20. El más sagrado de los juramentos.

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29 de octubre, 2223.

- Más te vale regresar sano y salvo, porque no pienso ser una viuda joven, madre soltera o reina sin rey, ¿me escuchaste?

Edward asiente antes de tomar mi rostro para besarme durante segundos o tal vez minutos que parecen infinitos, pero jodidamente efímeros al mismo tiempo.

- Besa a Lana y Ethan todos los días por mí, y recuérdales que papá los ama - Me pide, y sé que le duele tener que alejarse de nosotros, especialmente de ellos, pero ambos sabemos que es necesario.

Salvatore está abandonado y eso no puede seguir así.

- No será mucho tiempo, los mellizos y yo regresaremos a Salvatore cuando sea seguro. Tengo la certeza de que nuestros ataques han logrado sabotear, aunque sea un poco los planes de Nikolái.

- Esperemos que sí.

Vuelve a besarme y abrazarme con fuerza, negándose a soltarme. Pero finalmente lo hace para poder acercarse a la carriola doble en donde reposan nuestros hijos y sonreír con ternura y amor.

- Me encanta que Lana tenga el cabello del mismo tono que tú.

- Es como una zanahoria - Le digo apreciando a nuestra hija.

Suelta una carcajada, pero se tapa la boca de inmediato con temor de despertar a nuestros bellos durmientes.

- ¿Acabas de decirle "zanahoria" a nuestra hija? - Me cuestiona indignadamente divertido por la situación.

- Lo he hecho - Admito con orgullo - La zanahoria es el mejor vegetal, así que tiene suerte.

Niega con la cabeza sin borrar su brillante sonrisa - No sé qué haré contigo, Aphrodite.

- Seguirme consintiendo y regresar junto a mi sano y salvo suena un plan perfecto.

Asiente, pero su sonrisa se tambalea un poco - Cuídate, y cuídalos.

Asiento intentando no lanzarme a llorar y rogarle que no se vaya - Tu también cuídate mucho, y mantenme informada. No sé si sepas que existe un artefacto llamado celular.

Vuelve a sonreír mientras acaricia el cabello de nuestro príncipe - Soy más de cartas.

- Pues por el momento tendrás que dejar tu faceta de caballero romántico del siglo XIX de lado y recurrir al celular y a la avanzada tecnología que finges que no tenemos.

- Supongo que tienes razón.

Ruedo los ojos - Yo siempre tengo la razón.

Besa a nuestros bebés una última vez y regresa la mirada a mí. Y así se queda, viéndome durante largos segundos como si quisiera memorizar hasta la última parte de mi rostro.

- Eres hermosa, Aphrodite.

Le sonrió con la misma devoción de siempre. Para este punto ya me resigné a que lo adorare por el resto de mi vida, sin parar, sin descanso, sin tregua, y sin arrepentimiento.

- Te amo y te amare por el resto de mi vida, Morgan Salvatore - Susurro mirando directamente a esos preciosos ojos miel que me han hecho perder la cordura.

- Te amo y te amare por el resto de mi vida, Aphrodite Salvatore - Me responde.

Hay algo ardiendo en lo más profundo de mi pecho. Ese mismo ardor y dolor que sentí cuando estuvo a punto de morir en Canadá. Ese mismo ardor y dolor que sentí cuando Charlie murió.

Ese mal presentimiento del que no me puedo deshacer. Ese mal presentimiento que me orilla a pedirle desesperada que se quede.

- No te vayas, por favor - Le ruego tratando de no llorar - Por favor, quédate.

Imperio [Poder #2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora