CAPITULO 28: Y sí salto?....

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Mi mano se cerraba con fuerza sobre el mango del cuchillo, clavado en la garganta de uno de los malditos que irrumpieron en la casa. Me dí cuenta de que apretaba los dientes y los separé con un grito desgarrador de enojo... Y arrepentimiento.
El oxígeno que entraba y salía de mí me raspaba y parecía ser sólido de un segundo a otro. Y entonces comencé a hiperventilar, sin contar que el corazón me golpeaba el pecho como si quisiera salir.
Frente a mí, Gus recuperaba el sentido de reconocer dónde estaba, de dónde se encontraba y empezó a gritar horrorizado con los ojos vidriosos. Por qué?
Será la sangre de otra persona embarrada en su cara? O será acaso su experiencia cercana a la muerte?
La visión se me nubla antes de saber la respuesta, me estoy mareando y siento revuelto el estómago.
Avancé tambaleándome hasta el baño, abrí la puerta y justo antes de llegar al retrete suelto el almuerzo contra mí voluntad, estropeando la taza, el suelo y hasta la pared.
Pensé que había acabado cuando sentí la garganta y la mandíbula agrandarse más de lo normal y solté una segunda descarga; ésta vez arrodillado y con puntería perfecta. Escupí los últimos restos y me levanté. Tomé agua de la llave para quitarme el mal sabor de la boca.
Y mientras estaba inclinado sobre el lavabo, aferrándome a él con ambas manos, me percaté del intenso color rojo sobre la blanca porcelana.
Mis manos estaban manchadas.
Dejé que el agua pasara por ellas, volviéndose del mismo color al caer por la coladera. No lo demostraba pero éso.... me carcomía por dentro. Había hecho algo imperdonable, algo prohibido en los mandamientos.
- Mierda!!
Salí por fin del baño, mirando mis palmas aún sucias y suspiré.
Luego una gran explosión ocurrió; no tan lejos de la casa.
Alguien apareció en el marco de la puerta por la que había entrado hace un momento. Por mí cabeza pasó la idea de que probablemente era Carlos, que venía luego de que acabara todo. Solo que ésa silueta era más grande y me soltó un puñetazo en la mejilla que me arrojó contra la pared. No pude ni caer al suelo porque él me sujeto, aplicando una llave alrededor del cuello y usándome como escudo contra Sandra que le apuntaba. Cuando habló, lo hizo con un tono tranquilo, sin apartar la presión que ejercía alrededor de mí garganta.
Le pedía a la chica que bajara su arma y pedía que lo habláramos como gente civilizada?
A la mierda con éso, me estaba asfixiando el culero y la posición no era muy cómoda.
Lancé codazos hacia su costado con toda la fuerza que pude juntar y él apretó más la llave hasta que me fuera imposible moverme. Gus se puso en pie y corrió contra el tipo, yo empujé hacia atrás y entre él y yo lo empujamos hacía atrás; caímos los tres al piso.
Algo se rompió en mi bolsillo.
Me hice a un lado apenas me libré de ésa llave y me arrastré por el suelo para intentar alcanzar un arma. Sentía un ardor en el cuello y agradecía el paso del aire nuevamente. Atrás mío se levantó el enemigo y le dió una patada en el estómago a Gus para dejarlo inmóvil un rato. (Definitivamente no era nuestro día).
Estiré la mano para alcanzar un fusil recargado en la pared, cuando de la nada... sentí un golpe caliente sobre ésa misma mano. No la pude levantar más y ví la razón cuando el intruso soltó el cuchillo que me clavó en ella, solo para hacer de nuevo esa maldita llave. Se preparó para acabar conmigo de una vez hasta que otro estallido hizo eco en la casa. Seguí inmóvil un instante que paso en horas o en segundos. Me quitaron el cuerpo de encima antes de desmayarme.
Era impactante ver un cuchillo atravesado en mí mano? Por supuesto que sí, carajo.
Ya no fuí conciente del momento en que apareció Eli a mi lado y miraba horrorizada lo que me habían hecho. No estuve conciente de cuando llegaron José y Raúl con la camioneta, ni cuando me subieron entre todos a ella. Y nadie fue conciente de que nos observaban, a lo lejos.

