CHAPTER 22

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KIM, TAEHYUNG. 

Había pasado una semana. Si, una semana con un Jeon Jungkook torturándome la mente y taladrándome el corazón. Cinco días en los que ambos nos ignoramos épicamente en los pasillos y salones de clase o eso es lo que parecía porque yo no podía ver otra cosa que no fuese él, aunque se la pasara presumiendo a Sana, haciendo lo único en lo que eran buenos. ¡Vaya manera de demostrar que me extrañaste, Jungkook! No voy a negar que me dolía. Después de todo, me gustaba ese idiota, corrección, amaba a ese idiota, pero tampoco había perdido toda mi dignidad como para suplicarle de rodillas que regresara a follarme a escondidas o quizás intentar algo más.

Los primeros dos días, había intentado acercarme a él, arreglar las cosas, pero no hacía más que evadirme, y cuando eso no funcionaba, se ponía en su plan de tío insoportable para burlarse de mí con insultos absurdos y quizás miradas de desprecio. Me dolía, porque a pesar de que nadie lo notara yo si podía ver que estaba sufriendo, siempre lo hacía y era extremadamente doloroso saber que ese comportamiento solo era por mi culpa.

Después, apareció nuevamente esa maldita rubia entre nosotros, sumado a los insultos y depresión. Odié su inmadurez de no querer hablar como personas civilizadas y hacer lo único que hace bien; evadirlos y meter la pata. Así que, poco a poco, mi culpa por lo que pasó, se fue disipando. Después de todo, él hace lo mismo. Solo fue un beso, un insignificante beso y el hizo el berrinche de su vida y ahora... me estaba restregando en la cara todo lo que podía hacer con Sana. Puto infiel, lo odio.

Por las tardes, solía tomar normalmente mis clases de piano y todo estaba bien con ello porque, por alguna razón, jamás se encontraba en su casa y su padre, por fin, había arreglado su vida como para enseñarme correctamente. Estaba feliz porque en tal solo cuestión de días ya había progresado demasiado.

- ¿Tienes tus clases pequeño Teté? - Jiminshi estaba sentado en mi pupitre viéndome acomodar mis útiles. Él, ya tenía su mochila cargada y había venido de su salón solo para verme antes de despedirnos.

- Sabes que sí.

- ¿Has hablado con Hoseokie, Teté? - La pregunta de cada día, nunca podía faltar.

- Cada noche, antes de dormir y cada mañana antes de comenzar el día. Digamos que se está tornando un poco difícil por la diferencia horaria, pero ninguno quiere perder la oportunidad de hablar con el otro. Por cierto, te mandó saludos.

- ¿Y no te dijo nada? - No entendía por qué actuaba raro cuando se trataba de Hoseokie, a veces pienso que oculta algo.

- No, ¿Qué tendría que decirme?

- No, nada. - Vi una señal de lamento en el rostro de Jimin, pero no quería incomodarlo, después de todo, también se había encariñado con Hobi.

- Si quieres podemos organizar una pijamada el sábado, nosotros dos y él.

¿Y Mi Dignidad? KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora