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ÁNGELA

—¿Te apetece tomar algo? —Pregunta Liam haciéndome volver a la realidad. Me he quedado tan embobada mirando sus ojos que ni siquiera estaba escuchándolo.

Asiento.

—Erick siempre me alegra el día con su deliciosa comida.

—No vamos a ir al café de Erick. —Lo miro confusa. Que yo recuerde Julia me dijo que solo había una cafetería en el pueblo, ¿a qué otro sitio quiere llevarme?

—¿Entonces?

—Déjate llevar, florecilla. —Dice limpiándose las pocas lágrimas que le quedaban por sus mejillas.

Se pone en pie y me coge de la mano. Logro coger el bolso rápidamente antes de que me arrastre fuera de la habitación. Me pide que le espere en la puerta de su cuarto mientras coge dinero, una vez que lo tiene vuelve a cogerme de la mano y a arrastrarme hasta abajo.

Nos quedamos en las escaleras para poder escuchar donde están nuestros padres. Ni rastro de ellos. Liam se asoma a la cocina y ve que están sentados en la mesita, hablando de algo, por lo que salimos corriendo por la puerta principal.

Caminamos en dirección a la casa de Julia, pero pasamos de largo y seguimos caminando. Veo cómo el lago se va haciendo más ancho, y me parece realmente hermoso. Un par de minutos después veo a lo lejos una casa. Conforme nos vamos acercando me doy cuenta de que no es una casa, es un restaurante y está al otro lado del lago por lo que para cruzarlo hay que pasar por un largo puente que llega de un extremo del lago a la puerta del lugar. Lo cruzamos y entramos en el sitio.

Creo que se va a convertir en mi lugar favorito. Tiene música jazz en directo y una zona con estanterías repletas de libros y sillones para sentarte a descansar. Además, casi no hay gente en el lugar y parece súper relajante.

—Hola, Liam. —Saluda un señor bastante mayor, quizá está entre los sesenta y setenta.

—Hola, abuelo. —Eso sí que no me lo esperaba. Supongo que sea el padre de su madre, pero los Harrison no hablan de ella, así que no sé nada de su familia materna.

—¿Quién es esta chica tan guapa? —Miro a Liam, sus mejillas han adquirido un tono rosáceo. Él me mira y sonríe.

—Es Ángela, una amiga y mi hermanastra.

—Encantada de conocerte, yo soy Brooks.

Le doy la mano en señal de saludo. El señor nos dice que nos sentemos en una mesa y ahora vendrá a servirnos.

Nos sentamos en una de las mesas que hay lo suficientemente cerca para poder escuchar bien la música y lo suficientemente lejos del escenario para poder hablar sin gritar, de todas formas, la música no está muy alta.

—¿Por qué Julia no me contó la existencia de este sitio? —Inquiero.

—Porque en mi familia este sitio está prohibido por mi padre.

—¿Algún día me contarás qué le pasó a tu madre y por qué está prohibido este sitio? —Pregunto. Sé que Liam no está preparado para contarme eso por esa misma razón no quiero obligarlo, de igual forma que él no quiso obligarme a contarle lo que sucedió con Oliva.

—Algún día te lo contaré.

Nos quedamos mirándonos a los ojos. Por un momento somos solo nosotros dos. Nos miramos como si el cruel mundo estuviera ardiendo, pero estando juntos el mundo deja de arder. Y no me gusta sentir eso, porque siempre que me pillo por alguien acaba de la peor forma y no deseo eso, aparte de que lo de Liam y yo está prohibidísimo.

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