11 | La familia lo es todo

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11 | LA FAMILIA LO ES TODO

Heath

La situación no era para sentirse orgulloso, pero joder, lo estaba

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La situación no era para sentirse orgulloso, pero joder, lo estaba.

Los golpes de la puerta me hicieron cerrar la libreta y quitarme los cascos, malhumorado.

Al abrir la puerta, Maeve, que como pijama tan solo utilizaba una camiseta ancha, me miraba con los ojos entornados y de brazos cruzados.

Me dio un repaso descarado.

—¿Qué quieres? —pregunté directamente.

—Que te pongas una camiseta, musculitos —gruñó mientras entraba a mi habitación como si fuese la suya propia, echándole un vistazo —. ¿Y bien? ¿Dónde voy a dormir? Aquí solo veo una cama.

Ambos pusimos una mueca de asco al imaginar lo que supondría compartirla.

—Como os dije ayer a todos, esta es mi habitación —recalqué. Llevaba despierto más de veinticuatro horas y no necesitaba a una inglesa irritante molestándome cada cinco minutos. Estaba a punto de terminar la última canción.

—No pienso volver a dormir en ese sofá de la muerte —me aseguró con tono amenazador, encarándome.

—Me importa una mierda —me acerqué a ella, cruzando los brazos. Le pasaba una cabeza y aún así no hizo ni por achantarse un poco —. Como si duermes en el felpudo.

—Sois tan cutres que ni siquiera tenéis uno —se acercó todavía más.

—La puerta de tu casa ni siquiera se puede cerrar, así que no pidas lujos aquí.

Entornó sus ojos por completo, separándose y dándome la espalda.

—Touché.

Suspiré y volví a mi escritorio. Ella soltó una risita.

—¿Ahí es dónde compones? —dijo, tocando la tabla de surf.

—¿Algún problema?

—Sí. Solo necesito que consigamos un colchón en el que no me parta la espalda.

Fui a replicar furioso, porque no era mi maldito problema que no tuviese dónde dormir, pero, pensándolo mejor, contra antes me deshiciese de ella, antes me desharía de sus peticiones insoportables y antes me dejaría en paz.

—¿Si te consigo un colchón, me dejarás tranquilo? —elevé la mirada hasta encontrarla. Me evaluó con desconfianza.

—Mientras no sea del basurero o de los contenedores y lo compres, sí.

—Hecho —le ofrecí la mano.

Ella la estrechó con la suya y se despidió como un militar.

Por fin, tranquilidad. Volví a colocarme los cascos. No había podido pegar ojo en toda la noche. Solo un par de estrofas y...

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora