Cuando mi hermana me encontró, estaba acostado sobre la alfombra. Al entrar en el cuarto miró brevemente el fusil en la cama; lo voté ahí poco después de haber pensado en volarme los sesos.
No lloraba. Aún con toda esa tristeza y culpa con la que cargaba mi cuerpo, con la que envenenaba mí mente, aún con éso reprimía todo intento de querer lloriquear y derrumbarme más. Ya tenía suficiente.
La escena que veía mi hermana era muy ridícula. Yo, tumbado en el suelo, hecho bolita por el frío, después del tremendo espectáculo que había hecho afuera.
Al menos era lo que me hacía pensar aquella forma pesimista, ya que no se acercaba en nada a lo que en verdad pensaba ella.
Me miraba con preocupación. Llegaba a entender lo que había pasado conmigo, con ese sexto sentido que solo tienen las hermanas.
- Luis, yo...
- No te preocupes, estoy bien -le interrumpí.
- Es muy claro que no lo estás.
- Y a tí que te importa?
- Me importa por qué eres mi hermano! -replicó ella, como si hablara con un niño pequeño.
Silencio.
No quería una discusión, así que me quedé callado, con la esperanza de que ella se iría; sin en cambio, ella inhaló y exhaló larga y tendidamente, luego prosiguió:
- No quiero pelear contigo..., pero si tengo que hacerlo para que me digas con que te has estado lavando el cerebro durante toda la tarde... pues que así sea.
- Tampoco quiero pelear.
- Bueno...., entonces.. -se sentó en la esquina de la cama más cercana a mí, mientras que yo continuaba dandole la espalda-...cuéntame, Luis.
- Fué mí culpa -le dije, quedándome sin aliento en la última palabra.
- Por qué dices éso?
- Antes de que sucediera, le ayude a bajar los tanques...
- Ajá...
- Todos se habían ido, no recuerdo bien porqué, pero ví que... Vanesa y “el otro Luis" habían dejado sus mochilas sobre el techo del vocho....
- Continúa.
- Cómo dije...., le ayudaba a bajar los tanques. Gus se había acercado, después de hacer lo que fuera que había hecho. Quedaban pocos tanques así que pensé que él y yo podíamos acabar el resto sin problema. En ése momento.... fué cuando le dije que podía ir por sus cosas -el pecho me dolía y la garganta no me ayudaba a seguir, pero yo insistía- Ella... me preguntó que si estaba seguro -otra vez me quedaba sin aliento. El alma se me cayó aún más al recordar ése pequeño instante- Y.... le contesté “claro".
- Ay, Luis -susurró ella, con compasión y tristeza en sus palabras- Empezabas a sentir algo por ella, verdad?
- Solo quisiera volver a ése momento... y decirle que en verdad lo siento. Ojalá hubiera hecho más.
- Fue una lastima lo que pasó, pero no fué culpa tuya. No...
- Le prometí que le ayudaría a buscar a su papá -Eli se quedó sin palabras- Confió en mí y me contó lo que le había pasado antes del ataque -expliqué- No pudo encontrar a su papá allá y le dije que le ayudaría a buscarlo cuando llegáramos a los refugios.
No paro de pensar que todo ésto tiene que ver conmigo, que llevo a la gente que me importa a su final. Quizá todo empezó desde que le pedí a Gus que abandonáramos nuestro hogar y no pensaba lo egoísta que estaba siendo al hacerlo.
No dijimos nada por unos minutos.
Elizabeth me miraba, pensando con cuidado lo que diría a continuación.
El labio empezó a temblarle levemente y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
Yo, me apretaba aún más para no sentir el vacío, sorbiendo mi nariz cada tanto y con la sensación que siempre tengo en la garganta justo antes de llorar.
En ése instante creí escuchar pasos afuera, en el pasillo antes de que Eli dijera:
- Recuerdas cuando despertaste después del ataque? -en un movimiento inconsciente se tocó la venda de su brazo con la punta de los dedos- Antes de éso yo estuve llamándote, tenía la boca seca y estaba hambrienta. En todas esas horas en las que estuve conciente solo podía pensar en lo sucedido, en quienes pudieron ser tan crueles para hacer algo así.
»Antes de que saliéramos a la calle ví sangre y también pude ver una mano cubierta de polvo e inmóvil -pensó en ésa imagen y luego continuó- Yo quería ayudar, ver si alguien seguía con vida al igual que nosotros, pero antes de decir o hacer algo... Me dijiste que no lo viera y me pediste que siguiera caminando. Me cruzó por la cabeza él como podías ser alguien sin corazón justo cuando estábamos viendo nuestro hogar echo pedazos y también la sangre de la gente con la que vivimos por años regada por todas partes. Después de verte así, ahora, solo puedo pensar que lo hacías porque querías protegerme del dolor que estás sintiendo. Y ahora... es mí turno para decirte que dejes de pensar en eso para que podamos llegar al refugio y continuar con nuestras vidas. Si no, todas esas muertes habrán sido en vano. Puedes hacerlo, hermano? Por mí.
«Ahora seré la que no tiene corazón» pensó ella. Limpió sus lágrimas con la palma de su mano y se puso de pie.
- Está bien -contesté.
- Estás seguro?
- Sí...., solo déjame a solas un rato.
- De hecho, me gustaría que salieras. Los demás están preocupados por tí.
- Y por qué les importaría como estoy? Solo soy un extraño para ellos.
- Por si no lo sabías ahora estamos todos juntos en ésto -suspiró, dió unos pasos hacia la puerta y antes de salir se volteó de nuevo hacia mí- Gus y Sandra limpiaron la alberca. Todos estarán ahí, incluyéndome. Voy a cuidar de los niños, están muy asustados y necesitan una distracción para que estén más tranquilos. Deberías venir, quizá duermas más tranquilo después.
Dicho éso salió del cuarto y volví a estar solo. Creo que de cierto modo estaba mejor. Aún sentía el abismo pero algo había cambiado.
Me estiré, me quedé acostado mirando hacia el techo y sentí la alfombra en la que estaba. Era suave. Froté las manos sobre ella como si estuviera haciendo angelitos de nieve como en las películas y lo seguí haciendo hasta que toqué algo que llamó mí atención de inmediato. Me giré y ví lo que había tocado: una piedra. La observé unos segundos, «tal vez estará bien si salgo a la alberca» me dije.
Inhalé profundamente por la nariz y una pelusa de la alfombra entró en ella. Me paré enseguida, tosiendo como loco, los ojos se me pusieron llorosos.
- No mames -murmuré, sintiendo ésa cosa en la fosa nasal.
Corrí al baño y tomé un poco de papel, «5... Mejor 6 cuadritos» y me soné la nariz.
La magia del momento había terminado.
Cuando estuve seguro de que había salido la pelusa tan molesta, regresé a la recámara vacía. Me imaginé llendo a la cama y durmiendo, pero oí una charla, más allá de las paredes. Entonces recordé la invitación de Eli, no me interesaba conocer estos chicos pero... cómo me había dicho mí hermana «ahora todos estamos juntos en ésto».
Cuando pasé por la puerta para ir a reunirme con los demás, mi mente cómo en otras tantas ocasiones me recordó unas palabras que había dicho Vanesa el día antes de morir, y que pasarían ser ciertas a cada paso que dábamos hacia nuestro último destino.
«Todo parece... empeorar».
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Sin excepciones
ActionLuego de que dos hermanos resultaran afectados como daño colateral en un atentado ocurrido en la frontera, se ven ayudados por un grupo de búsqueda y rescate que los lleva a una zona segura. Un lugar en donde se dan cuenta que su viaje apenas está c...