CHAPTER 30

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KIM, TAEHYUNG

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KIM, TAEHYUNG. 

  Me encontraba en casa intentando de mil maneras comunicarme con Jimin, nos habíamos peleado de la manera más horrible posible desde que salimos del consultorio del doctor Min. Me arrepiento de haberle dicho tantas cosas, pero es que él... Simplemente estaba irreconocible y yo solo me defendí de las mil flechas que estaba disparándome justo a mi corazón que, en ese momento, se encontraba hecho polvo. Jamás debería de haberle dicho que me gustó Min Yoongi, nuestro nuevo psicólogo, sé que estuve mal,  teniendo en cuenta sus sentimientos, pero tampoco era para tanto.

- Aléjate de él.

Sus palabras me habían desconcertado tanto en ese momento, hasta que mi memoria se acordó de que él gustaba de mí. No debe de ser fácil, lo sé, pero tampoco era para hacer tremendo espectáculo en frente de todos los que estaban allí. Juro que jamás vi a Jimin en ese plan porque siempre suele ser dulce y jamás se molesta por nada, pero hoy.... En pocas palabras; no lo reconocí.

- ¿Te contestó? – Mi madre se encontraba conmigo intentando contactar con él luego de que saliera todo molesto de la consulta. Estaba por llover y no sabíamos en donde estaría o si había llegado a su casa y esa fue la peor parte: No teníamos ni idea de donde vivía o quienes eran sus padres. Nunca nos lo dijo y nosotros tampoco preguntamos.

- No, y ya me estoy preocupando. - Sin importar lo enojado que estuviera con Jimin, era mi amigo y me importaba, no lo dejaría así; en medio de una posible tormenta solo por haberme humillado en frente de todos, así no soy yo. - Creo que iré a buscarlo.

- Te acompaño.

- No ma, te necesito aquí por si regresa a buscarnos. Además, no creo que quiera ver a mucha gente después de lo que pasó. – Comencé a coger una chamarra, las llaves del coche y un paraguas y me encaminé hacia la salida.

- Está bien cielo, ve con cuidado y avísame cualquier cosa.

- Lo haré, nos vemos más tarde. – Besé su frente y salí de allí dispuesto a tragarme el orgullo y el enojo porque ese rubio atrevido lo valía.

Y tal como lo pensé y el pronóstico lo decía, comenzó a llover y eso dificultaba un poco más mi búsqueda por el inmenso Seúl. Había recorrido cuadras enteras por más de media hora y nada, hasta que un mensaje de Jimin llegó; estaba en su casa y se disculpaba por lo de ese día. Respiré aliviado y le respondí, ya luego arreglaríamos nuestras diferencias, lo importante ahora, es que el esté bien. Me dispuse a regresar a casa porque ya no solo era una simple lluvia, era una tormenta que, en cuestión de segundos, ennegreció todo el cielo de la luminosa cuidad y la cubrió de chaparrones que golpeaban el parabrisas del coche una y otra vez en completa sinfonía. Definitivamente, no era buen plan estar afuera. Ya iba de camino, cuando vi una figura conocida, toda encapuchada caminando en medio de la lluvia, sin paraguas y empapado hasta los pies.

¿Y Mi Dignidad? KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora