7. Cartas sobre la mesa.

280 33 32
                                    

25 de diciembre de 2222.

Me quedo sentada un momento leyendo todo el documento, hasta la más mínima letra, la más pequeña palabra, y lo proceso todo.

En el presente documento yo, Edward Morgan Salvatore Hamilton, le cedo todos los derechos de mi reino, Salvatore, a mi esposa y madre de mis hijos y herederos al trono, Rose Aphrodite Salvatore Lennox Laurent, dándole tanto poder como el que yo tengo en la nación. Cualquier decisión que Rose Salvatore decida tomar en el reino, será acatada de inmediatamente sin necesidad de mi previa autorización y en caso de que el destino actúe en mi contra y me arrebate la vida o la naturaleza ocasione mi muerte, Rose Salvatore podrá quedarse con el trono como mi sucesora y no solo como regente, es decir que ella decidirá a cuál de nuestros hijos entregarle el trono y cuando hacerlo. La declaro una autentica Salvatore.

En el caso de un divorcio, Rose Lennox seguirá siendo reina y todos los derechos otorgados en este documento se mantendrán en pie, incluso si en algún momento decido casarme nuevamente, la madre de mis hijos y herederos siempre tendrá más derechos en la nación y mantendrá el título de reina hasta el día que ella decida ceder la corona o hasta el día de su muerte.

En el presente documento también estipulo que Rose Aphrodite Salvatore Lennox Laurent tendrá la mitad de todos los bienes de la familia Salvatore (y eso NO cambiará en caso de un divorcio).

Así pues, nombro este documento irrompible e incambiable, el cual, a pesar de las futuras circunstancias, se mantendrá vigente hasta que la muerte de ambos interfiera en él.

El documento tiene su firma, la de un notario y la de los miembros del consejo real (a lo cuales ni siquiera he conocido, lo cual se me hace sospechoso de alguna forma).

Tampoco paso por alto que incluyo todos mis posibles nombres, tanto mi apellido estando casada con él y siendo reina de Salvatore, como mi apellido de soltera, para que mi nombre (o futuro nombre) no sea usado en mi contra para tratar de negarme los derechos y bienes o para tratar de arrebatármelos.

Solo falta mi firma, aceptando los bienes y los nuevos derechos.

Solo falta mi firma para convertirme en la auténtica reina de Salvatore.

Una firma para que nadie pueda arrebatarme el trono.

Debería correr por un lapicero y firmarlo, pero no lo hago; en su lugar, solo me pongo de pie y corro a la puerta para abrirla y apresurarme a nuestra habitación, en la cual esperaré a Edward y le preguntare sobre todo esto.

En el camino me encuentro a William (obviamente).

- Joder, puta madre, parece que viste un fantasma.

Lo miro con el ceño fruncido - ¿Me acabas de llamar puta madre?

Se encoge de hombros y se recarga en la pared a su derecha con las manos en los bolsillos de sus pantalones azul oscuro que hacen juego con el saco del mismo color y su planchada camisa blanca - Solo obedezco las órdenes del rey.

- ¿Edward te pidió que me llamarás puta madre?

- Me dijo que el encanto era mi puta madre, asi que basicamente, si.

Cierro los ojos rogándole a todos los Dioses por paciencia y preguntándome porque carajos le tuve que llamar a William por ayuda.

- Si vas a llamarme por un apodo prefiero que sea encanto.

Me sonríe mostrándome sus hoyuelos - Creí que jamás me darías tu permiso, encanto, pero ya que tanto insistes, cumpliré tus deseos.

Ruedo los ojos - ¿Qué quieres, William?

Imperio [Poder #2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora