PRÓLOGO

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Me encontraba acostado en el sillón pensando en que haría el resto de esa tarde de domingo, por la ventana entraba la luz del sol y una brisa que me dió un ligero escalofrío. Aunque afuera hubiera un calor espantoso la casa siempre se sentía fría. Mientras pensaba, también me enfocaba en lo que mi tacto sentía. En la mano derecha sentí la manta que cubría a nuestro viejo sillón y con la izquierda sentí la tierra y la pelusa que se almacena en las orillas.
De reojo ví la silueta de mi madre que pasaba por la sala barriendo con la escoba desgastada que teníamos, llevaba ese pans negro con agujeros que usaba en casa y una blusa de un color rosa opaco.
- Me vas a ayudar con el quehacer o solo te vas a quedar ahí acostadote?- me preguntó, se veía molesta. El polvo hizo que tosiera un poco y me dolía la cabeza por lo fuerte que estaba la música que mi madre ponía al limpiar- Levántate y ve a buscar a tu hermana...
La cabeza me daba vueltas de un momento a otro y todo se puso oscuro.

Desperté de mi sueño un momento después, confundido por lo que acababa de ver. Un rayo de luz me daba directamente en los ojos y con mi mano lo tape para que mi vista se adaptará mejor a mi alrededor.
Estaba bajo la mesa del comedor; había escombros por todos lados. La cabeza me dolía y al tocarme la frente ví que estaba sangrando. Miré mi reloj, aún lo tenía en mí mano, apretado con fuerza.

13-02-2028. 2:27pm

Había mucho polvo en el aire.
Empezé a moverme pero mi cuerpo estaba entumecido y me sentía bastante cansado.
Me moví todo lo que podía usando todas mis fuerzas hasta que empezó a responderme. Observé con atención por cual de los lados sería más fácil salir moviendo los escombros y me decidí por el lugar por el que entraba el rayo de luz (para ir más seguro de que saldría de ahí). Comencé a empujar los pedazos de madera y los ladrillos con mucho cuidado; seguía muy débil pero me las arreglé para poder salir finalmente.
Un gran alivio me inundó al salir pero.... rápidamente se convirtió en horror al ver que el lugar en el que había vivido la mayoría de mi vida, al que podía llamar hogar estaba destruido y en ruinas.
- Mierda.
El techo del orfanato se había colapsado pero aún había columnas que se mantenían en pie.
A mí alrededor había trozos de mí hogar, fuego que no se había consumido del todo y luego fijé mi vista ha algo que parecía sangre; no me dieron ganas de ir a revisar si lo era.
Voltee hacia otro lado y para desgracia mía me encontré con lo que había temido encontrarme: un cuerpo. Solo que está vez tuve el impulso de ir hacia donde estaba ya que sabía a quién pertenecía.
- Hermana Alicia, no! no... por favor!- al acercarme mis rodillas empezaron a temblar y me arrodillé a su lado, la sostuve en brazos. Fué difícil aceptar que la persona que siempre estuvo ahí para apoyar a todos los que vivían aquí estuviera en mis brazos sin vida, no pude contener el llanto y la tristeza que recorría mi cuerpo- No!! Por qué!?.
Por mi mente cruzó el pensamiento de que probablemente Elizabeth le había pasado lo mismo.
- No, no es cierto... ella estaba conmigo y...- me detuve cuando creí haber escuchado un ruido y entonces preste más atención.
- Lu... Luis...
Era un susurro apenas perceptible, un susurro que me llamaba. Me alejé del cadáver muy en contra de mi voluntad y recorrí cada hilera de mesas, buscando a mi hermana hasta que por fin... la hallé.
Se encontraba bajo una mesa justo como lo último que recordaba.
Una tubería de agua que se encontraba en el techo estaba rota y el agua que caía sin fin iba inundado todo a su paso. Eli estaba mojada hasta la cintura, débil, se veía algo pálida y la sangre le escurría desde una herida en el brazo. Examiné el resto de su cuerpo para cerciorarme de que no le hubiera pasado nada más. Pero me encontré con que una de sus piernas estaba atorada bajo parte del techo derrumbado.
- Eli!... Eli estás bien?- no me contestó- te sacaré... Voy a sacarte!, okey?

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