Desperté de lado contra el frío suelo de metal. El cuello torcido era el menor de mis problemas; tenía la mejilla izquierda inflamada y me palpitaba ése lado del rostro. Mi mano (ahora vendada) me punzaba y me escocía, los dedos índice y anular me eran imposibles de mover sin sentir un dolor intenso que recorría todo el brazo, era mejor la movilidad de los otros pero me causaba el mismo malestar.
- Dormiste mal?
Alcé la mirada, entrecerrada y ví a Eli, sentada junto a mí en una llanta de repuesto.
- Te pusimos de lado porque no conseguimos hielo... -continuó ella-.. para que se bajara la inflamación, pero por lo qué veo no te sirvió de nada.
A mí me sonó muy estúpida la idea, pero no pensaba decírselo.
- Agradezco el gesto de todos modos.
- Me alegro de que estés despierto.
Lloraba. No me imaginaba la angustiosa espera, de tener alguna señal de que me encontraba bien.
- No llores, Eli. O me harás hacerlo a mí también.
- Estaba preocupada -dijo ella, sollozando.
- Ya despertó la bella durmiente? -preguntó José desde el frente.
- Sí -confirmó Eli, tratando de sonar normal.
Ambas puertas de atrás se abrieron y aparecieron Gus y Sandra.
- Como te sientes? -preguntó él.
- Soy yo o éso se sintió muy personal -comenté mientras me levantaba y me tocaba la cara, justo donde tenía el golpe para dar enfasis a lo que había dicho.
- Yo pienso lo mismo, hermano -dijo Gus. Alzó su playera y dejó a la vista un gran moretón en el abdomen.
- Los malditos me dieron en el mismo lugar para mí mala suerte -añadió él.
- No habían más? -quise saber.
- Carlos dijo que ya no habían más, voló su transporte por sí los había.
Recordé la explosión que hubo antes de que me partieran la cara.
- Fué intenso lo que pasó allá -comentó Sandra- No habríamos salido de ahí si no fuera por tí.
- Dónde estamos?
- Estamos ha unas horas de llegar a la Ciudad de México; más cerca que nunca de acabar con ésto -contestó José.
Salí de la camioneta con cuidado. Apenas estaba amaneciendo, el aire era frío pero los rayos del sol me brindaron una grata calidez. Me sorprendió oír el constante paso de más autos que iban a dónde mismo.
Nos habíamos estacionado junto a la carretera como otras veces, a lado de un campo. Un letrero más adelante tenía los números 132D. Las vacas pastaban tranquilamente y unos pajarillos cantaban, dándole la bienvenida a un nuevo día.
Raúl jugaba con los niños a lo que supuse que eran "congelados" pero era evidente que ninguno lo hacía con mucho ánimo.
Y quién podría juzgarlos?
- Por qué nos detuvimos?
- El número de los que tenían que "vaciar el tanque" fue subiendo hasta que no hubo de otra -me respondió Gus.
- Deberíamos seguir.
Me subí de nuevo y me senté junto a mí hermana. José tocó el claxon para que subieran los demás. Había visto la misma expresión en su cara que en el hangar. Entonces recordé lo que le pasó a su amigo.
- Siento mucho lo de Roberto -le dije.
Me miró por el retrovisor y éso fué todo. Una mirada llena de dolor.
Cuando traté de sacar mí reloj sentí otras cosas en el bolsillo, las saqué todas...17-02-2028. 7:53pm
Estaba hecho pedazos y ésa era la última hora que había marcado anoche antes de romperse con la caída que tuvimos. Una grieta atravesaba la pantalla y se le habían desprendido pedazos de plástico, más de los que apenas tenía el marco del reloj. Ahora estaría desinformado de la hora exacta. Solo sabía que ya era el día dieciocho del mes de febrero.
Gustavo se sentó a mí otro costado. Viendo que miraba mi reloj con cierta nostalgia y entonces sacó algo también él de su pantalón, algo que lo había visto buscar debajo de la cama en el orfanato y que también guardó en su mochila durante éste viaje: un listón azul.
En todos nuestros años viviendo en el mismo hogar nunca supe de la existencia de aquel listón. Alzó la mirada del objeto y me dijo:
- Hay una parte de mí vida que aún no te cuento -se encendió el motor y el vehículo se puso en marcha- Antes de llegar al San Pedro, vivía en otro orfanato en Mexicali, se llamaba "el oasis de niño". Ahí... conocí a una niña llamada Citlali. Después de lo que me pasó en casa de los Díaz fué ella la que me dió una razón para seguir con vida. Ella tenía una enfermedad, la enfermedad de Crohn.
Sus ojos jamás se apartaron de los míos, la seriedad con la que contaba solo me hacía pensar en "porqué me lo decía?". Era notable lo difícil que era para él contarme, quizá no se lo había dicho a nadie más.
- Murió cuándo apenas tenía dieciséis años -prosiguió- El orfanato no tenía las medicinas ni los aparatos que le pudieron brindar más tiempo de vida...-hizo una pausa- Siempre usaba éste listón es su pelo. Aún con los dolores que sufría, le gustaba mucho peinarse. Me lo dió un día antes de fallecer....
- Lo siento mucho, hermano.
- Perdona que te lo diga ahora, pero es qué tengo un mal presentimiento.
- No digas éso. Ya casi salimos de está, okey? Vamos a estar bien.
- Éso espero.
El silencio volvió a reinar en la camioneta. Nadie hablaba y éso hacia que se escucharán con más intensidad y detalle los ruidos que nos rodeaban. El motor, las ruedas, otros vehículos e incluso gente pidiendo aventón. Fueron sofocantes todos juntos y me hicieron preguntar en broma:
- No tiene música ésta cosa? Radio aunque sea.
