La plática en el transporte había terminado en un rato. El movimiento del auto había arrullado a la mayoría hasta dormirlos.
Por mí parte, no me sentía cansado pero se volvía aburrido no tener nada que hacer más que admirar el paisaje.
En la pantalla del GPS estaba la hora y no dejaba de echarle un vistazo a cada minuto.17/02/2028. 01:28pm
Solo llevábamos poco más de dos horas en viaje y solo quedaba un sorbo de gasolina en el tanque. Con él lleno, podríamos llegar antes de que oscureciera. Solo siete horas más de camino, pero al detenernos una vez más podría causarnos otro día de retraso.
Y con enemigos siguiéndonos me preocupaba que tal vez ninguno sobreviviría.
Me intrigaba saber porqué nos consideraban una amenaza si ni siquiera éramos combatientes. Algunos parecemos tener más edad de la que aparentamos pero solo somos adolescentes con ganas de vivir un día más. Tal vez el mensaje que llevábamos con nosotros debía seguir siendo un secreto para conservar la ventaja que tenían en el norte. El país se puso en la mira por traer al presidente de Estados Unidos hasta aquí y nosostros estábamos en medio de éste conflicto de mierda.
Un daño colateral más.
«Me pregunto por que aún no han enviado a nuestras tropas? Si ya pasaron casi cuatro días desde que sucedió el ataque en las fronteras» pensé.
Al observar a José, noté que bostezó y se dió unas palmadas en las mejillas.
«Le están pegando el sueño».
- Oye, José.
- Mmm?
- Te puedo cubrir para que duermas un rato. Si gustas.
- No..., estoy bien.
- Solo estoy viendo cómo se cierran tus párpados cada dos segundos. Nos vas a matar o algo.
- Tú nos vas a perder si te dejo al volante -replicó él.
- Vete a la verga -dije a la defensiva- Además ahora hay GPS -argumenté.
Lo pensó un segundo.
- Está bien.
- Va..... Oye!, que te parece si cambiamos de lugar estando en movimiento.
- No abuses -contestó.
Bajó la velocidad mientras se orillaba a un lado del camino. Y sin que nadie se despertara, cambiamos. Antes de que José se pudiera ir a uno de los asientos, llegó Sandra y lo detuvo.
- Yo me aseguro de que tampoco se duerma él -dijo ella, que al parecer había escuchado nuestra conversación.
Él no le vió el caso a oponerse a la idea y antes de irse me dijo:
- No vayas a confundir los pedales otra vez -y se ríe. Le hice una seña obscena para que vea que no tiene de que preocuparse; se fué sin decir más. Enseguida pase la palanca a "drive" y pise el acelerador con suavidad pensando que entre más se quede el vehículo encendido mas gasolina iba a consumir; necesitaríamos hasta la última gota.
- Por qué tenías tanto interés en mí historia?
- Cómo? -pregunté desconcertado.
- Hace rato me preguntaste por mí historia. Por qué el interés? - volvió a preguntar ella. La veía por el espejo retrovisor cada que tenía oportunidad; me miraba con curiosidad.
- Pues....., mientras estaba en aquel hangar estuve viendo a cada una de las personas ahí -expliqué- Y tú no estabas entre ellas.
- Bueno. Es que yo estaba en el cuarto de comunicaciones hablando con mí tío. Antes de que todo se fuera al carajo.
- Ha sido un viaje largo, no?
- Sí. Me... me aterra pensar que existe la posibilidad de no llegar.
- Vamos a llegar. Solo confía.... Y no te vayas a dormir.
El comentario le causó gracia.
- Obvio no.No pasó tanto para que ella también empezara a sentir los párpados pesados y caer exhausta.
Los árboles pasaban y se alejaban.
De vez en cuando esquivaba algún carro abandonado en medio de la carretera (o posiblemente solo estaban averiados). También, cada tanto revisaba el GPS; aunque no había necesidad alguna porque esa cosa emitía un sonido y anunciaba donde había que dar que vuelta o los metros que faltaban para llegar a alguna gasolinera.
Aún con ese problema me entusiasmaba ver el golfo de México. La ruta marcada indicaba que pasaríamos por la carretera pegada a la costa, rodeando Tampico. Nunca había estado en la playa (o no que yo recordara), talvez fui antes de mí vida en el orfanato y no lo sabía. Gus, Eli y yo teníamos planeado escapar a la playa que teníamos más cerca en ése entonces.
«En ése plan sí estuvo incluída Elizabeth» me reprendí a mismo.
Al final nunca nos habíamos animado a hacerlo y me quedé con las ganas.
Solo tuvimos dos planes en aquellos tiempos; solo ejecutamos uno y ya sabemos cómo terminó.
Me tendría que conformar con ver el mar desde la autopista. Ojalá pudiéramos detenernos un rato para solo caminar por la arena y apreciar el horizonte. Solo éso me haría falta para sentir que la vida aún vale la pena.
