14. Aferrarse.

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Hello, solo tengo que decir que esté es un capítulo super cortito, perooo, hay otro, asi que cuando terminen sigan bajando.

Ahora si, disfruten...

Siento como el mundo entero se me viene abajo. El corazón se me rompe una vez más, o al menos los pequeños pedazos que quedaban de él.

- No puedes hacerme esto - Le digo mientras intento inútilmente de retener las lágrimas - No puedes rendirte tan jodidamente fácil.

- ¿Crees que esto está siendo fácil? - Me cuestiona incrédulo - ¿De verdad crees que esto está siendo fácil para mí?, ¿crees que esta mañana me levanté y de la nada me dije a mi mismo: ¡joder! parece un día increíble para pedirle el divorcio a la mujer que amo y madre de mis hijos?

- Eso es precisamente lo que está ocurriendo - Le reclamo sin atreverme a ponerme de pie - Vienes aquí a decirme como si nada que quieres divorciarte de mí, ¿desde cuándo tenías planeado esto?, ¿desde hace cuánto te has dado a ti mismo el maldito tiempo de procesarlo y aceptarlo?, ¿desde hace cuánto le has hecho luto a nuestra relación sin que yo lo supiera?, ¿quién te dio el derecho de decidir cuándo sería el ultimo beso o el ultimo abrazo?

- No creo que haya una manera correcta e indolora de pedir esto - Me dice con voz completamente rota - Y yo no he decidido nada, no estoy decidiendo nada, pero necesito que comprendas mi punto y la razón por la que he considerado esto.

Sacudo la cabeza negándome a aceptar que de verdad está sugiriendo algo como esto - No me puedes hacer esto - Le repito en un susurro desesperado - No me puedes hacer esto...

- Y no podemos seguir haciéndole esto a nuestros hijos - Musita viéndome directamente a los ojos antes de mirar el mar.

Decido seguir su ejemplo y también llevo la mirada al mar, pero en dirección contraria a él.

Siento que los latidos de mi corazón se están volviendo más rápidos y ruidosos. Siento que mi mente se está perdiendo en cada uno de los momentos que hemos pasado juntos. Siento que mi alma se niega a soltar la suya. Siento que mi destino se prohíbe a sí mismo no coincidir con el suyo.

Mis manos se dirigen a mi vientre casi por inercia, y cuando siento una pequeña patadita me desmorono un poco más, porque sé que simplemente no voy a poder hacer esto sola.

Edward parece leerme la mente porque sacude la cabeza negando de inmediato - Jamás te dejaría sola, Rose. Tu y nuestros bebes son y siempre serán mi adoración, eso es algo que no voy a permitirte que dudes ni por un segundo.

- ¿Entonces por qué quieres dejarme? - Inquiero desesperada - Podemos mejorar - Le aseguro poniéndome de pie y acercándome a él lentamente esperando a que el retroceda, pero no lo hace. Me permite acercarme mucho más hasta que puedo poner una mano en su pecho y mirar esos preciosos ojos color miel que tanto me encantan - Por favor.

Se que quiere apartarse, quiere alejar la mirada y jamás volver a dirigírmela porque la única e innegable verdad es que yo soy la debilidad de Edward Salvatore, y en mi vientre llevo otras dos debilidades a las cuales no renunciará nunca.

- Por favor - Vuelvo a repetir subiendo un poco más la mano hasta rodear su cuello para después hacer lo mismo con la otra y poder entrelazarlas mientras acerco más mi rostro al suyo.

- ¿Que estás haciéndome, Rose? - Me cuestiona mientras sus manos con cuidado se adueñan de mi cintura devolviéndome la vida - ¿Que me has hecho?

Lo tengo a mi merced y aprovechare eso lo más que pueda.

Sin perder más el tiempo uno nuestros labios y dejo salir un gemido de alivio cuando por fin puedo saborearlo. Al principio trata de resistirse, pero claramente no lo consigue. Edward es débil cuando se trata de mí.

Sus labios atacan los míos con fuerza y yo me aferro a su cuello dejándome llevar por todo lo que este hombre me hace sentir.

No respiramos, no nos preocupamos por algo como eso cuando en nuestros labios está el verdadero elixir de la vida. ¿Como puede si quiera pensar que sobreviviré sin besarlo por el resto de mis días?, ¿cómo podría hacer algo como eso cuando él es todo lo que quiero, lo que necesito y lo que deseo?

Preferiría morir aquí y ahora besándolo con la misma fuerza con la que mi corazón late por él, que conocer lo que es tener una vida sin él.

La muerte no puede ser más dolorosa que vivir el resto de la eternidad sin Edward Salvatore a mi lado.

- Te amo - Le digo alejándome solo un poco para después volver a unir nuestros labios - Te amo tanto - Le repito una y otra vez aferrándome cada vez más a el - Por favor, dime que tú también lo haces - Le pido con desespero - Por favor.

- Sabes que lo hago - Me susurra aferrándose a mí con las pocas fuerzas que aún le quedan.

- Dilo - Le ruego tratando de recuperar el aliento.

- Te amo, Aphrodite - Me consiente haciéndome cerrar los ojos y aferrarme a eso tanto como lo estoy a sus brazos.

No sé qué ocurrirá. William, Valery, Evan, Emma y Alex llegan mañana junto a Diego y Amyra; todos para cuidarme y ayudarnos a Edward y a mi cuando los mellizos nazcan. Aunque hasta donde se William, Evan y Emma se irán pronto a Inglaterra, pero no me preocupare por eso ahora. No me preocupare por nada más que no sea tener a Edward junto a mí, pegado a mí, abrazándome y besándome hasta quedarnos sin aliento.

-Entonces aférrate a eso - Le pido - Aférrate a nuestro amor una última vez y dale una oportunidad. Solo una. Por favor.

Se queda quieto unos segundos, pensándolo, considerándolo mientras yo ruego y rezo mentalmente para que continue, para que siga luchando por mí. Es egoísta, joder yo lo sé, pero lo necesito más que el maldito aire que respiro y ni siquiera sé cómo es que llegue hasta este punto.

Cuando creo que está a punto de mandarme a la mierda, toma mis mejillas con ambas manos y vuelve a besarme con tanta fuera que me hace retroceder hasta que me estampo con la pared profundizando más el beso.

No puede dejarme, y no lo hará, porque la verdad aquí es que yo también soy su vida. Sin importar que tan enfermizo y obsesivo eso sea, soy su vida.

Y también me aferrare a eso.

Imperio [Poder #2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora