English Love Affair ©

Extra | 2

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UN AÑO DESPUÉS

Grace

Todo mi alrededor estaba lleno de flores, con las sillas meticulosamente preparadas y mirando al frente. Los farolillos enrollados alrededor de los troncos de los árboles. Las largas mesas repletas de canapés, tentempiés y una tarta ideal de cinco pisos decorada con flores. El altar, con un arco de rosas blancas y todo el terreno que nos rodeaba, del verde más vivo que podía existir.

No podía creerme que hubiese llegado el día.

—Todo está perfecto —sonreí de oreja a oreja.

—Todo menos la propia novia —comentó Piper con el morro torcido.

Al dejar de mirar por la ventana, me encontré a la susodicha retorciéndose frente al espejo.

—¡No te muevas o será peor! —le pidió Penny, que trataba de ajustarle algo.

—¡Pero esto es insoportable!

Maeve soltó un resoplo y escondió media sonrisa. Casi se me salió el agua por la nariz cuando comentó que llevaría vestido.

"Solo para esta ocasión", dijo.

Y, ahora, cada vez que la miraba parecía que tenía a un playmobil gigante frente a mí. Era como si hubiese olvidado cómo andar con uno puesto.

Piper también debió notarlo, porque contuvo una carcajada y Maeve nos dio un empujón con la cadera a ambas.

—¿Estás segura de que los preparativos están donde tienen que estar?

—Te lo prometo —le aseguré con media sonrisa.

—¿Y también el cura?

—Ajá.

—¿Y los anillos? ¿Están vigilados? —preguntó frenéticamente, cuando Penny pareció dar con la diana. Agarró por fin el alfiler que había perdido por el interior del vestido blanco y pudo retomar su tarea.

—Venimos con provisiones —canturreó Shannon, con sus rizos recogidos en una media melena y con un vestido del mismo tono que el nuestro: lila. El favorito de la prometida.

Mamá se acercó a mí con una sonrisa de oreja a oreja y nos observó a todas con un destello de emoción en los ojos.

—¿Cómo va todo por allí? —se atrevió a preguntar Piper, abrazando a mi madre. Había llegado hacía pocas horas a Sunshine Coast.

—Todo... controlado —terminó de decir, porque Delilah ya se había vuelto a mirarla con los ojos abiertos como platos.

—Es August, ¿verdad? —se temió con preocupación —. ¿Qué ha hecho ahora? No me digas que se ha olvidado del traje.

—No —le tranquilizó Shannon, dándole un beso en la mejilla y tendiéndole una copa de champán. Esta se lo tomó de trago —. Simplemente está nervioso. Todos los estamos.

—Por fin ha llegado el día —celebró mamá con la copa arriba.

Maeve chocó su copa con la de mamá y todas hicieron un brindis prematuro, tremendamente emocionadas.

—Estás preciosa, Del —mamá la abrazó. Delilah retuvo las lágrimas y se le coloraron las mejillas, pero era verdad.

Su vestido era precioso. Si bien había sido difícil encontrar uno para su pequeña estatura de forma tan rápida, porque digamos que todo ocurrió de forma muy inesperada, Penny había hecho un trabajo maravilloso. Al parecer, de pequeña aprendió a coser porque sus hermanos siempre andaban con agujeros en los pantalones, así que no le costó demasiado domar a aquel vestido del infierno, como su dueña lo había bautizado.