JULIA
Aunque mi primo haya dicho infinidad de veces que su miedo a la oscuridad está mucho mejor, sé que es mentira. Por Dios, siempre hemos hecho todo juntos, creo que conozco mucho mejor a Liam que él mismo. Mi primo es demasiado cabezota y aunque sepa que los miedos no se van del día a la mañana sin hacer nada al respecto, parece que no le entra en la cabeza y sigue pensando que se va a acostar un día con miedo a la oscuridad y al levantarse ya será inmune. Eso no funciona y él lo sabe. Pero joder, es mi primo y lo quiero bastante como para verlo sufrir y no hacer nada. Él no me deja ayudarle, de hecho, no quiere que nadie lo ayude, pero sé que me dejará alejarlo de la oscuridad, por eso lo he sacado del gimnasio sin esfuerzo, porque lo he visto bastante apurado.
De hecho, ahora está sentado en las escaleras del gimnasio, respirando con dificultad, como si se hubiera olvidado de hacerlo. Pero sé que estará bien porque, aunque Liam no lo sepa, él es muy fuerte y sé que cuando esté preparado se dejará ayudar.
—Oye, ¿crees qué estarás bien? Quiero entrar ahí para ver cómo los adolescentes se asustan por esa broma.
—Estoy bien, Julia, no te preocupes por mí, entra y disfruta del baile.
Sonríe y le doy una palmadita en el hombro. Cuando estoy a punto de entrar mi primo habla:
—Si la ves, dile que estoy fuera.
—Lo haré.
Al entrar al gimnasio casi le doy con toda la puerta al profesor; en mi defensa diré que no debería estar parado en toda la puerta sabiendo que ha dejado salir a dos alumnos y que en cualquier momento pueden entrar, pero bueno, parece ser que no ha calculado bien la distancia. Me río yo sola por este genial chiste que solo he escuchado yo. Este genial chiste es igual a "chiste malo". El profesor Antonio da matemáticas y física y química, de ahí el chiste que nadie va a entender jamás porque es malísimo, súper malo, diría.
Me reúno con mis amigos quienes están un poco asustados. Diría que poco les falta para cagarse encima si no lo han hecho ya.
Las luces no dejan de apagarse y encenderse. De pronto la luz vuelve a quedarse apagada y al volver a encenderse aparece una sombra blanca colgada del techo, porque sí, estoy viendo la cuerdecita que sujeta la sábana. Algo me dice que es mi querida amiga.
—¡Por la barba de Dumbledore! ¡Es Myrtle la llorona! —Grita uno.
—¡Idiota! No estamos en Hogwarts ni esto es un baño de chicas. —Grita otro desde el otro extremo del gimnasio.
Gracias a esto confirmo que es mi amiga pues su inconfundible risa se escucha debajo de la sábana. Segundos después, la sábana aterriza en el suelo y aparece la figura de Ángela. Detrás de ella aparecen los dos profesores de inglés y la directora partiéndose el culo.
—Menudo susto nos has metido, Ángela. —Dice Alba cuando la chica ha llegado a nuestro encuentro.
—¿Nos? No hables por mí, yo sabía que era ella. —Guillen es el que habla.
—¡Una mierda! Tengo el brazo dolorido porque te has amarrado a mí de una forma brutal, ¡pensaba que me quedaba sin brazo! —Se queja Oliver.
Ángela sonríe, pero no deja de buscar a alguien. A mi primo y yo sé dónde está.
—Estáfuera, —le digo—, creo que tenéis que hablar.
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La magia de nuestros latidos ||YA EN AMAZON||
RomantizmLa vida de Ángela da un vuelco cuando se ve obligada a mudarse con el nuevo marido de su madre y su hijo, quien parece odiarla. Ella, que odia los cambios no está de acuerdo, pero todo cambia cuando pisa White Moon, un pueblo perdido entre las monta...