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LIAM

—¿Cuándo pensabas decírmelo, Liam? —Me grita Ángela. Acaba de entrar en mi habitación como un torbellino y se nota furiosa. Nunca la había visto tan enfadada.

—¿El qué? No sé de qué me estás hablando.

—Yo te lo explico, no tengo problema en eso. —Me muestra una sonrisa rota, pero su voz suena sarcástica. Me duele verla así—. Tu amiga Sofía me ha contado que te han aceptado en una universidad de Barcelona y que te irás en mayo, y ahora te lo vuelvo a preguntar, ¿cuándo pensabas contármelo? —Oh, mierda.

—Yo... no lo sé. No sabía cómo decírtelo.

—Yo creo que cualquier cosa es mejor que enterarme por quien me he enterado.

—Te juro que no se lo conté, solo lo sabía Lucas, debió de escucharnos. Ángela, escúchame.

—Te escucho. —Dice sentándose en la cama.

—No he aceptado todavía.

—¿Y vas a aceptar? —No digo nada por lo que mi silencio le parece una respuesta.

Se levanta de la cama y se pone a dar vueltas por toda la habitación.

—Ángela, no me pidas que no me vaya. —Le digo con mis ojos clavados en los suyos.

Se lo estoy suplicando.

—¿Qué pasa si lo hago? —Me reta, pero sé que en este momento solo quiere llorar, pero no lo hará delante de mí porque es una orgullosa.

—Que no podré irme y lo necesito. —Admito. Bajo la mirada, quiero mirarla, pero no puedo porque estoy a punto de llorar y se nota en mis ojos. Me muerdo el labio, aguantando las lágrimas. Me acerco a la puerta y la sujeto, le pido a Ángela que se vaya y eso hace. Sin rechistar.

Me quedo destrozado mirando cómo entra en su cuarto y yo me siento la persona más imbécil que he conocido por hacerla sentir de esa manera. La quiero demasiado como para irme y dejarlo estar de esa manera. Sé que aún quedan unos meses antes de irme, pero al menos quiero pasarlos con ella y disfrutar.

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