Me encontré a mí mismo al pie de una escalera, sentado, mirando los carros que pasaban. Sentí la superficie rasposa de la escalera en los dedos, los moví de un lado a otro.
Vanesa apareció, bajando los escalones para después detenerse frente a mis ojos. Me sorprendió verla ahí con la misma ropa y con esa mirada tan linda que tenía.
- Seguro? -preguntó ella.
Estaba por preguntarle a qué se refería, seguro de qué?
Tardé en darme cuenta de que estaba reviviendo un recuerdo, uno del que me arrepentía desde que sucedió.
Desesperado, empecé a tratar de hablar, de advertirle. Pero no podía.
Era como tratar de gritar bajo el agua.
Algo bloqueaba mis cuerdas vocales y una fuerza me sujetaba para no hacer señas o movimiento alguno.
Un atronador disparo, proveniente de ningún lado, hizo eco en todo el lugar. Vanesa me miró, dió un suspiro al borde de las lágrimas y bajó la vista a su torso. Se hizo evidente la mancha de sangre y ella cayó al suelo. Todo frente a mis ojos.... y no pude hacer nada.
Cuando pude moverme, me tiré junto a ella pero su cuerpo ya no estaba. Solo la gran sensación de un vacío, que me agobiaba desde entonces. Por fin ví en lugar en el que me encontraba: el orfanato.
Estaba intacto, lejos de la última imagen que tenía de él. Subí las escaleras, abrí la puerta y entré. Todo estaba en su sitio, sin ningún cadáver desmembrado. Pasé frente a los baños, me perdí en los pasillos y me encontré en el patio. Justo en el borde de un gran risco.
«Talvez debería saltar....»
Talvez toda mí vida es solo una gran broma. Y mí futuro es la cuerda mas fina del mundo.
O no debería hacerlo?
Talvez un día... mí corazón aguante mejor. Por qué sé que ahora mismo no puedo soportar la presión.
Pude sentir una pequeña brisa en el rostro, un aire tan limpio que me erizó la piel.
Talvez el mundo este mejor sin mí.... sin mí alma. Una causa perdida, acostumbrado a defraudar a todo el mundo. Talvez....
Talvez debería saltar.
Mi pie se acercó lentamente a la orilla, dejando caer un poco de tierra y piedras al interminable acantilado, hasta que me detengo...
- Ve a buscar a tú hermana...
Una voz conocida y que a la vez no lograba recordar me susurraba al oído tan... tranquilizadora. Solo para darme un motivo y no saltar.
Elizabeth.
Ella seguía allá, posiblemente en problemas.
- Cuida a tú hermana...., sí?
Me volví para ver de quién provenía esa voz, de dónde. Pero detrás mío no había nada, ni siquiera el orfanato o el patio. Solo un campo, con pasto y cielo de un tono gris opaco.
Miré mis manos y en ellas no había rastro de sangre o de un hoyo que atravesara mi palma derecha. Ahora creía... No... Tenía la certeza de estar soñando. Y ya era tiempo de despertar.
Siempre era cuestión de unos minutos para hacerlo después de darte cuenta que es un sueño, pero hice algo que me despertó aún más rápido.
Tenía completa confianza en que funcionaría; así que, me incliné hacia atrás y me dejé caer de espaldas al vacío.
Una fuerza me atrajo aún más y por fin las suelas de mis botas dejaron de tocar el suelo. Extendí los brazos mientras caía, sentí el viento pasar entre los dedos abiertos, moviendo mi vieja sudadera como vela de un barco en la tormenta.
La roca pasaba a mí alrededor con más y más velocidad. Y un alivio sorprendente se apoderó de mí. Cerré los ojos y llegué al fondo. Pasando del mundo de los sueños al real en un santiamén.

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