloco de pie para tomar su mano y caminar juntos hasta la inmensa mesa de postres. En definitiva, Mateo y Carol han gastado como locos en la organización de este evento. Aunque sé que desde el momento que ellos cumplieron un año juntos, Mateo abrió una cuenta de ahorros con fines de usarlo en su boda.
Un año junto a Carol fue suficiente para saber que la quería como esposa, creo que él se hubiera atrevido a pedirle matrimonio en ese momento, pero sabía que Carol necesitaba más tiempo para acostumbrarse a esa idea. Esperó hasta que ella estuviera segura y ahora aquí estamos a solo días de su boda.