CHAPTER 37

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Vengo a soltar una bomba

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Vengo a soltar una bomba. 

🎧

Audifonos puestos por favor.

KIM TAEHYUNG. 

El aroma de un cigarro encendido, el cálido ardor de un trago de tequila. Un bar, una canción; Minefields. ¿Acaso podría sentirme más miserable? ¿Más tonto, menos roto? Nuevamente, me ahogaba en la miseria de la soledad y la añoranza, en el dolor que quema y en la agonía que se acrecienta.

El mundo no importaba.

Yo, no importaba.

Hoseok llamó, no me importó.

- ¿Le sirvo otro trago? – Miré al Barman, era demasiado joven para trabajar en un lugar así, ¿tendrá dieciséis? Seguramente Jungkook habría hecho una locura así, así de descabellada.

- Sirve. – Extendió su brazo tatuado y dejó caer la bebida. Si, definitivamente, es un Jungkook de pequeña estatura y tímida mirada.

- ¿Espera a alguien? – Sus ojos curiosos y su corta edad jamás podrían asimilar la dimensión de su pregunta y cuánto impacto tenían en mí.

- No, a nadie. - Sonreí amargamente. Él, lo entendió y se marchó. Agradecí internamente y me dispuse a perderme en esa multitud de desconocidos. No era un bar como cualquier otro, era una bar para personas como yo; personas rotas, despechadas, heridas. Un toque me detuvo, mi piel se erizó y, con miedo, lancé un golpe hacia quien sea que se hubiese atrevido a ponerme una mano encima.

- Cari... Auch. – Él, llevó su mano hacía su mejilla. - ¡Joder Taehyung!

- ¿Hoseok? – Maldita sea. - ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

- ¿Tu qué crees?

No dije nada, no me importó en absoluto cómo se sintiese, tampoco el hecho de que estuviera allí. Era una escena que ya me la conocía muy bien así que, caminé hacia la salida y me subí a su carro. Pronto sentí su el motor rugir y, nuevamente, nos dirigíamos al único lugar del que quería escapar; nuestro hogar.

- Nunca lo vas a olvidar, ¿verdad? - ¿Cuántas veces me había preguntado lo mismo? ¿Cuántas veces tenia que repetírselo?

- Por favor Hoseok no quiero hablar de eso.

- Vale. – El silencio reinó y un matrimonio que nunca debió ser comenzó a derrumbarse. De hecho, inició su demolición desde el momento en el que pensé que era buena idea casarnos.

Llegamos a casa, él se acostó y se durmió. Yo, en cambio, me quedé despierto intentando alcanzar un sueño que nunca se detenía. Había olvidado la última vez en la que pude dormir con facilidad, siempre costaba, pero lo hice. En medio de la noche, un nuevo escenario se hizo presente; Jungkook y yo nos encontrábamos en un bosque, pero estábamos separados por la pendiente de un rio caudaloso. Miré, desde las alturas, cómo el agua corría furiosa. Hacía frío. Observé hacia delante; Jungkook me extendía su mano. La distancia era abrumante. Tenía miedo, miedo de caer y morir, pero... ¿Qué más da si me caigo? Ya estaba muerto sin él, no hay vida sin amor. Era, como si un camino minado me separase de mi felicidad, de mi Jungkook, y sin importar cuánto miedo o pánico me provocase estaba dispuesto a cruzarlo. Salté, casi podía sentir su mano atrapándome...

¿Y Mi Dignidad? KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora