El avión había aterrizado a las 19:00 p.m. , salió del aeropuerto dispuesto a tomar un taxi, el cuál paró frente a sus ojos a los 5 minutos. Le dió la dirección al conductor y después de ese preciso momento se puso a pensar haciendo que sus nervios recorrieran todo su cuerpo.
Veía por la ventana los edificios y las calles de la ciudad, había un poco más de movimiento que en la CDMX, de alguna manera. El auto se estacionó en frente de un edificio casi bestial, enorme y demasiado lujoso. Bajó, sacó su equipaje y pagó, se encargó de chequear la dirección un par de veces.
Y al parecer, estaba en el lugar correcto.
Un hombre de alrededor 50 años se acercó hacía él, el portero.
— Hola ¿A quién busca? — preguntó el hombre amablemente.
— A Emi...Emilio Osorio - contestó dejando la maleta en el suelo mientras frotaba sus manos en sus propios jeans.
— Lo llamaré así baja — respondió el hombre — puede pasar al lobby si quiere .
Joaquín asintió y se adentró al lugar con su maleta después del hombre.
Se sentó en un sofá grande dejando sus cosas en el suelo, tecleo en su celular avisando a todos que ya había llegado para después observar al hombre levantar un teléfono y hablar.
Pasaron alrededor de 10 minutos para que las puertas del elevador se abrieran revelando la figura del amor de su vida. Y ahí estaba él, igual que siempre; con su cabello hacía un costado, pero igualmente despeinado, la casaca de algún club, un pantalón de chándal y sus clásicas Vans, posaba su mirada en su celular, pero cuándo levantó el rostro todo el mundo desapareció.
El miel y el café volvía a mezclarse.
El miel ámbar y el café del atardecer.
Aquellos cafés y ámbar.
Miel ámbar y café intenso.
Mezclándose en un color sin nombre, pero tan único y tan puro.
Emilio fué el primero en reaccionar; corrió hacía los brazos de Joaquín y lo abrazó por la cintura con todas sus fuerzas. Joaquín enredó sus brazos en el cuello ajeno y sollozó.
Porque sí.
Porque había sido tan difícil no tener a Emilio con él todos los días.
Porque había pasado por la angustia de no volver a verlo.
Porque tenía miedo de fallar y no ser suficiente para él.
Porque ante todo jamás quisiera defraudar a Emilio.
Y lloraba porque lo había extrañado más que a nada en el mundo. Extrañaba sus besos, sus caricias y abrazos, sus consejos, palabras dulces y sus bromas.
Se separaron después de unos minutos, se miraron a los ojos y sonrieron cómo tontos después de fundirse en un dulce beso, Joaquín lo tomó por las mejillas y Emilio lo acercó más hacía él por la cintura.
— Te amo — susurró Emilio en medio del beso.
Joaquín sólo asintió y sonrió para luego volver a besarlo cómo si fuera que jamás iba a volver hacerlo.
Un carraspeo hizo que se alejaran, el portero les sonrío y Emilio supo que era momento de subir, tomó a Joaquín de una mano y con su mano libre agarró la maleta. Lo guió hasta el piso en dónde vivirían a partir de ahora, si es que esos eran los planes de Joaquín.
Al entrar al departamento, Joaquín sonrió en grande.
— Éste lugar es hermoso — comentó Joaquín al visualizar todo el lugar.
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Eres // Adaptación Emiliaco
FanfictionJoaquín y Emilio son ex novios y para sumar, compañeros de cuarto en la U.V.M. de México. Éstos se verán envueltos en cualquier drama hasta que se dignen a hacer nada más y nada menos que aclarar sus problemas y dudas. ✔ Adaptación Autorizada ✔ Todo...