- No hay más que noticias en la radio, ya estoy harto de ellas -contestó José- Las escuchamos toda la noche. Pero hay un disco, con una canción solamente.
- Enserio?
- Ya la escuchamos un par de veces -añadió Raúl. Estaba de copiloto.
- Pero yo no -repliqué.
José apretó el botón de "CD" sin más y por las bocinas comenzaron a sonar las primeras notas de la melodía. Un redoble de batería y el bajo me hizo vibrar el cuerpo, que después fué acompañado por una guitarra. El ritmo que siguió fue acompañado con un instrumento desconocido para mí, pero era tan.... relajante. Una canción tranquila que me hizo sentir calmado, me erizó la piel con un agradable sentimiento. La voz comenzó a cantar una letra en ingles que no entendía. No me importaba porque como dijo una vez Peter Van Houten en la peli de bajo la misma estrella: "a quien le importa lo que las voces dicen, lo que importa es lo que las voces sienten".
Miré la pantalla del estereo y alcancé a leer la palabra: "comatose". Talvez el nombre de la canción o de la banda que la tocaba. Todo era especial en ésa canción. Me encantó.
Pasaron unos minutos y acabó.
-Mierda -fué lo único que articulé, alargando la palabra más de lo usual y sin rastro de haberlo dicho de mala manera.
- Fué de otro mundo -concluí.
- No creo que el dueño de la camioneta oyera de ése tipo de música -añadió Carlos.
- Don Antonio mencionó que su amigo tenía un hijo -explicó José- Pudo ser él el que dejó el disco o un compañero de trabajo.
- Y lamentablemente, con todo lo que está pasando no pudo meterle más canciones -bromeé.
- Carajo -exclamó José.
- Que pasa? -preguntó Sandra.
- Hay un tráfico de mierda a partir de aquí, a lo mejor hay algún retén más adelante. Soldados controlando el tránsito. Nos va a llevar más tiempo llegar de lo que pensé.Fueron horas las que pasamos en aquel tráfico. El calor se encerraba bastante dentro de la camioneta y nos tenía deshidratados, sudando como puercos.
Ya no teníamos agua luego de avanzar unos metros cuando recién entramos en el tráfico. Fué cuando ocurrió el momento decisivo.
En ése instante, José miró el espejo para observarnos a cada uno. Luego checó los que estaban en los costados como un reflejo instintivo. Primero el de su derecha. Un auto rojo se pasó a nuestro carril, ocasionando pitidos e insultos de los otros conductores. En él venía una familia, un tipo cansado, su esposa durmiendo junto a él y sus dos hijos pequeños peleaban en el asiento trasero. Nada raro.
Y luego miró el izquierdo.
Más carros, moviéndose unos centímetros más cada que el auto de enfrente hacia lo mismo. Uno tras otro, siete, ocho, nueve autos. Hasta la Hummer que estaba a unos once coches atrás.
En está fué donde su atención se detuvo, porque era parecida a....
- Oye, Sandra.
- Mande -contestó ella sin ánimo.
- Ves la Hummer que está a unos diez autos atrás -ella se asomó por la ventana- En el carril de a lado -específico él.
Todos nos pusimos a observar con el corazón en la garganta, presas del pánico.
- Sí -confirmó la chica- La veo.
- Alcanzas a ver cuántos hay dentro?
- No.
- Cómo mierda es que saben que estamos aquí? -preguntó Carlos, alarmado.
- Cálmense! -ordenó José- No nos sirve de nada entrar en pánico, solo... solo estén alerta -hizo una pausa- Piensa -susurró para sí- Piensa, rápido.
Él se mantuvo sin decir nada; todos los demás mirábamos intranquilos el vehículo.
- Ésto vamos hacer -explicó José- Aquí, el tráfico avanza un poco más rápido, lo que me hace pensar que estamos cerca del retén. Tenemos que llegar y dar aviso de que el enemigo está aquí.
- Pero si no hay retén? -preguntó Gus.
- Esperemos que sí -contestó el chico- Vamos a ir en la formación que estuvimos practicando. Eli cuidando a los niños con Sandra protegiéndolos. Los demás los enfrentaremos llendo detrás de ellas.
- Todo va ha estar bien -le dije a mí hermana, para tranquilizarla.
- Gustavo, pásanos nuestras armas -le pidió Raúl.
Nos pusimos a ordenar nuestras municiones. Carlos me mencionó que el cargador que tenía mí arma estaba vacío y tuve que cambiarlo.
- Si puedes? -preguntó José, vió el trabajo que me costó mover la mano.
- Yo puedo, yo puedo.
Los otros tres cargadores los metí en el bolsillo de la sudadera, apretados pero a la mano. José tenía cuatro cargadores, Raúl tres, Gustavo seguía con tres pero le compartió uno a Sandra al ver que le quedaba solo uno y por último, Carlos aún tenía cuatro. Igual le dió uno a Gus.
- No hay que usarlas en automática para saber cuántas balas usamos -sugerí.
- Bien -concordó José- Todos listos?
Asentimos, con miedo de que sí lo estábamos.
- Raúl, pásate para atrás para que Eli y los niños bajen de ése lado.
Así lo hizo. Cuando Eli estuvo en posición el chico le dijo:
- Yo iré primero, cuando se desate el infierno no habrá marcha atrás. Corre, corre y no te detengas por nada, entiendes?
- Sí -contestó ella, con un ligero temblor en la voz.
- Nos vemos allá.
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Sin excepciones
ActionLuego de que dos hermanos resultaran afectados como daño colateral en un atentado ocurrido en la frontera, se ven ayudados por un grupo de búsqueda y rescate que los lleva a una zona segura. Un lugar en donde se dan cuenta que su viaje apenas está c...