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ÁNGELA

Vuelvo a hacer mismo camino que hice la primera vez que fui a una fiesta en casa de Guillem, salvo que ahora voy en el coche de la hermana mayor de Ava. En un coche con siete plazas, y Julia y yo vamos atrás del todo hablando de las pocas ganas que tengo yo de ir a la fiesta esa. Prefiero quedarme en casa leyendo o escuchando música.

Llegamos a la casa de Guillem, a pesar de que los del equipo van a llegar un poco más tarde ya hay bastantes coches, más que la última vez. La hermana de Ava nos deja en la puerta y nos quedamos viendo cómo su coche se va. Todas mis amigas comienzan a avanzar por el porche hasta llegar a la puerta.

—Me la vais a pagar, que lo sepáis. —Les digo.

Alba resopla y Valentina me coge del brazo.

—No seas aguafiestas, Ángela, —me reprende Alba—, habrá chicos guapos, píllate alguno.

—Eres de lo que no hay, —le dice Miranda—, Ángela ya tiene a alguien y es ni más ni menos que nuestro querido amigo Liam.

Todas comienzan a reír sin parar y yo me pongo roja como un tomate.

—¿Se lo has dicho? —le pregunto alarmada a Julia, la única que sabe que me gusta su primo, hasta ahora, que parecen saberlo todas.

Julia niega con la cabeza mientras sigue riéndose.

—Oh, vamos, se te nota en la cara. —Añade Ava.

—No me digas eso, ¿tan obvia soy?

—No, solo te conocemos bastante bien.

Todas me dan un enorme abrazo. Llamamos a la puerta con Valentina amarrada a mi brazo. Una chica que aparenta tener de veinte años para adelante nos abre la puerta.

—Nombre y apellidos. —Nos dice. Todas nos quedamos alucinadas ante esta profesionalidad. Cuando le decimos nuestros nombres los mira en la lista y al comprobar que estamos invitadas nos deja pasar, cerrando la puerta a su espalda.

—Lo siento por esto, —nos dice—, el idiota de mi hermano pequeño me tiene de portera hasta que él vuelva del partido.

Pues ya sabemos quién es la chica. Ahora que lo dice, sí que le veo un cierto parecido a Guillem, sobre todo en la nariz, ambas son un poco respingonas y tienen pecas en ella.

Mis amigas deciden empezar a beber ya, la verdad es que yo prefiero esperar a que el anfitrión de la casa esté. Valentina parece notarlo así que me arrastra hasta el salón para sentarnos en el mismo sillón en el que me senté la primera vez que estuve aquí, parece un simple sillón, pero me trae muchos recuerdos.

El salón está prácticamente vacío, la mayoría de los invitados están en el jardín bebiendo y bailando.

—Si mi padre se entera de que estoy aquí, me mata. —Dice Valentina.

Me río y niego con la cabeza.

—¿Por qué?

—Porque es bastante protector y mira que mi tía siempre le está diciendo que me deje un poco de libertad.

—Tiene que ser agotador eso de estar mintiéndole a tu padre sobre dónde estás.

—Un poco sí, pero luego me arrepiento y al día siguiente se lo estoy contando, aunque me llevo una bronca, pero al menos me quedo con la mente tranquila.

Sonrío.

—¿Tu madre sabe que estás aquí? —Me pregunta.

—Sí, yo le cuento todo a mi madre.

—¿Incluso lo de que te gusta ya sabes quién? —Valentina pone una mueca de maldad.

—Corrijo, prácticamente todo. Esto es algo que prefiero mantener en secreto para nuestras familias.

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