23 | Flashes de bienvenida

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23 | FLASHES DE BIENVENIDA

Grace

Después del fiasco con Harmony Records, digamos que los ánimos seguían igual de bajos.

Fisher ni siquiera comió. Se encerró en su habitación sin hablar con nadie y, más que enfadado, estaba decepcionado consigo mismo. Como si, después de haber conseguido algo tan importante, no hubiese merecido la pena y fuese por su culpa.

Traté de hablar con él, de insistir en que viniese a comer, pero me dijo que me fuese. Con Maeve tampoco quiso hablar.

El día, en general, fue bastante apagado y silencioso. Penny se fue a casa para intentar convencerle a su padre de que tenía que viajar con los chicos a Londres. Ax, algo desconfiado, insistió en llevarla con la furgoneta. No había conocido al padre ni a los hermanos de Penny, pero la seriedad de Ax me privó de ganas por conocerlos.

Y después de discutir durante toda la comida sobre la estancia en Londres, me salí con la mía y reservé tres habitaciones dobles de un hotel de cuatro estrellas en pleno centro. Penny casi me arrancó la cabeza y Maeve, simplemente, se encogió de hombros y dijo que si tanto insistía, no iba a decir que no.

Aunque esa sonrisilla malévola que esbozó después me hizo debatirme si tenía algún plan con mi mejor amiga en una de esas habitaciones.

El aeropuerto estaba bastante tranquilo, pero no me pasaron por desapercibidas las varias fotos que sacaron un grupo de chicas que cuchicheaban y murmuraban mientras avanzábamos hacia nuestra puerta de embarque.

Al final, Penny venía al viaje. No parecía muy emocionada y Ax tampoco, por lo que contemplé que no fue demasiado bien el dar la noticia en su casa.

—Vamos juntas ida y vuelta —me comentó con media sonrisa, soltándole la mano a su novio y acercándose a mí —. ¿Sabes si hará mucho calor en Londres? No me he traído ropa muy fresca...

Le sonreí.

—No importa. Puedo prestarte ropa —le propuse.

—Yo no —bufó Maeve. Cuando la miramos, frunció el ceño, algo ofendida —. ¿Qué? No suelo dejarle mi ropa a nadie.

—Me gustaría saber qué opina Piper de todo esto —rodé los ojos. Maeve chasqueó la lengua, ruborizada. Su sonrisa la delataba completamente.

Penny, sin embargo, nos miró confundida.

—¿Quién es Piper?

—Mi mejor amiga —aclaré arrastrando mi maleta, verificando si Frank me había contestado a mi último mensaje. Se había ofrecido a llevarnos al hotel con una furgoneta Mercedes de alquiler. Ahora que ya no trabajaba para mi padre, ya no tenía su limusina.

—Y mi futura novia —añadió Maeve con cara de sabionda.

A Pen casi se le salieron los ojos de la cara. Fisher también se volvió, impactado.

—¿Tu qué? —dijeron al unísono.

Maeve resopló y le revolvió el pelo a Fisher, murmurándole algo que no conseguí escuchar. Él se sonrojó y le empujó con el hombro, avergonzado, y ella soltó una carcajada.

Nos desplomamos en las sillas de espera junto a la puerta de embarque, esperando a que nuestro avión llegase. Todos estaban algo molestos conmigo por haber insistido en pagar tanto alojamiento como billetes, pero Ax me prometió que cuando tuviesen el premio y ganasen más dinero con suerte, me lo devolverían todo.

Me hubiese gustado decirle que llevaban pagándome desde el día que llegué a Brisbane, con la cabeza hecha un desastre, asustada y sin rumbo. Ahora miraba a mi alrededor, miraba a Maeve con la cabeza sobre mi hombro y a los chicos intentando descifrar qué avión era el nuestro, y una calidez ahora familiar se instalaba en la base de mi vientre.

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora