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ÁNGELA

Me levanto temprano, no porque yo quiera, sino porque es el cumpleaños de mi madre y quiero hacerle un buen desayuno, siempre lo hago, es como mi primer regalo de los muchos que le hago. Sé a qué hora suele levantarse mi madre por lo que me levanto lo suficientemente antes como para que me dé tiempo a todo, siempre se sorprende por mucho que ya sepa que se lo voy a hacer. Esta vez, después de estar días y horas viendo qué hacerle de desayuno he optado por un desayuno estilo inglés, con mezcla de algunos países/ciudades de fuera de España, con sus huevos revueltos, bacon, tostadas con mermelada, tortitas y otras muchas cosas, quiero hacer mucho, así que será mejor que me ponga manos a la obra.

Comienzo haciendo lo que más tiempo me va a llevar, las tortitas, mezclo todos los ingredientes en la Thermomix de Bruce mientras pongo la sartén a fuego lento para que se vaya calentando. Intento hacer el menor ruido posible para no despertar a los demás. Dejo la masa reposar unos minutos mientras limpio todo lo que he usado y luego empiezo a verter la masa en la sartén, mientras espero a que a la masa le empiecen a salir burbujas (signo de que es hora de darle la vuelta) empiezo a sacar los huevos y el bacon para dejarlo preparado. He de decir que yo soy una fanática de la repostería, pero también me encanta cocinar cualquier cosa, es más, me relaja poder cocinar, me siento súper madura y eficiente cuando me preparo mi propia comida y/o cuando me apetece hacer la comida para más personas.

Ya me he dado cuenta de que me relajan muchas cosas, pero la mayoría son cosas en solitario, me estresa mucho cuando la gente está revoloteando a mi alrededor, y creo que el mayor triunfo en mi vida ha sido el de empezar a tomar tiempo a solas conmigo misma; si Ana Milán ya lo dijo en su momento «a mí me parece que no tenemos nada más importante que hacer en esta vida que conocernos a nosotros mismos». Aún estoy trabajando en ello, pero sé cuáles son mis limitaciones y hasta dónde soy capaz de llegar por lo que pienso seguir en el camino de conocerme del todo, porque, sin duda, creo que me conozco un noventa por ciento y que ese diez por ciento restante es lo que me falta para poder trabajar en mí y ayudarme con esa especie de agujero negro en el que estoy metida ahora mismo.

Termino de preparar todo el desayuno en un tiempo récord, me sobran unos cinco minutos o así para poner todo bonito en la mesa antes de que a mi madre le suene el despertador.

El primero en aparecer por la puerta de la cocina es, por sorprendente que parezca, Liam, el mismo chico que odia levantarse temprano y ama dormir, pero supongo que las personas cambian o posiblemente haya sido yo la culpable de que esté aquí, a lo mejor he sido demasiado bruta y he hecho mucho ruido mientras estaba haciendo el desayuno. El caso es que Liam está apoyado en el marco de la puerta, con una camiseta ancha y unos pantalones, al pobre se le abre la boca todo el tiempo.

—Buenos días, —le digo con una sonrisa—, ¿Te he despertado?

Él niega con la cabeza y pasa a la cocina para sentarse en uno de los taburetes de la isla.

—Me puse el despertador unos minutos antes de que tu madre despertara.

—¿Por qué?

—Es su cumple, creo que eso lo sabes perfectamente. —Dice echándole un vistazo a la mesa que tiene detrás, la cual está repleta de comida—. Solo quería estar levantado para poder felicitarla, nada más.

—¿Así que te está empezando a caer bien mi madre?

Suspira un poco casando y antes de hablar se le vuelve a abrir la boca.

—Siempre me ha caído bien Aldara; tú, por ejemplo, no. —Ruedo los ojos al ver que sonríe al decir esta última cosa.

—Capullo. —Murmuro lo suficiente bajo para que no me escuche, pero teniendo en cuenta que ha sonreído aún más diría que lo ha escuchado—. Cuando llegamos aquí parecías enfadado con el mundo. —Aunque nunca lo haya dicho sí que me había fijado en eso, soy muy observadora y mirar a los ojos siempre es bueno.

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