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JULIA

Conozco lo suficiente a Ángela como para saber que está enfadada con solo mirarle a la cara y también conozco demasiado bien a mi primo como para saber que esos dos han discutido y por eso las caras de culo que traen. Seguramente él haya perdido el control y se haya acercado demasiado a Ángela y entonces Liam se habrá comportado como el cabrón que es cuando no sabe admitir sus sentimientos, por lo que una cosa habrá llevado a la otra. Pero es que sigo sin creer que esos dos se pasen los días discutiendo cuando se atraen desde el primer momento, la tensión es palpable en el ambiente, diría que incluso puedo oler las ganas que se tienen.

Entiendo a Ángela igual que entiendo a Liam. Ambos son guapísimos y tienen un cuerpazo de la ostia, a lo que se le añade lo increíbles que son como personas, y también que los dos tienen un carácter fuerte, el motivo de que siempre estén discutiendo, y a la vez son tan diferentes que encajan a la perfección. Es lo mismo que siento yo con Lucas, somos muy diferentes entre sí por eso encajamos bien.

—Deja de mirarme así, capullo. —Escucho que le dice Ángela a mi primo.

—No quiero. —Responde.

—¿Se puede saber qué mierdas miras tanto? —Lucas mira de un lado a otro intentando ocultar la risa que quiere salir.

—La poca personalidad que tienes.

—¡Liam! —Le riño. Estos dos no son normales.

—Qué casualidad, tengo la misma personalidad que tú. Liam se queda con la boca abierta, literalmente. Y mi novio no ha podido evitar dejar escapar la carcajada que estaba intentando contener y está partiéndose el culo.

—Y luego dicen que cuando eres adolescente eres más maduro. —Murmuro, pero la sonrisa sarcástica que mi primo me lanza me afirma que lo han escuchado todos los de la mesa.

—Cállate, rubia adoptada.

—¿Adoptada? —Pregunta Ángela dándole un mordisco al croissant que se ha pedido y cambiando de tema.

—Es que es adoptada, la encontraron en la basura. —Responde mi primo. Lucas sigue riéndose.

—Ya estamos otra vez con eso, que no soy adoptada, mendrugo. —Le doy una patada por debajo de la mesa y se queja. Siempre que puede, saca el tema de que me encontraron en la basura porque precisamente sabe que me molesta mucho que diga eso—. Mi padre fue adoptado cuando era un niño por los padres de Bruce, tanto mi padre como mi madre son rubios, así que era de esperar que yo saliera rubia. —Le explico a Ángela.

Terminamos de desayunar y nos vamos al supermercado de Jaime para comprar algunas cosas necesarias para empezar las clases. Durante el pequeño camino y ya dentro del supermercado, Ángela y mi primo no paran de discutir, por cualquier cosa, pero es muy gracioso ver la tensión que hay entre ellos y que los dos ni siquiera la noten porque estén ocupados peleándose. Al terminar, ellos vuelven a su casa entre quejas de ella por no querer subirse al coche con «ese imbécil», palabras textuales que Ángela ha dicho acerca de mi primo.

Lucas y yo hemos pensado en dar una vuelta en el barco de su familia, les hemos preguntado a los otros dos, pero no han querido, así que escapada romántica.

Andamos hasta el pequeño muelle donde reside el Amanda y nos subimos en él. Me siento en el pequeño sillón que tiene y mi chico se pone a conducir el barco hasta que llegamos a una zona en la que no vemos el pueblo, entonces deja caer el ancla y se acuesta a mi lado con su cabeza en mis piernas mientras que yo le acaricio su precioso cabello pelirrojo; es rizado y me encanta enredar los dedos en él. Lo único que se escucha es el sonido del mar, las gaviotas y la voz ronza de Lucas cantando una canción. Mi novio tiene un vozarrón de la ostia y siempre que puedo me gusta escucharlo, siempre le digo que debería crearse una cuenta de Instagram o algo para subir videos cantando y que lo conozca más gente, pero nunca me hace caso porque dice que le da vergüenza.

—¿Tú me quieres? —le pregunto de repente. Él se levanta y me clava la mirada.

Entonces hace algo que me asombra y eso que pensaba que ya nada podía sorprenderme de este chico ya que lo conozco demasiado bien. Me coge la mano y la lleva hasta su corazón, el cual late casi desbocado, parece que se va a salir del pecho, como si tuviera vida propia—. ¿Estás bien? Late demasiado rápido, ¿necesitas un médico? —Sí, a veces puedo ser demasiado inocente, pero me preocupo por Lucas y necesito saber que está bien.

Él niega con la cabeza mientras sonríe.

—Te necesito a ti, tonta. Mi corazón siempre late así cada vez que estoy contigo. —Sonrío como una adolescente enamorada, que viene siendo lo que soy, porque tengo diecisiete años, pero es que este chico siempre consigue hacerme sonreír de tal manera que hasta yo me enamoro de mi sonrisa.

—Te quiero, calabaza. —Le doy un efímero beso y nos abrazamos por un largo tiempo. Luego volvemos a la postura en la que estábamos antes mientras me canta canciones de Taylor Swift.

No puedo estar más feliz de poder estar así con él, siempre ha sido mi crush inalcanzable y eso que éramos amigos. Pero me pasaba la vida suspirando por él mientras lo veía prestarles sus colores a otras chicas, ¿qué puedo decir? Éramos muy pequemos y no teníamos vida amorosa así que siempre que le prestaba uno de sus colores a Nora me molestaba porque esa chica tenía ocho años, pero te aseguro que quería algo con Lucas, lo veía en sus ojos.

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