3 | Vuelta a la realidad

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3 | VUELTA A LA REALIDAD

Heath

Si tuviese que haber enumerado en ese mismo instante la intensidad de mi dolor de cabeza, no habría escala que lo representara

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Si tuviese que haber enumerado en ese mismo instante la intensidad de mi dolor de cabeza, no habría escala que lo representara.

Pero digamos que algo así como un jodido millón sobre diez.

Estuvimos a punto de perder el vuelo de vuelta a Brisbane porque ninguno de nosotros podía más con su vida.

Ellos, porque estuvieron bebiendo hasta caer dormidos. Y yo, porque estuve con cierta señorita recorriéndonos medio Londres porque... bueno, ¿por qué no?

—¿Qué tal si dejas de pajearte mentalmente con la tía a la que seguramente te tiraste ayer y espabilas? —me gritó Fisher, mientras se quitaba las gafas de sol y yo le sacaba el dedo de en medio.

Cuando salí de la habitación de Grace eran cerca de las siete de la mañana, así que tuve que rezar a mil dioses para que ningún reportero, fan o imbécil del otro grupo me viese.

Tuve que reunir una gran cantidad de fuerza de voluntad para no abrazarla cuando me desperté, incluso de besarla. Supongo que por la costumbre de dormir con una chica después de un concierto.

Aunque he de decir que pocas chicas dormitaban como Grace, con la cara tan relajada y aferrándose al edredón de la cama y murmurando palabras inexistentes como si su vida dependiese de ello.

Muy a mi pesar, me limité a escribir mi número con su maquillaje y salí de nuevo por la salida de emergencias, pillando el primer taxi que encontré para ir directo al aeropuerto. Nuestro vuelo salía en menos de dos horas, y si no me daba prisa, me quedaría en Londres un día más.

Y eso no hubiese sido ningún problema si supiese que podría encontrármela de nuevo, visitar Londres juntos, a nuestro aire, hablar y hacernos preguntas existenciales que nunca me habían parecido tan interesantes como para preguntárselas a otra persona.

Porque esa chica fue la persona con la que menos pensé que podría encajar, y en esos momentos no conseguía sacármela de la cabeza ni a la fuerza.

Pasamos por el control de seguridad, y, por suerte, no había demasiados fans en el aeropuerto, solo unos pocos que ni siquiera se dedicaban a gritar por lo temprano que era.

Penny, nuestra fotógrafa, se aferró al brazo de Ax y juraría que se durmió incluso de pie.

—¿Qué hicisteis ayer para estar tan asquerosos? —pregunté, realmente interesado.

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora