CAPITULO 4: Memorias

8 8 0
                                    


09/02/2028. 9:46am

Empezamos el día con uno de esos desayunos que todos conocíamos: avena y pan tostado con mermelada.
El ambiente se sentía distinto y yo sabía porque, y es qué hoy vendría una pareja para adoptar a alguno de estos mocosos engreídos.
Yo solo me preocupaba por Elizabeth, ya que no esperaba que me adoptarán a mí. Antes pensaba que alguien me hacía quedar mal a propósito... hasta que maduras y comprendes que es como comprar a un perro, los chiquitos son más adorables y puedes entrenarlos para que no sean un desmadre, pero a uno grande no, en cuanto lo comprendes sabes que quedaste fuera de la competencia y que solo te queda esperar a cumplir la mayoría de edad para salir de este agujero. Me molestó comprenderlo, no quería irme de éste lugar y siendo muy sincero no me había puesto a pensar que hacer al salir de aquí.
Por la mañana fui en busca de Gustavo a su habitación... pero no estaba ahí, no me pareció raro, luego nos levantaban temprano al azar para ayudar en alguna que otra cosa. Esperaba encontrármelo en el desayuno, pero él no aparecía por ningún lado del comedor.
Me enfoque en terminar mi desayuno, hoy iría a ayudar a Don Víctor en su florería y al ver el reloj en el comedor ví que se me hacía tarde. Terminé y me encaminé hacia mi lugar de trabajo.
La hermana Alicia a cierta edad nos daba la opción de trabajar para ir viendo ésto del mundo laboral, me habían convencido hace año y medio. Enseguida me consiguieron un empleo con Don Víctor, era un señor con sobrepeso, tenía el pelo canoso al igual que su bigote, demasiados lunares en el rostro y era una persona amigable. Él era conocido de la hermana Alicia, de vez en cuando ella iba a comprarle un ramo de girasoles. Un día, ella fue y se enteró que él necesitaba a alguien para que le ayudara... y ahora ese alguien iba muy tarde.
Ya iba corriendo hacia allá, pase frente a la carnicería, también junto al árbol cuyas raíces hicieron que el cemento de la banqueta se levantara; eso significa que estaba muy cerca. Llegué al puesto de película piratas de Sergio que estaba justo en la esquina junto a la florería.
- Vas tarde - me dijo Sergio levantando por un segundo la vista de su teléfono.
- Ya sé -le respondí.
Gire en esa esquina y llegué, tenía la respiración agitada y notaba el sudor bajo mis axilas, por no mencionar otras partes.
- Un minuto más y llegas tarde -frente a mí apareció Don Víctor con su característico mandil negro y su gorra vieja de béisbol.
- Es por eso que llegué un minuto antes -contesté y lo hizo reír un poco hasta que empezó a toser (le gustaba fumar, el chiste se cuenta solo).
- Hay que barrer la basura que está enfrente de la banqueta -ordenó él cuando la tos se esfumó por completo.
- Enseguida.
Me quite mi sudadera, tome mi mandil del perchero y después fuí a tomar la escoba y el recogedor. El día anterior había estado lloviendo y el agua había arrastrado la basura justo enfrente del local, ya que había una coladera ahí en la esquina.
«Manos a la obra».

La tarde se pasó enseguida, cerramos temprano, el trabajo estuvo tranquilo y por suerte Sergio tuvo que usar el baño. Cada par de días Sergio pedía permiso para usar el baño de la florería, cuando se iba ha tardar me pedía que cuidara su puesto y yo aprovechaba esos momentos para tomar prestada una película que llamara la atención, después la escondía entre mis cosas discretamente, lo había hecho cientos de veces y había hecho lo mismo hoy  (obviamente las regresaba cuando podía).
En ese momento iba caminando de regreso al orfanato, con la película oculta bajo mi sudadera. La puerta de la entrada estaba abierta, entré al edificio y me dirigí directamente a mi habitación.
Me arrodille junto a mi cama y escondí la película debajo, junto con el DVD que estaba escondido ahí. Ése DVD me lo había obsequiado Don Víctor, el día que me lo dió me dijo que uno de sus sobrinos lo había tirado por accidente y se le había desprendido la tapa que lo cubria, aún servía pero cuando lo vió se dió cuenta de que su familia ya no lo usaba, las plataformas de streaming era lo que usaban todos hoy en día. Él estaba preocupado de que estuviera haciendo algo malo al dármelo «y sí ves cosas que no?» me había dicho. Al final pude convencerlo y lo he conservado en secreto bajo mi cama, solo Gustavo y yo sabemos de su existencia en el orfanato. Por las noches nos escabulliamos hasta la sala de estar, conectaba el DVD a la viaje televisión y disfrutábamos de una película a un volumen que nosostros pudiéramos escuchar.
La luna hacía su gran aparición, yo estaba esperando a que apareciera Gus, sentado en uno de los sillones junto al televisor. Antes de llegar a dónde estaba ahora me había encontrado con la pareja que quería adoptar. El señor que ví era alto y delgado, con barba abundante y con cara de que no quería estar ahí, la señora eras más bajita en comparación del señor, había intentado amarrarse el cabello en una cola de caballo y por lo visto no salió muy bien. Mi primer pensamiento fue que buscarían a alguien grande pero que aún le faltara mucho tiempo para cumplir la mayoría de edad, para que realizará trabajos forzados dónde fuera que trabajarán, un buen análisis de alguien que había pasado tanto tiempo en ese lugar.
No pasó tanto tiempo para que Gustavo entrara a la habitación, se dejó caer en el sillón junto a mí y soltó un largo suspiro, miraba perdidamente la pared frente a él, talvez pensando.
- Oye -le susurré- Sergio fue al baño hoy.
- Que bien -respondió él con aire ausente.
- No te ví está mañana hermano. Pasó algo?
- La hermana Alicia me pidió ayuda en algunas cosas.
- Ya veo, veremos la peli está noche? Traje la de....
- Me van a adoptar.
El silencio invadió la habitación a una velocidad increíble, parecía que el orfanato en sí hubiera guardado silencio ante aquella noticia.
- Que!?
- La familia que vino hoy... va adoptarme, al parecer ya han adoptado niños de éste orfanato anteriormente cuando vivían aquí en Tijuana, pero por su trabajo tuvieron que mudarse a Mexicali -yo seguía sin decir nada, la situación se volvía una mierda, no había palabras para éso- Me voy pasado mañana. Iré a mi cuarto a pensar un rato.
Cuando él iba saliendo entró a la habitación la hermana Carolina, siempre veía las noticias para estar “informada" como ella decía, ahora las veía constantemente por lo que sucedía al norte del país, una guerra que se estaba perdiendo y la explosión que iluminó el cielo con un intenso destello.
El reportero daba nueva información de lo que pasaba al otro lado del muro que nos dividía.
«.... las fuerzas armadas rusas siguen abriéndose paso por Estados Unidos. Pennsylvania y Ohio han sido tomadas y el número de bajas supera los....»
Mierda!!!!
Se llevarán lejos a mi amigo... a mí hermano. Que carajos iba a hacer? Que carajos iba a hacer al respecto?
Había tantas cosas que aún faltaban por hacer y otras tantas que no quería que se convirtieran en recuerdos borrosos.
Mientras estuve ahí en aquel sillón me vinieron a la mente tantos buenos recuerdos. Recordé las veces en las que habíamos jugado fútbol en el patio, cada raspón y herida que nos habíamos hecho al caer o al intentar hacer una chilena en plena cancha de concreto. Recordé cuando en mi cumpleaños Gustavo me regaló aquella sudadera que tanto me gustaba y recordé la expresión en su rostro cuando me dijo que no preguntara de dónde la había conseguido. No quería perder éso, no ahora.
«Debe de haber algo que se pueda hacer» pensé.
Por tanto que le di vueltas a algo que pudiera anular la adopción no se me ocurrió nada.
- Es feo lo que está pasando allá -dijo de repente la hermana Carolina sin mirarme. Me había olvidado por completo que ella seguía sentada frente al televisor- Hay que orar por esas personas.
- Sí -respondí sin ganas de hablar sobre eso.
- Pienso que deberíamos alejarnos de lo que está pasando allá, estamos demasiado cerca.
Y ahí estaba, la idea que estaba buscando.
- Claro, creo que deberíamos irnos de inmediato -respondí con ánimos que salieron de repente.
- Así es -comentó ella, perdida otra vez en sus noticias.
Podía hacerlo? Salir de aquí?
- Gracias - le dije y salí de ahí para caminar por los pasillos.
«Cómo podríamos salir de aquí?», salir caminando sería sencillo pero nos encontrarían muy rápido... así que necesitábamos un auto, y el único que conozco es el Jetta color gris que usa la hermana Alicia para hacer las compras. Solo tenía que saber dónde dejaba las llaves al regresar,«y como voy a hacer éso? Puedo entrar a su habitación pero no voy a revisar entre sus cosas. A menos que....»
Recuerdan la historia del patio? Antes de que hicieran el patio enorme que teníamos ahora había uno más pequeño del otro lado del edificio, con el tiempo se volvió almacén de camas oxidadas y madera vieja, ese lugar está pegado a las habitaciones de las hermanas, y la hermana Alicia tenía su habitación en el primer piso.
Todo se estaba volviendo más sencillo entre más lo pensaba; solo tenía que contárselo a Gus, cambie mi rumbo hacia su habitación con el presentimiento de que estaba olvidando algo.

09/02/2028. 7:55pm

- .... entraré en su habitación para abrir un poco la ventana y poder ver dónde deja sus llaves. Las tomaremos y huiremos durante la noche, cuando se despierten ya estaremos lejos de este lugar. Qué opinas?
Él lo pensó por un momento, luego dijo:
- Opino que me gusta la idea porque no me quiero ir con esas personas, pero hay mucha posibilidad de que salga mal.
- Eso no pasará, créeme -le dije, no solo para tranquilizarlo; sino que, para tranquilizarme a mí- Saldremos de aquí.
- Y al menos sabes conducir?
- Claro!, que tan difícil puede ser?
- Y que ha dicho Elizabeth?
Me lleva la chingada!, ahí estaba lo que había olvidado, tendría que explicarle el plan a Eli también.
- Seguro que ella estará de acuerdo.
- Bien, entonces... iremos primero a abrir la ventana.
- No, yo iré a abrir la ventana, tú te quedarás en el pasillo para vigilar que nadie me vea.
- Mierda, aún no lo hacemos y ya estoy cagado de nervios.
Después de reírme de él por un rato, le dije que lo vería en la noche para dar inicio con el plan, después volví a mi habitación a esperar que el manto de la noche nos cubriera y que el sueño invadiera a cada persona del edificio.

No necesitaba de mi reloj para saber que era muy tarde, y no necesitaba revisar cada habitación para saber que todos dormían.
Después de andar por los pasillos en completo silencio llegué a la habitación de Gustavo, toque la puerta una vez sin tanta fuerza, conté hasta 5 y volví a tocar. Poco después la perilla comenzó a moverse muy lento, se abrió la puerta y Gus salió de la habitación. Al cerrar la puerta nos hicimos un gesto ”afirmativo" y caminamos por los pasillos en silencio.
La madera fría se sentía bajo nuestros pies descalzos a cada paso que dábamos y solo lograbamos ver por la debil luz de la luna que se colaba por las ventanas. Luego de unos minutos llegamos a la esquina que daba a la habitación de la hermana Alicia, solo entonces me detuve y le dije a Gus al oído:
- Desde aquí me toca a mí, hermano. Checa que no venga nadie.
Él asintió y se quedo ahí, pegado a la pared, mientras que yo me acercaba a la puerta del objetivo en completo sigilo.
La puerta ante mí no era diferente a todas las demás en el orfanato, recientemente habían sido pintadas de su color blanco característico y el olor seguía impregnado en la madera, en ése momento me sentía frente a la mismísima puerta 237, habitación a la que tenía prohibida la entrada aquel niño de esa famosa película clásica, solo que en este cuarto no me saldría por sorpresa el cuerpo de una señora en la bañera.
De mi bolsillo saqué la copia de la llave maestra, llave que una de las hermanas había creído perder en un mueble de la cocina.
Con un giro rápido y un pequeño ruido del cerrojo, la puerta se abrió y entré en la habitación en silencio con unos cuantos movimientos. No estaba muy amueblado el lugar: un ropero, una repisa y la cama en la que estaba durmiendo la hermana Alicia, dejé la puerta entre-abierta para que fuera más sencilla la salida. Caminé de puntitas hacia la ventana, pensando en lo mucho que decíamos “la hermana Alicia".
Al llegar recorrí la cortina y al hacerlo me puse a pensar «y si la cierra en la mañana? Supongo que hay que tener fe».
Me aseguré de que siguiera durmiendo aquella mujer, que nos ha dado tanto y que en poco tiempo la íbamos a abandonar para siempre. Pensar en éso fue una mierda, pero lo hice y ya no pude quitarme el sentimiento de culpa de encima. Salí y me reuní con Gus para desaparecer en los oscuros pasillos, de regreso a nuestros cuartos. Cuando llegó el momento de dividirnos, tranquilicé a mi amigo que seguía con los nervios de punta y antes de irme le dije que lo vería al día siguiente.

Sin excepciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora