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DICIEMBRE

ÁNGELA

Ha llegado diciembre y con eso la mejor etapa de mi vida: la navidad, y al parecer en este pueblo se celebra absolutamente todo por todo lo alto, literalmente.

Camino por la plaza con mi grupo de amigos en busca de alguna mesa libre, pero parece que ya están ocupadas todas, salvo una en la que hay sillas suficientes, el único inconveniente es que está Sofía en ella y, por lo menos a mí, no me apetece estar cerca de ella a menos que, esta vez, sí quiera venir en son de paz, entonces ya hablaremos.

Estamos a punto de darnos la vuelta cuando cae en nuestra presencia y nos hace un gesto con la mano para que vayamos a sentarnos.

—¿Qué hacemos? —Pregunto cuando veo que ninguno se mueve.

—Es la única mesa libre. —Guillem se encoje de hombros.

—Sofía es buena persona, solo que tiene un carácter...peculiar, sí, eso es, y por eso a simple vista no cae muy bien.

—No intentes hacerla buena, primo, —dice Julia—, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Liam resopla y empieza a andar hacia la mesa, nosotros lo seguimos a él y nos sentamos.

—Gracias por dejar que nos sentemos aquí, Sofía. —Suelta Alba con cierto tono sarcástico.

—Ya sé que la he liado infinidad de veces y que me he portado como una completa imbécil...

—Imbécil se queda corto. —Susurra Julia, sin embargo, Sofía lo escucha y sonríe de manera triste.

Siempre me han dicho que una persona que actúa y que hace bien su trabajo puede fingir delante de alguien y no enterarse nunca de que estaba mintiendo y/o fingiendo, pero yo siempre he pensado que los ojos nunca mienten y por eso me gusta mirarlos cuando alguien me está hablando, por esa razón me está dando mucha pena Sofía, y no debería porque se ha portado fatal conmigo, pero es que parece que sí quiere hacer las paces y ya no estamos en infantil para seguir peleados por idioteces.

—Vale, sí, a ninguno os caigo bien, pero, quiero arreglar las cosas, sobre todo contigo, Ángela. Contigo ha sido con quien peor me he portado y te pido disculpas, me cegaron los celos, pero después de aquella noche en la fiesta me quedé pensando...

—Anda, si resulta que piensas. —Interrumpe de nuevo Julia.

Miro a mi amiga con una mirada que dice claramente un «cállate ya».

—Eres el tipo de chica de Liam y él es tu tipo de chico ideal, hacéis una pareja genial y no quiero romper eso, aunque al principio sí quisiese.

—Te entiendo perfectamente, Sofía.

—Ah, ¿sí? —Dicen todos a la vez, sorprendidos por mis palabras.

—Sé que a veces los celos nos pueden cegar, pero siempre es bueno aprender de nuestros errores y saber cuándo nos hemos equivocado, yo sí quiero empezar de nuevo.

—Entonces, ¿amigas?

—Empecemos por conocidas y después ya vemos.

Sofía asiente y aunque mis amigos no parecen estar de acuerdo, se ponen a hablar con ella como si no se llevasen mal. Es tiempo de perdonar. Vaya, eso ha sonado súper cursi, menos mal que lo estaba pensando y no lo he dicho en voz alta.

Cerca de las doce nos acercamos al pequeño escenario donde han colocado el árbol, todavía hay hueco delante, así que los obligo a ponernos en ese lugar.

El alcalde sube al escenario pocos minutos después y da un discurso del que acaba emocionándose él y emocionándonos a los demás. No sabía que Miguel tuviese tan buenas palabras y que pudiese emocionar a un pueblo entero.

Al terminar, me sube al escenario, con la excusa de ser nueva en el pueblo, aunque ya lleve casi cinco meses aquí, para que le dé a la palanca y dé por empezada la navidad en White Moon. No me quejo de que me haya escogido, al revés, me encanta, siempre he querido hacer eso.

Todos en el pueblo cuentan hasta tres y le doy a la palanca, haciendo que el pueblo cobre más vida de la que ya tenía. A continuación, todos comienzan a cantar un villancico y yo me bajo del escenario para disfrutar con mis amigos.

Volvemos a la mesa, pero no me da tiempo a sentarme pues mi madre me llama para que vaya con ella para hablar. Miedo me da porque está muy seria.

Me lleva a uno de los bancos que está más retirado de la gente y me hace sentarme, con ella al lado.

—No sé cómo empezar a decirte esto. —Dice mi madre y creo que ya sé por dónde va. Sabía que esta conversación iba a llegar, pero no quería que fuese ya.

—Si es lo tuyo con Bruce, ya lo sé, desde hace tiempo.

—¿Y qué piensas?

—No lo sé, mamá. Liam me ha contado la parte de la historia de su padre, me falta la tuya para poder entender las cosas.

—Es probable que la mía sea más corta. Bruce y yo nos llevamos genial desde el primer momento en el que nos conocimos y acabamos la noche caminando por la playa y hablando de nuestros hijos, de vosotros. Ambos pensamos que necesitabais una familia y decidimos formar una. Fue un cambio brusco, lo sé, pero lo hicimos por vosotros. Y bueno, hemos llegado a un punto en el que no podemos estar cerca, no somos capaces, por eso él se ha ido a casa de su padre.

—¿Tú llegaste a sentir algo por él?

Asiente y se me rompe el corazón, porque la entiendo. Entiendo perfectamente lo que se siente al estar enamorada de alguien y que no sea correspondido o que no puedan estar juntos.

Mi madre se queda callada, mirando a la plaza, observando a los que ríen y cantan. Cuando pienso que no va a decir nada, entonces habla.

—No hagas lo que yo hice, Angie, sé feliz y enamórate de alguien, aunque eso creo que ya lo has hecho.

Abro los ojos como platos y creo que parezco un tomate de lo colorada que me he puesto. Mi madre sonríe y me coge de las manos.

—Cariño, no tengas miedo de amar, algo me dice que no es como su padre. —Señala con la cabeza hacia mi espalda, me giro y veo a Liam bailando en medio de la plaza con una niña pequeña.

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