ÁNGELA
Llevo una semana y media aquí y siento que llevo toda la vida, me he adaptado de tal forma que ni siquiera yo me lo creo. Lo único que me extraña un poco es el poco tiempo que Bruce aparece por casa. No me importa mucho porque cuando está por aquí tampoco es que se note su presencia pues se pasa las horas en su despacho, como ahora que está en casa, pero no se le escucha.
Yo me encuentro con mi madre en el salón, estamos viendo una película que hemos encontrado en Netflix; va de una bailarina que vuelve a su pueblo natal y, a regañadientes accede a preparar a un grupo de niñas que quieren presentarse a un concurso de baile.
Cuando la película lleva diez minutos, escuchamos unos pasos detrás nuestra y al girarnos vemos a Liam, que acaba de entrar en el salón.
—¿Quieres ver la película con nosotras? —Le pregunta mi madre.
Liam asiente y se sienta en el sillón que hay a mi izquierda. Resopla nada más ver la televisión.
—¿No será una de esas absurdas películas románticas?
—Lo es y es el típico cliché en el que ella vuelve a su ciudad natal y se encuentra con un amor del pasado. —Le explico.
—Ángela ya la ha visto muchas veces, pero es que no hay nada bueno y es por ver algo, también te digo.
Liam accede a quedarse, aun sabiendo de que va la película. Mi madre para la película y va a la cocina para hacer palomitas así que Liam y yo nos quedamos solos. El silencio se nota un poco incómodo, ninguno de los dos habla y si no fuera porque tenemos que respirar para vivir, tampoco se escucharía el sonido de nuestra respiración. Él no parece querer hablar, pero es que yo necesito romper el silencio, no soporto esta incomodidad de la que seguro que Liam también está sintiendo.
—Bueno... parece que se ha quedado buena noche. —Me atrevo a hablar, pero me arrepiento al instante, porque ha sonado como cuando los adultos quieren romper el silencio.
Él me mira.
—Supongo. —Se encoje de hombros y vuelve a posar su mirada en la película, que sigue parada.
«Mamá, ven ya, por favor» Me digo y parece funcionar, porque mi madre aparece con dos boles de palomitas y algunas chuches que seguro que ha cogido de mi armario. Le da uno de los boles a Liam quien está solo y otro es para mi madre y para mí ya que estamos en el mismo sofá. Se sienta y vuelve a poner en marcha la película.
He de decir que, al acabar la película, el único que está llorando es la persona que ha dicho que las películas románticas son absurdas y el muy idiota se ha pasado todo el tiempo llorando.
—Oye, no juzgarme, es súper triste la cara que ha puesto el chico cuando se ha enterado que la chica se había ido.
—No te juzgamos. —Dice mi madre.
—Sé que estáis pensando que soy un dramático.
—Qué va.
—Yo sí, no pensé que Liam sin sentimientos Harrison fuese tan dramático. —Añado, ganándome una mirada molesta del aludido.
—Aldara, ¿has visto como me ha llamado tu hija? Dile algo.
Eso me hace reír, porque no conocía esta parte de Liam.
—Ángela, compórtate. —Me riñe mi madre.
Al final acabamos todos riéndonos.
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La magia de nuestros latidos ||YA EN AMAZON||
RomanceLa vida de Ángela da un vuelco cuando se ve obligada a mudarse con el nuevo marido de su madre y su hijo, quien parece odiarla. Ella, que odia los cambios no está de acuerdo, pero todo cambia cuando pisa White Moon, un pueblo perdido entre las monta...