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La habitación era el claro ejemplo de una línea divisoria de gustos. Por un lado había discos regados por todo el escritorio, diferentes posters de bandas decoraban la pared blanca sumando 2 guitarras colgadas de ésta y por otro lado, repisas con trofeos ganados en campeonatos, pelotas de fútbol debajo del escritorio, camisetas con el número 28 colgadas en la silla. El claro ejemplo de Joaquín y Emilio.

A pesar que sólo llevaban 2 meses de haber empezado ese año universitario, pareciera que todo aquel cuarto volvía a tener la esencia de Emilio y Joaquín en tan poco tiempo.

Y si preguntan por su relación, se llevan bien. No podían dejar que todo se fuera al carajo, tenían que rescatar aunque sea un poco de aquella historia y conformarse con una amistad, que aunque no quisieran tenía que ser porque ambos compartían el mismo grupo de amigos y para ahorrarse quiebres ó malos entendidos llegaron a un acuerdo de llevarse bien ante cualquier cosa, una amistad sonaba bien. Se vió reflejada la buena decisión que habían tomado en esos 2 meses.Por sus mentes si había pasado eso de cambiar de habitación, pero ¿Cómo iban a hacerlo? el hecho de que estaban tan acostumbrados a ellos y sumando que ninguno de los dos era fanático de empezar desde cero con alguien, mucho menos para compartir el dia a día. Esa loca idea se fué de sus mentes tan pronto cómo llegó.

La alarma sonó exactamente a las 07:00 a.m. y allí empezaba la larga rutina de aquellos jóvenes. Joaquín era el primero en levantarse y dirigirse rápidamente al baño, tomaba una ducha de 10 minutos para luego salir del baño y encontrar a su compañero de cuarto aún enredado entre las sábanas con la cabeza cubierta por las almohadas.

Rodó los ojos al verlo para luego sonreír y empezar a cambiarse. Ese día había decidido colocarse jeans negros un tanto apretados con una camisa a cuadros tipo crop top con los primeros tres botones sin abotonar, sus clásicas botas negras y para completar su outfit decoró su cabeza con sus ray-ban negras, se miró al espejo y se quedó totalmente convencido. Llevó su mirada al reloj que colgaba de la pared cerca de la puerta y se sorprendió al ver que habían pasado 45 minutos desde que se había levantado.

— ¡Emilio!. — gritó haciendo que su compañero se quejara.

— Agh, tan sólo 5 minutos más. — bufó el oji-café dándole la espalda al castaño.

— Quedamos en desayunar con los chicos. ¡Arriba!. — dijo tomando su mochila y colocándosela sobre sus hombros.

— De acuerdo, de acuerdo. — se sentó en la cama y miró a su alrededor para después frotarse los ojos — Odio la Universidad. — soltó mientras se levantaba y caminaba al baño.

Joaquín soltó una risita y lo miró hasta que éste desapareciera por la puerta del baño.

— ¡Tienes 5 minutos, Marcos!. — gritó el castaño.

—¡Ya voy, Gress!.— gritó Emilio.

Y Joaquín sabía muy bien que lo iba a esperar hasta que el oji-café saliera del baño y elija que ponerse; que para sorpresa de nadie siempre era una camiseta de fútbol y unos pantalones de algodón, claramente uniforme del equipo de la universidad; agarraba su mochila con sus botines y ambos por fin se miraban a los ojos sonriendo con complicidad antes de cerrar la puerta de la habitación y dirigirse hasta el gran comedor.
  


   

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Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora