29 | EL COMIENZO DE TODO
Grace
Al siguiente día, ya estábamos rumbo al aeropuerto.
Nada más llegar la noche anterior al hotel, Heath y yo subimos por el ascensor en silencio. No tenía ganas de hablar del tema. No tenía ganas de nada que no fuese hundirme bajo las sábanas y conseguir dormir un rato.
Sin embargo, me vi obligada a hacerlo cuando a eso de las doce de la noche escuché que se levantaba al baño. No le di importancia. Me di la vuelta y opté por conseguir una posición más cómoda.
Las tres y media de la mañana. Heath volvió a levantarse y esta vez salió de la habitación al pasillo.
Inevitablemente, me desvelé por completo y me levanté, abriendo la puerta. Grey se coló entre mis piernas, curioso también, y nos lo encontramos paseando de lado a lado con cierta impaciencia, tomando aire y con los puños apretados.
—¿Qué haces aquí? —murmuré somnolienta. Debía tener el pelo algo alborotado y la cara hinchada a juzgar por su mirada. Se acercó, tragando con fuerza.
—No puedo dormir —dijo simplemente. Agarró a Grey en brazos y entró de nuevo en la habitación, la palma de su mano sobre el centro de mi espalda —. Vamos, vuelve a la cama. Es tarde.
—¿Qué ocurre, Heath? —volví a preguntar, acercándome a él. Debió notar que no iba a dejarlo pasar y clavó la mirada en la otra punta de la habitación, como si estuviese avergonzado.
—Otra vez. Otro puto ataque.
Mis ojos se abrieron del todo y el sueño pasó a un segundo plano. Me senté junto a él en la cama e inconscientemente acaricié su espalda.
Quise decirle que lo sentía, pero probablemente se habría cerrado totalmente en banda. Por lo que simplemente pregunté:
—¿Puedo hacer algo?
Él negó con la cabeza y me pidió que volviese a la cama, pero antes de eso, escribí a Corinne para que comprara con urgencia ocho billetes de avión con destino a Brisbane para el día siguiente.
Ni siquiera nos tocamos ni nos abrazamos. O al menos eso pensé hasta que me desperté. Se me cortó la respiración en el momento en el que descubrí que estaba totalmente rodeada por su brazo. Su mano descansaba sobre mi cintura, temblorosa, y se me tensó el estómago.
—Buenos días —murmuré, dándome la vuelta e incorporándome en la cama para que el momento no fuese demasiado incómodo, cuando descubrí que estaba totalmente despierto —. ¿Cómo te encuentras?
Lo miré a los ojos. Sus ojeras estaban más pronunciadas que el día anterior, al igual que los pómulos. Había perdido más peso en los últimos días. Antes no estaban tan afilados.
Su pecho se infló y desinfló con vehemencia y se incorporó tan fuerte que ni siquiera tuve tiempo para reaccionar. Se llevó la mano al pecho y se quitó la camiseta. Su respiración lucía agitada y su torso tatuado estaba cubierto por una ligera pátina de sudor.
—No... puedo —jadeó hiperventilando —. N-no puedo, Grace, no...
—Vale, tranquilo —me acerqué, le aparté la colcha de encima y corrí a abrir la ventana. ¿Cuánto tiempo debía llevar así? ¿Por qué no me había despertado? Serían en torno las seis de la madrugada por lo que la brisa que ventiló la habitación era fresca.
Heath comenzó a temblar y a balancearse una y otra vez con la cabeza entre las piernas.
No supe qué hacer. Joder, no tuve ni idea de qué podía hacer.
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English Love Affair ©
RomansEl concurso de bandas para ser teloneros en una gira mundial está a la vuelta de la esquina. La hija del representante más famoso de Inglaterra no es solo conocida por eso, sino también por ser la novia falsa de Ryan, vocalista de uno de los grupos...