Mientras fantaseaba con ello, a lo lejos aparecieron dos siluetas junto al camino. Nos acercamos unos metros más y pude distinguir a dos hombres, alrededor de los treinta con enormes mochilas para acampar dejadas en el suelo. Uno era delgado y alto, con barba y lentes, y el otro era bajito, tenía puesta la capucha de su sudadera.
Comenzaron a hacer señas al vernos.
Saltaban y agitaban los brazos desesperadamente. Fué ahí que eché un vistazo a los demás por el espejo. Seguían dormidos. Nada más yo sabría de aquellos dos...., y así se quedaría. Mi pie se recargó más sobre el acelerador y fuimos más rápido.
- Hey! -gritó uno de ellos, vió enseguida que no era mas que un adolescente- Niño! Hey!!
No le dirigí la mirada a ninguno y los pasamos de largo.
- Maldito! -gruñó el hombre, apareció en el retrovisor, parado en medio del pavimento. Haciéndose cada vez más pequeño.
Me sentí mal al instante; mí ritmo cardíaco fue subiendo y apretaba ambas manos en el volante.
- Hiciste bien -me dice una voz a mis espaldas. Carlos cruzó miradas conmigo y me dí cuenta de que había presenciado todo.
- Éso crees? -quise saber.
- Pudieron ser malas personas, quitarnos nuestras cosas o algo peor.... llevarnos a otro lugar quizá -se giró para mirar afuera y prosiguió- Estábamos todos dormidos. Les hubiera sido fácil -y agregó- No se puede confiar en nadie.
- Pero confías en ellos -señalé a los demás con la cabeza- O no?
- Creo que ya te demostraron que sí puedes confiar -contestó él sin verme.
Me dió suficiente para pensar, pensar en que tenía razón al decir éso. Pero iba a tener que pensarlo en otro momento.
El tanque había llegado a su fin; quedándose vacío y dejándonos un poco más cerca de la salvación.
De acuerdo con el GPS (aún encendido por la batería que había de sobra) estábamos cerca de un lugar llamado Altamira; aún a 474 kilómetros de Ciudad de México.
Suspiré.
- Nos detuvimos? -preguntó Roberto, abriendo los ojos muy despacio.
- Hasta aquí llegó la gasolina -anuncié.
Me puse de pie y recorrí cada hilera de asientos. Uno que otro se despertó, como Eli, uno de los niños también.
«Tengo que aprenderme sus nombres» pensé.
Mariana y Carlos igual.
Llegué junto al asiento que buscaba y con suavidad le dí unos toques en el hombro a José hasta que despertó. Antes de que lo dijera ya había deducido él porqué interrumpí su siesta.
- Ya se acabó, verdad?
- Lamentablemente... Sí.
Se tomó un minuto y luego se paró. Pude haber despertado a todos pero algo hizo que descartara la idea y que mejor dejara que José se hiciera cargo, algo como instinto. O el simple hecho de que ya me daba flojera intentar dar las órdenes. Una de esas dos.
Él caminó hasta el GPS, se pasó una mano por el pelo corto de su cabeza y tocó la pantalla, moviendo el mapa para observar las opciones que teníamos.
- Vayan despertando a los otros, por favor -pidió él. Se acercó a Sandra y la sacudió, Eli despertó al niño que faltaba, Raúl abrió los ojos por insistencia de su amigo y yo me encargué de Gustavo. José nos observó a todos, asintió un poco al vernos levantados; listos para seguir.
- Okey, como ya se dieron cuenta se acabó la gasolina. Aquí en el GPS dice que tendríamos que rodear Tampico, cerca de la costa. Pero yo opino que deberíamos cruzarlo. Ahora que nos quedamos antes de desviarnos hacia el mar.
«Se cancela él ver el mar» pensé con desánimo.
- Solo miren alrededor -continuó José- Ya estamos rodeados de edificios, civilización.
Aquella imagen me pareció cómica. Al igual que un comandante nos señalaba sobre el mapa a dónde teníamos que ir y nosotros (los soldados) prestábamos atención y seguíamos las órdenes.
- Es más posible el encontrar otro... Ahhh... Aaach..-estornudó, cubrió su rostro con su brazo, lo mantuvo ahí un momento y prosiguió- Podemos encontrar otro auto. Si tienen algún desacuerdo o algo que añadir los escucho -no hubo ni una palabra- Pues bajemos ya de esta cosa -concluyó él.
- Tenía la esperanza de ver el mar -le susurré a Gus junto a mí.
- Será en otro momento -me dijo.
Si hubiera sucedido en ése mismo día, muy a lo lejos hubiéramos visto una flota que se dirigía a Estados Unidos, hacia la inminente guerra que se germinaba en el norte del continente.
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Sin excepciones
ActionLuego de que dos hermanos resultaran afectados como daño colateral en un atentado ocurrido en la frontera, se ven ayudados por un grupo de búsqueda y rescate que los lleva a una zona segura. Un lugar en donde se dan cuenta que su viaje apenas está c...