57 | El regalo de cumpleaños de Grace

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57 | EL REGALO DE CUMPLEAÑOS DE GRACE

2 MESES DESPUÉS

Grace

No había nadie en casa.

No había nadie... después de dos meses.

Nadie. Solo yo.

Me enderecé y Grey se apartó de mi regazo a regañadientes.

—¿Dónde está todo el mundo? ¿Nos han dejado solos por primera vez en sesenta días? —le pregunté, agarrándolo con un brazo y con el otro haciendo uso de la muleta.

Estaba muy contenta con mi progreso. Pese a no tener la herida en la pierna, sí que había estado muy cerca de la ingle, así que a veces me dificultaba mucho caminar el dolor abdominal, por lo que me recomendaron andar con una muleta.

Al principio fue todo un desastre. Me dolía mucho la mano y optaba por lanzarla y simplemente cojear y dar saltitos, pero al final me abstuve de arriesgarme a no recuperarme en mi debido tiempo y me esforcé. Ahora prácticamente solo la utilizaba para bajar las escaleras y poco más, pero Frank y los chicos insisten en que siga usándola por si acaso, así que he acabado acostumbrándome.

A lo que no terminaba de acostumbrarme era a aquello.

En dos meses, no me habían dejado sola en ningún momento. Ni siquiera en el baño.

Bueno, a ver, normalmente no había nadie allí más que yo, salvo cuando Heath se bañaba conmigo.

Pero el resto de las veces estaba sola, pese a que Fisher se sentara fuera junto a la puerta y me diese conversación. Según él, era su manera de asegurarse que no me caía, porque entonces me escucharía gritar.

No pudimos comprobar si fue efectivo, porque por suerte no me caí, pero sí que me hacía mucha compañía y sonreír a todas horas.

Llegué al salón. Nada. Ni un solo ruido. Ni una sola mochila desparramada en el suelo, ni tampoco guitarras ni... nada.

Definitivamente, eso no era muy normal.

Confundida, saqué el teléfono para comprobar si los chicos tenían alguna reunión o ensayo y me había olvidado de ello, pero, nada. Mi calendario estaba vacío.

Me sobresalté cuando el nombre de Heath apareció reluciente en la pantalla y acepté la llamada.

—Empezaba a creer que había un apocalipsis zombi y os habíais olvidado de Grey y de mí.

Escuché su risa tranquila al otro lado de la línea.

—Creo que nos habríamos dado cuenta de que faltaban una bola de pelo y una lisiada —bromeó, su voz sonando lejana.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde estáis todos?

—Baja al parking —me pidió, evitando mis preguntas — con Grey.

Enarqué una ceja y el felino y yo compartimos una mirada.

—¿Por qué me da que algo va mal? —temí, no obstante, obedeciendo y agarrando a Grey.

Al salir al pasillo, ya estaba Lucian, uno de los seguratas, esperándome para bajar.

—Tú baja —insistió con cierta diversión.

Se me aceleró el pulso y entramos al ascensor.

Miré a Lucian en busca de respuestas, pero este se limitó a encogerse de hombros.

—De acuerdo, ahora voy.

Corté la llamada cuando me llegó un nuevo mensaje de mamá. El primer mes estuvo aquí, en Australia, quedándose en casa de Shannon junto a Delilah. Las tres prefirieron estar cerca de nosotros en caso de que pudiese haber algún otro descuido.

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora