33. El salvador que renunció.

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- ¿Estas bien? - Me pregunta Edward por milésima vez, mientras me termino de ponerme el camisón de seda que me han dado los muy imbéciles, como un ''ultimo lujo''.

Ponerme de pie ha sido una tortura, pero honestamente el éxtasis del momento, la emoción de saber el gran error que han cometido, hace que valga la pena, y que no sea tan insoportable.

- Por la expresión en tu mirada, sé que estas planeando algo - Deduce mi exesposo quien me mira desde el otro lado de la celda.

Hemos estado aquí solo unas horas. Por alguna razón permitieron que Edward calmara el sangrado de mi espalda y me pusiera vendas. Nuevamente, no duele menos, de hecho, cada vez que me muevo siento que me voy a partir por la mitad, pero jamás había estado tan cerca de lograr mi cometido como ahora, y sé que valdrá la pena.

Me acerco a Edward intentando caminar con normalidad practicando, porque simplemente no dejare que el mundo entero me vea lastimada - Ven - Le ordeno y miro por todas partes asegurándome que no haya nadie, ni nada, pero aun así no me arriesgo y decido cambiar de idioma - Arrodíllate frente a mi - Le indico en italiano, sabiendo que Nikolái e Iván no entienden el idioma, y a menos que tengan traductor inmediato, les tomara un poco de tiempo entender lo que digo, especialmente si susurro como lo he hecho hasta el momento.

Edward frunce el ceño confundido, pero me obedece.

- Súbeme la falda del vestido hasta llegar a mis muslos - Continuo con las indicaciones a pesar de que el tenerlo tan cerca aun me pone mal, aunque trato de tragarme el panico junto al dolor recordándome a mí misma que es Edward de quien estamos hablando.

Nuevamente, hace justamente lo que le digo.

Cuando termina el recorrido me voltea a ver atónito e incluso un poco molesto - ¿Has tenido esto todo este tiempo? - Me cuestiona, hablándome también en italiano.

Asiento, mientras lo veo sacar el dispositivo que escondí en un lazo atado a mi muslo - Recordé que lo tenía cuando Nikolái me encerró, estaba a punto de usarlo, hasta que menciono lo de los derechos de Salvatore y sus planes de conseguirlo.

Esta vez si me ve con muchísima molestia en su expresión - ¿Dejaste que te azotaran por nada?

- No es por nada Edward, ellos piensan que ya ganaron.

- ¡Dejaste que te azotaran, Rose!

- Baja la voz - Le pido tambien molestándome - A veces tenemos que tomar sacrificios, no podía arriesgarme a crear más caos, a ocasionar más muertes. Ellos dieron la risa de la victoria, Edward, pero quien ríe al último, ríe mil veces mejor. Ellos piensan que nos tienen, que estamos jodidos, y justamente porque nos subestiman es que nos dejaron en paz de una maldita vez por todas. Tenemos que planear nuestro próximo movimiento con mucho cuidado.

- ¿Y cómo lo haremos solo tú y yo?, ¿Sin los demás?

- ¿Acaso olvidas que en algún momento fuimos solo tú y yo? Pero si tanto te preocupa, en cuanto presionemos el botón de ese dispositivo ellos recibirán nuestra ubicación exacta, aunque estoy segura de que ellos ya estan creando su propio plan porque ya dedujeron que nos secuestraron.

El asiente poco convencido - Bien, ¿y cual se supone que es tu plan?

- Enviarles un mensaje a través del dispositivo, sé que estan por aquí, sé que aún no regresan a Lennox. Necesitamos hacerles saber que mañana a primera hora seremos ''decapitados'' - Digo haciendo comillas con mis manos - Y que necesitan aparecer en el momento correcto. Un movimiento en falso, y estamos jodidos, Edward. Han bajado la guardia ahora que firmaste los papeles, pero no por completo. Sea como sea, pase lo que pase, necesito que te protejas a ti mismo antes que a mí, no podemos permitirnos el morir, al menos no los dos, recuerda que tenemos dos hijos y ni de puta broma van a quedar huérfanos.

Imperio [Poder #2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora