CAPITULO 10: Al ocaso

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15-02-2028. 5:51pm

Mientras miraba la hora, de reojo el cielo empezaba a tomar ese característico tono anaranjado antes del anochecer, el aire que corría levantaba la tierra a su paso y el polvo nos hacía entrecerrar los ojos.
Llevábamos no más de veinte minutos caminando hacia el sur por la carretera a un paso moderado, todos inmersos en sus conversaciones.
Una pregunta me rondaba por la cabeza pero por toda la situación se me había olvidado, hasta que ví a Carlos y la pregunta regresó. Me acerqué a él, Gus le estaba hablando sobre lo que él había vivido en la base.
-.... me metí al hangar de nuevo pero el soldado.... bueno, Isaías... -se corrigió-.. él me gritó para que lo siguiera. Nos llevó a la mayoría hacía el camión. Cuando llegamos me ayudó a subir, solo pude cubrirme en el suelo como los demás cuando dispararon contra nosotros. Y tú qué hiciste? -le preguntó Gus pero yo aparecí e interrumpí la conversación.
- Oye Carlos...
- Yo corrí y me escondí detrás de una caja -no me hizo caso para poder contestarle a Gus. Me pareció estúpido molestarme porque yo lo hice primero; así que, no hice nada, más que seguir escuchando su historia.
-... no pensé en otra cosa más que en rezar. Creí que moriría... y luego llegó Luis y su hermana -se volvió hacia mí- Creo que debería agradecerte.
- Para nada -contesté enseguida- Yo soy el que debería agradecerte. Tú me cubriste para que pudiera ayudar a Isaías.
- Es una lastima lo que le pasó.
- Hay algo que me sigo preguntando, cómo es que sabes disparar? Tengo esa duda desde que me dijiste que hacer con el arma en la base.
- Es verdad -Gus se vió interesado en el tema- Quién te enseño?
Suspiró mientras pensaba por dónde empezar y luego comenzó a contarnos:
- Mi abuelo fue el que me enseñó como disparar, quiero creer que somos muy unidos. Aunque hace tiempo que no lo veo y ahora ni siquiera sé si sigue.... bueno, volviendo al tema, una vez nos llevó a un campo de tiro y.... -yo dejé de escuchar porque me distraje, noté que Vanesa me había visto, «talvez lo estoy imaginando» pensé. Pero volvió a verme discretamente para después fingir que se enfocaba más en lo que Sandra le decía de forma muy animada.
«A Sandra no recuerdo haberla visto en la base...»
Bueno, quizá no importe.
Solo pensaba en que podía acercarme a Vanesa y hablar con ella, «ve, corre, tu puedes campeón» decía una parte mía, pero había otra que me estaba diciendo: «pero es que está hablando con Sandra, espera un mejor momento», «un mejor momento!!, si no vas ahora te arrepentirás». Así se fueron algunos minutos en una conversación interna que se ponía cada vez más intensa..., hasta que Raúl llamó a Sandra porqué le quería hablar de algo. «Bueno.... ahora sí que puedes ir y hablar con ella» pensé.
-.... la última vez que lo ví seguía limpiando armas para otras personas... -seguía contando Carlos.
- Bueno -dije en voz alta- Gracias por aclararme ésa duda, ahora vuelvo.
Me separé de ellos y comencé ha acercarme hacía ella muy sigilosamente, no tarde demasiado en llegar a su lado. Seguímos caminando juntos sin decir una palabra hasta que me cansé del silencio y le dije:
- Es una locura todo ésto, no?, el hangar, luego lo de Isaías, el camión y ahora estamos caminando por un país fantasma mientras talvez nos estan siguiendo... -me detuve esperando alguna reacción, pero no dijo nada-... es algo agobiante -concluí.
- Si, todo parece... empeorar -dijo ella.
- Porque lo dices?
- No quiero contarlo ahora.
- Entiendo......, quiero que sepas que... aquí estaré si te quieres desahogar, bueno.... que tampoco es como que tengo opción de ir hacia otro lado.
Después de eso solo intentaba relajar el ambiente con alguna ocurrencia o algún chiste, supe enseguida que hablaba poco no por el hecho de que le pasara algo traumático, sino que solamente era extrovertida. Contrario a como se comportaba Sandra, ella no paraba de hablar con cada uno de los que hacíamos ésa marcha por el fin del mundo.
Mí mirada se cruzó con la de Gus entre platicas, empezó a burlarse de como me comportaba con Vanesa y haciendo gestos de alguien besando a otra persona, a lo que respondí negando con la cabeza y haciendole una seña obscena con el dedo.
Por fin el sol se ocultó y el camino quedó a oscuras. Empezamos a iluminar con las linternas que teníamos en las mochilas y seguimos caminando.
La temperatura bajó y no pude evitar pensar en lo imbécil que fue dejar mi sudadera en el camión.
- Ésto da miedo -comentó Gustavo- Parece sacado de una maldita película de terror.
Y justo así se veía: oscuro, linternas en movimiento y el ruido del viento.
- Sí -estuvo de acuerdo José- Siento que en cualquier momento va a saltar un zombie de la nada.
Al otro lado escuché que los niños se quejaban y se apretaban contra Eli por el miedo que causó el comentario de aquel chico. Ella trató de calmarlos diciéndoles:
- No va ha salir nada, no les hagan caso.

Tardamos muy poco en encontrar una gasolinera, junto a ella había una tienda comercial. En la carretera se encontraba un vocho abandonado.
Seguimos andando hasta la tienda, era el establecimiento que más cerca nos quedaba.
Cuando josé estaba por abrir la puerta, una idea me cruzó por la cabeza.
- Espera -exclamé, dí unos pasos hacia él y le dije- Deberíamos entrar primero para revisar si está despejado.
- Que? Ahora te crees un soldado? -me preguntó, burlándose.
- Solo quiero estar seguro.
- Está bien, iremos Raúl y yo a hechar un vistazo...
- Y yo que? Yo fuí el qué tuvo la idea.
- Te quedas con ellos para asegurarte de que están bien y cuidarás la puerta -se giró hacía Raúl- Vamos.
Ambos procedieron a entrar mientras que los demás (incluyendome) nos quedábamos afuera.
El frío se volvía insoportable.
Miré a los demás mientras esperábamos (un hábito que empezaba a asociar con el aburrimiento) y ví en sus rostros el cansancio, también el como temblaban cada que corría aire. Por un segundo la linterna alumbró el letrero color rojo y con letras blancas que se encontraba justo arriba de la entrada, me pareció raro verlo apagado por primera vez.
Observé de reojo que Vanesa me estaba mirando nuevamente y al descubrirla le sonreí. Su reacción fue mirar hacia otro lado (lo habitual). Pensé en acercarme para hablarle pero en ése instante apareció José, apuntando la luz de su linterna justo en mis ojos.
- No hay nada.
- Que gusto saberlo -dije con sarcasmo, me cubrí el rostro con el brazo que tenía libre- Bien -me dirigí al grupo- Todos adentro, póngase cómodos. Pasaremos la noche aquí y seguiremos nuestro camino por la mañana.
Dicho ésto todos entramos.
Alumbrando con mi linterna pude ver los estantes para productos que seguían en su lugar y en su mayoría vacíos, el suelo se sentía pegajoso bajo las botas.
- En la parte de atrás ví cajas de huevo, podemos usarlas para acostarnos sobre ellas -propuso Raúl mientras despegaba su bota del piso con un fuerte crujido.
- Es una buena idea -concordó José.
Solo hicieron falta unos minutos para tener nuestras camas improvisadas en funcionamiento. Estábamos cansados por tanto caminar, pero no lo suficiente como para irnos a dormir todavía, saqué mi reloj del bolsillo derecho del pantalón y ví....

15-02-2028. 8:57pm

Estaba bien que estuviéramos despiertos un rato más. Por mí parte no tenía ganas de socializar con nadie más esta noche, así que pensé en dar una vuelta por los alrededores para buscar algo que fuera de ayuda. Divisé a Gustavo entre los demás, estaba por terminar de poner su cama y me dirigí hacia él.
- Ey, vamos a dar una vuelta.
- Claro -estando todavía arrodillado tomó su mochila y metió en ella algo que no pude ver- Debo llevar un arma? -preguntó él.
- Así déjalo, vamos.

La escena sí provocaba un ligero escalofrío.
Una gasolinera abandonada a altas horas de la noche no era un lugar en el que esperaba estar durante mí vida en el orfanato. Sangre, escombros, agua cayendo del techo y el cuerpo sin vida de... «carajo!!, ya no pienses en éso» me dije.
- Qué tal tu cabeza? -le pregunté a Gus.
- Pues.... ya no me duele y... dejó de sangrar hace un rato, supongo que es buena señal.
Caminamos por el estacionamiento, mientras alumbraba el otro local pude ver varias minas de gas resguardadas tras una reja de metal y junto a todo éso un enorme portón.
- Crees que por aquí haya una especie de generador para encender las luces? Está bastante oscuro -comentó Gustavo.
- Puede ser, pero llamaríamos mucho la atención.... y tenemos que ser cuidadosos. Mira....., que dice ahí?
Arriba había un cartel, el sol había arruinado el color original pero las letras aún podían leerse.
- Picteleo, distribuidora de gas -leí.
- Qué es éso?
- Es un lugar al que puedes traer tu tanque de gas para que lo llenen -respondió José, apareciendo junto a nosotros- No habían visto una?
- No -respondí.
- No mames.
- Hasta hace un momento creíamos que era una gasolinera -dijo Gus.
- Pues en dónde vivían o que?
- En un orfanato -contesté.
- Mierda.
El silencio incómodo empezó a esparcirse en el lugar, yo no quería hablar sobre el tema, así que lo cambié.
- Qué creen que haya detrás del portón?
- Puedo dispararle al candado para averiguarlo -respondió José.
- No! Eso llamará la atención..., mejor esperemos a mañana para ver si podemos encontrar algo para abrirlo.
- Es buena idea -aceptó Gus- Hay que volver adentro.
Nos encaminamos de regreso a nuestro lugar de alojamiento y mientras lo hacíamos pensé en algo más.
- No tendría que vigilar uno de nosotros? Por si vienen más sujetos como los de la base.
- Claro -dijo José- Solo si tú lo haces primero, yo ya tengo sueño -me dió una palmada en el hombro- Suerte.
Me quedé congelado y sin palabras ante éso, él entró a la tienda y yo solo podía pensar «pero qué hijo de puta».

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