La carta

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ENERO
LIAM

A veces la vida da giros inesperados que te la cambian por completo. A veces siento que no valgo para nada, pero aun así me digo a mí mismo que solo es una racha y que vendrán momentos mejores. Momentos en los que me sienta más yo que nunca. Momentos en los que creo que lo he hecho bien y que no puedo estar más orgulloso de mí. Creo que ha llegado mi momento, con la tan esperada carta que estaba esperando.

Cuando empecé a leerla sentí que ya lo tenía todo en la vida, pero al terminar de leerla sentí que, si aceptaba, perdía algo valioso. No quería contárselo a nadie, pero tenía la necesidad de hablar con alguien y recurrí a mi mejor amigo, quien está leyendo la carta y arqueando las cejas. Termina de leerla y la deja en mi escritorio. Suspira.

—¿Y bien?

—Primero que nada, me ofende que no me hayas dicho que habías pedido una beca en esta universidad.

—No quería decir nada hasta que me aceptaran, ya sabes, por si no lo hacían.

—Lo entiendo. Lo segundo que te voy a decir es que esto es una gran oportunidad, aunque eso ya lo sabes. Liam, ¿qué te detiene a cumplir tus sueños?

—Una persona.

—Mal, empiezas mal, tenías que haber dicho que nada te detiene. Ya sé que es en Barcelona, bastante lejos de aquí, pero si aceptas, entrarás en el equipo de balonmano y ya sabes que es muy conocido allí, y aquí seguirás tenido a Ángela, no se va a ir, pero si la rechazas, la seguirás teniendo, aunque ya no tendrás la beca para la universidad y no podrás entrar en el equipo.

—Las relaciones a distancia nunca funcionan, Lucas.

—Hay excepciones.

—¿Y si le digo que eche plaza en esa universidad?

Lucas niega con la cabeza.

—No puedes hacer eso, no puedes quitarle la vida que ha empezado aquí, ¿no te das cuenta de lo feliz que es aquí?

Tiene razón, pero es que todo esto es un cacao mental, no sé qué hacer.

—Te lo digo como amigo de ambos, si ves que lo que quiera que tengas con Ángela te va a impedir cumplir tu sueño, deberías dejarla ir.

—¿Qué? No, por fin he logrado querer a alguien de verdad, no puedo dejarla ir de la noche a la mañana.

—Tío, cuando amas de verdad a alguien estás dispuesto a hacer cualquier cosa por esa persona, incluso si eso significa que tienes que dejarla ir.

—Pero ¿y si duele, Lucas?

—Sobre todo si duele.

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