14 | La cruda realidad

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14 | LA CRUDA REALIDAD

Fisher

Las manos me seguían temblando después de escuchar el nombre del otro grupo. 

Miré a los chicos sintiendo que el corazón se me paraba durante un momento.

"No hemos ganado", me dije a mí mismo. "Después de todo el esfuerzo y toda la mierda por la que hemos pasado, no lo hemos conseguido".

Maeve salió corriendo con las manos en las mejillas. Había empezado a llorar.

No habíamos tenido el tiempo de conocerla demasiado. Solo sabía que dormía en bragas, que odiaba nuestro piso cochambroso, que adoraba el picante, que Heath le sacaba de quicio y que tenía un sujetador más que yo alrededor del cuello. Pero nunca habría pensado que era una chica con sentimientos. Después de haber mostrado solamente esa faceta de chica dura a quien parecía importarle todo una mierda, me costaba asociar esa Maeve a la que acababa de pasar a mi lado enjugando sus mejillas.

La necesidad de comprobar si estaba bien o, al menos, hacerle compañía, fue la que me impulsó a dar un paso en dirección a ella.

Sin embargo, fui incapaz de moverme.

Cuando Ax me apretó la mano, no entendí qué quería decirme. 

Entonces miré a Heath, y el estómago me dio un vuelco.

Estaba sudoroso, al igual que el resto. En lo que no pensé cuando le retoqué el maquillaje sobre los moratones, fue que, a nada que sudase o se mojase, el corrector se correría.

—Tío —le dije entre dientes, mirándole directamente al labio y a su ojo derecho.

Él apretó la mandíbula y clavó la mirada en el suelo, aunque tampoco sirvió de mucho. No teniendo a la princesita frente a él.

Creo que no éramos conscientes de que gracias al chisme de mi vida, esa chica nos había dado exactamente doce canciones. Doce. Putas. Canciones.

Pero el maquillaje no fue lo único que nos preocupó. Su mirada estaba perdida, y aunque sonriera, podía distinguir perfectamente a cuándo estaba sobrio y cuando no.

Y, efectivamente, en ese momento apestaba a alcohol.

—Tenemos que irnos —sentenció Ax, confuso pero no demasiado sorprendido al ver las marcas de Heath.

Nos despedimos del público y dimos las gracias por el trato. Heath me pegó un codazo en el costado por no forzar una sonrisa, pero no fui capaz de hacerlo. Llevaba todos esos meses creyendo que lo lograríamos. Incluso mi madre nos estaría esperando dos días después de la final con un par de lasañas caseras porque ella también lo pensaba.

Solo con ver la cara del padre de Grace quise pegarle un puñetazo. Sonreía como el capullo que era, al igual que Ryan.

Agarré a Heath cuando vi la mirada que le echó a este, probablemente rabioso por lo que había hecho nada más terminar de actuar.

Pero aunque fuese un cerdo, no teníamos nada más que hacer sobre ese escenario.

Los tres salimos de él con una mezcla de decepción, rabia e impotencia.

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora